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Humillados en Afganistán: la última guerra del imperio soviético
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Humillados en Afganistán: la última guerra del imperio soviético

La experiencia de su derrota en el país asiático debiera servir a la Rusia actual para pensarse dos veces una nueva aventura bélica en Ucrania

Foto: Soldados soviéticos en Afganistán
Soldados soviéticos en Afganistán

"Nadie había visto todavía los ataúdes de zinc. Fue más tarde cuando nos fuimos enterando de que los ataúdes llegaban a la ciudad y que los enterraban en secreto, de noche, y en las lápidas ponían 'falleció' en vez de 'cayó en combate'. Nadie se preguntaba: ¿por qué de pronto los chavales de diecinueve años se morían haciendo el servicio militar? ¿Era por el vodka? ¿Por la gripe? ¿O tal vez se habrán empachado de naranjas? Los únicos que los lloraban eran sus parientes, mientras que los demás vivían como siempre porque no los tocaba de cerca".

Así relataba Svetlana Alexiévich es su obra 'Los muchachos del Zinc', el drama de la intervención rusa en Afganistán, "un estado tapón organizado en el siglo XIX por los británicos con el fin de marcar el límite de la expansión de la rusa zarista" como explicaría el historiador Charles Zorgibe. La historia venía de bastante lejos, de ahí que la URSS, lejos de internacionalizar el comunismo retomara el testigo imperialista de los zares. El mismo con el que amenaza ahora Putin acumulando soldados en la frontera de Ucrania a las puertas de la UE.

Una década más tarde de Vietnam, la URSS iba a sufrir una experiencia similar

En EEUU, a partir de 1968, tras la Ofensiva del Tet, la opinión pública estadounidense agotó su paciencia con los cadáveres que regresaban y las informaciones detalladas de los periodistas en prensa y televisión sobre la barbarie que se vivía en la selva del sudeste asiático, que incluían las imágenes atroces del napalm, y las informaciones sobre mujeres violadas y los niños asesinados en los poblados, como en el caso de My Lai. Una década más tarde vivió lo mismo la URSS, sólo que se trataba de un régimen opresor en donde no se permitían las voces que denunciaran lo que realmente estaba ocurriendo: Afganistán era el Vietnam soviético.

Tribus fanatizadas

¿Cómo se metió la URSS en el infierno que ha sido y es la intervención en las montañas que separan el Hindu Kush desde el siglo XIX y hasta nuestros días? Por increíble que parezca, haciendo buenas las palabras de Henry Kissinger que explicaba que la búsqueda de la seguridad absoluta por una potencia significa la inseguridad absoluta de las otras. El error de Afganistán no fue sólo el militar como el de sudeste asiático de los americanos: una invasión en un país extranjero con una orografía adversa, una población fanatizada y dispuesta a defender su tierra al precio que sea.

placeholder Rebelde afgano con un lanza misiles obtenido de EEUU.
Rebelde afgano con un lanza misiles obtenido de EEUU.

El verdadero error provino de la misma falsa creencia de que había que adelantarse. Un artículo del canadiense Lavesque hizo saltar por los aires el equilibrio en el final de la Guerra Fría. La URSS tenía que entrar en Afganistán porque por lógica EEUU lo haría en Irán después de que su aliado, el Sha hubiera sido expulsado por la Revolución de los Ayatolás. Vietnam una y otra vez con su destrucción y muerte y nula lógica militar.

El régimen soviético había reconocido la independencia de Afganistán en 1919 después de que el país hubiera sido invadido a principios de siglo por la Rusia zarista en el norte y por imperio Británico en el sur, en lo que se convirtió en la Guerra ruso-afgana. Se estableció una monarquía con cierta dependencia de Moscú que fue preparando el terreno hasta el golpe de Estado de 1973 llevado a cabo por dos oficiales formados en las academias soviéticas cuarenta años antes.

La Crisis de los Rehenes de Irán en 1979 fue el último detonante de la invasión

Mohammed Daud impuso un nuevo régimen en pocos años a partir de 1977, claramente autoritario. Daud sin embargo era esencialmente nacionalista y aunque había subido al poder en parte con el apoyo del partido comunista afgano, el Parcharam, se aleja de sus antiguos protectores y recentra el régimen apartando además a todos los ministros marxistas del gobierno. Daud fue a su vez derrocado por un nuevo golpe de palacio y N. M. Taraki se convierte en presidente del Consejo Revolucionario y jefe del Gobierno.

Intervención soviética

Pronto las tensiones se disparan por todo el país entre etnias y tribus. El estado, de clara inspiración soviética impone una economía de tipo socialista en la que los consejeros de Moscú se habían imbricado hasta muy dentro de la administración. Con todo, el país seguía siendo independiente hasta que un acontecimiento lo cambió todo: la crisis de los rehenes de Irán de 1979.

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Helicóptero ruso en Afganistán.

El planteamiento fue el siguiente según Zorgibe: "La Operación soviética en Afganistán no habría sido así más que la réplica (anticipada) a la intervención (previsible) de EEUU en Irán". -'Historia de las Relaciones Internacionales' (Alianza)-. Lo que ocurrió fue que en el equilibrio de la Guerra Fría y después de la derrota de EEUU en Vietnam, la posibilidad de una intervención de EEUU en Irán forzaba a la URSS a extender su frontera ocupando un país que era una pesadilla por lo poco cohesionado y que estaba ya prácticamente en una guerra civil entre el gobierno y las tribus insurgentes del islam que no aceptaban las normas laicistas de Kabul. Los muyaidines surgieron así en contra de la influencia comunista.

Los muyaidines que financió EEUU surgieron en realidad a causa de la intervención soviética

Todos los cálculos del Politburó sobre una guerra breve fallaron: "Los atiborraremos de inodoros y les levantaremos viviendas de piedra. Les enseñaremos a conducir tractores. Así que les llevamos escritorios para los despachos, jarrones para el agua y manteles rojos para las reuniones oficiales, y de paso miles de retratos de Marx, Engels y Lenin. Estaban colgados en cada despacho, encima de la cabeza de cada jefe".

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Soldados rusos en Afganistán.

Además Arabia Saudí comenzó a apoyar a los muyahidines del Islam y poco más tarde se produjo uno de los giros dramáticos de la política exterior de EEUU, cuando el congresista de Texas Charlie Wilson consiguió aprobar en el Senado un presupuesto militar para financiar también a los rebeldes afganos.

La guerra de Charlie Wilson

La URSS tenía ya su Vietnam, que les duraría lo mismo que a EEUU una década antes: "Me llamaron a filas en 1981. Por entonces la guerra ya llevaba dos años, pero entre los civiles todavía no se sabía mucho de ella y se hablaba poco. En mi familia pensaban: 'Si el Estado ha mandado tropas allí, es porque es lo preciso'. Así razonaban mi padre, los vecinos. No recuerdo que nadie opinara distinto. Las mujeres ni siquiera lloraban, todo aquello aún estaba lejos y no asustaba. Una guerra que no lo parece, y si es una guerra, pues es una guerra rara, sin muertos ni prisioneros" (Alexievich 'Los muchachos del Zinc').

E EEUU se ensalzaría la lucha de los rebeldes con una propaganda que incluyó a la película 'Rambo III'

Mientras, en EEUU se ensalzaría la lucha de los rebeldes muyahidines con una propaganda que tuvo su mayor exponente en una película dirigida por Sylvester Stallone -'Rambo III'- en la que se mostraba la digna y heroica lucha de un pueblo oprimido contra la invasión de los malvados comunistas. EEUU apoyaba a los muyahidines que luego combatiría arduamente con la Operación Libertad Duradera, otros diez años después.

Satelizar en tiempos de paz

Para la URSS significaba satelizar a un país por primera vez en tiempos de paz: no se había expandido territorialmente desde la II Guerra Mundial cuando avanzó sobre Europa del Este y Corea. Mientras que en Vietnam y Cuba no había participado directamente. Afganistán además era contiguo a la URSS y existían ciertas ventajas estratégicas para adherirse a la doctrina Breznev. Todo resultó inútil porque no habían contado de nuevo con una tenaz resistencia de los rebeldes afganos, que tenían una larga tradición insurreccional. Además el apoyo de los países musulmanes y de EEEU.

Las armas rústicas con las que defendieron en un principio de la invasión soviética demostraban que el conocimiento profundo de los muyahidines de la montaña afgana se convertiría en una pesadilla como así fue. Al final la propia degradación de la URRS durante la década de los 80 y la progresiva apertura junto a los reveses militares y una realidad como eran esos 'muchachos del Zinc' que regresaban en los ataúdes se hizo cada vez más pesada. Coincidiendo con la caída del muro en 1989 la intervención soviética se suspendió después de una década en la que no habían logrado, como le ocurrió a EEUU en Vietnam, doblegar a la resistencia afgana, que seguiría siendo una pesadilla cuando en 2001 fue EEUU quien lideró la Operación Libertad Duradera para doblegar a los mismos muyahidines que había financiado antes.

"Nadie había visto todavía los ataúdes de zinc. Fue más tarde cuando nos fuimos enterando de que los ataúdes llegaban a la ciudad y que los enterraban en secreto, de noche, y en las lápidas ponían 'falleció' en vez de 'cayó en combate'. Nadie se preguntaba: ¿por qué de pronto los chavales de diecinueve años se morían haciendo el servicio militar? ¿Era por el vodka? ¿Por la gripe? ¿O tal vez se habrán empachado de naranjas? Los únicos que los lloraban eran sus parientes, mientras que los demás vivían como siempre porque no los tocaba de cerca".