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Niall Ferguson: "Debe preocuparnos más una guerra religiosa que la III Guerra Mundial"
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Niall Ferguson: "Debe preocuparnos más una guerra religiosa que la III Guerra Mundial"

El historiador británico vaticinó tanto que Biden ganaría las elecciones como que Trump resistiría pese a todas las encuestas

Foto: Niall Ferguson. (Debate)
Niall Ferguson. (Debate)
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Los sapiens tenemos la pertinaz manía de anunciar el fin de los tiempos justo cuando nosotros pasamos por allí. Hegel observó a Napoleón cabalgando en Jena y le pareció ver nada menos que al Absoluto encarnado en un señor bajito a caballo. El fin de la historia es una expresión que ya nadie menciona sin una sonrisa, y sin embargo no hemos dejado de clamar, muy serios, que las cosas que hoy nos ocurren a nosotros no le han pasado nunca a nadie: los populismos, las redes, las disrupciones tecnológicas, la polarización o la identificación innegociable del enemigo con el Mal. Los viejos siempre han reconvenido a los jóvenes de la misma forma y los jóvenes nunca han podido tomarse en serio a los viejos. La historia no se repite, pero rima.

Tanto el progresismo como el conservadurismo son las dos caras de una misma naturaleza humana; y, probablemente, una de las figuras intelectuales que con más inteligencia representa hoy la segunda es el historiador británico y profesor de Stanford Niall Ferguson (Glasgow, 1964). En sus quince libros publicados sobre el imperialismo inglés y estadounidense, las relaciones internacionales o en su imponente 'El triunfo del dinero', que el próximo mes reeditará en versión ampliada Debate, Ferguson aplica todo su saber, talento e ironía para mostrar cómo no hemos inventado tantas cosas como nos creemos y cómo nuestras cuitas y nuestros insondables dramas son algo más antiguos de lo que nos pensamos. También lo hace en esta entrevista en la que le preguntamos por el inminente futuro que está a punto de caer sobre nuestras cabezas tras la pandemia del coronavirus.

placeholder 'El triunfo del dinero'. (Debate)
'El triunfo del dinero'. (Debate)

PREGUNTA. ¿Esperaba la victoria de Joe Biden o, mejor, le ha sorprendido lo cerca que ha estado Donald Trump de ganar después de lo ocurrido en Estados Unidos estos cuatro años, considerando que todas las encuestas le dieron resultados inferiores a los finalmente obtenidos?

RESPUESTA. Esperaba que ganara Biden (ver aquí), ya que la pandemia ha sido un desastre económico y de salud pública y pocos estadounidenses con educación universitaria piensan que Trump manejó bien la crisis. Pero también esperaba que las elecciones estuvieran mucho más cerca de lo que predijeron las encuestas (ver aquí), ya que no creía que los encuestadores hubieran corregido con éxito los problemas que los llevaron a equivocarse en 2016. Esta vez, una vez más, minusvaloraron el alcance de la popularidad de Trump entre los votantes blancos de la clase trabajadora. Tampoco pudieron anticipar su mejora entre los votantes hispanos y negros.

P. Sus libros describen una época en la que los conservadores eran 'globalistas', 'imperiales', antes de haber caído uno tras otro en las redes del populismo nacionalista. ¿Cuál cree que es la razón principal de este proceso aparentemente imparable? ¿Se puede detener de alguna manera o es irreversiblemente imparable según la situación actual y toda la derecha está destinada a mutar en la extrema derecha?

R. Argumenté ya en 2009 (aquí) que habría una reacción populista contra la globalización a raíz de la crisis financiera. Creo que es un error llamar a todo lo que hemos visto "la extrema derecha". Muchas demandas populistas han sido razonables, en el sentido de que la globalización se había desbordado, en detrimento de muchas personas de clase trabajadora y clase media en Occidente, mientras que el neoconservadurismo había fracasado en Irak y Afganistán.

Muchas demandas populistas son razonables, no podemos calificarlas de extrema derecha

P. Usted asegura que el origen del trumpismo y de la polarización actual son los años de Obama y la expansión de una izquierda identitaria 'woke' igualmente enemiga de la democracia que se manifiesta en la cultura de seguridad de las universidades y en los recientes disturbios raciales estadounidenses.

R. Bueno, el 'trumpismo', en el sentido de hostilidad al libre comercio, la inmigración y la cultura de la élite liberal, se remonta a la década de 1870 en Estados Unidos. Pero es evidente que el segundo mandato de Obama hizo posible a Trump de diversas formas; si Romney hubiera ganado, Trump nunca habría sido un candidato republicano. La trayectoria de la izquierda 'woke' es diferente. Las universidades fueron tomadas gradualmente por la izquierda durante décadas. Así que no son dos caras de la moneda. Finalmente, no exageremos la polarización estadounidense. El resultado de las elecciones debe entenderse como una victoria del centro político. Biden personifica el centro. Y a los candidatos extremos de ambos lados les fue mal.

P. Algunas voces también han advertido contra cierta complacencia liberal tras la victoria de Trump y han advertido que solo podría ser un paréntesis en un mundo cada vez más populista y conflictivo. ¿Qué riesgos debería evitar Biden durante los próximos cuatro años para evitar que Trump (o un equivalente de Trump más hábil) regrese a la Casa Blanca en 2024?

R. A menos que los demócratas ganen la segunda vuelta de las elecciones de Georgia, Biden no podrá seguir una agenda nacional muy audaz. Mitch McConnell seguirá siendo el amo del Senado. Entonces, Biden será atacado por la izquierda de su partido por comprometerse con los republicanos. Y eso facilitará que los republicanos regresen en las elecciones de mitad de mandato y en 2024. No creo que Trump sea el candidato en 2024. Va a estar involucrado en juicios y creo que su marca se desvanecerá más rápido de lo que la gente espera.

placeholder Niall Ferguson.
Niall Ferguson.

P. ¿Es posible una reconstrucción del partido republicano sin Trump? ¿Quién podría liderarlo?

R. Sí. La lista de líderes potenciales es bastante larga porque los republicanos tienen un banquillo relativamente joven y talentoso. Piense en Nikki Haley, Tom Cotton, Marco Rubio, Ben Sasse, y no olvide el potencial atractivo de Tucker Carlson si deja la televisión por la política.

P. Europa del Este es el otro foco importante del populismo mundial. Se han dado muchas y contradictorias explicaciones al respecto. ¿Resistirá la Unión Europea su embestida?

R. Sí. Polonia y Hungría son actores pequeños y necesitan el dinero de la "Nueva Generación de la UE".

P. ¿Es el populismo una respuesta a los males de la globalización que elevan el nivel de vida en China, pero lo bajan en Occidente, precarizando, produciendo desigualdad y amenazando a las clases medias?

Creo que el populismo es un 50% de agravios económicos y un 50% cultural. El factor cultural puede ser incluso más determinante, en el sentido de que la educación es un indicador ligeramente mejor del voto populista que los ingresos. Recuerde que los votantes más pobres tienden a no votar por los populistas.

Los republicanos volverán en 2024, pero no creo que Trump sea su candidato

P. ¿Cómo puede la pandemia de coronavirus acelerar o ralentizar estos procesos?

R. Es posible que la pandemia haya aumentado la desigualdad de diferentes formas, pero eso no significa que el populismo se haya beneficiado. De hecho, en la mayoría de los países, los partidos populistas lo han hecho peor este año que en los años anteriores. Esto es especialmente obvio en Europa, pero también hay signos de fatiga del populismo en otros lugares. Ni Donald Trump ni Boris Johnson se han beneficiado de esta crisis.

P. ¿Y qué respuesta "socioliberal" sería la adecuada para competir electoralmente con un poco más de pasión y esperanza que las grises recetas del pasado?

R. Acaba usted de inventar una palabra: "socioliberal". La razón por la que tenía que hacer eso es que el Partido Demócrata hoy es una coalición entre dos fuerzas bastante separadas, una liberal y la otra socialista. No creo que sea fácil mantener unidas estas dos fuerzas en los próximos años. En la mayoría de los países europeos son partidos separados. En comparación, el desafío para los conservadores de permanecer unidos junto a los populistas es mucho más fácil, especialmente una vez que Trump haya abandonado la escena.

P. Solemos señalar a las redes sociales como la gasolina de la polarización; pero, en fin, en 1914 o 1939 no existía Facebook ni Twitter. ¿Cuál cree que es su contribución real a los actuales males del mundo?

R. Argumenté en mi libro más reciente, 'La plaza y la torre', que las redes sociales han aumentado la polarización al crear incentivos para propagar noticias falsas y opiniones extremas. Esto no se relaciona realmente con el riesgo de guerra al que alude su pregunta. Las guerras mundiales no fueron realmente causadas por la polarización social, sino más bien por errores de cálculo políticos y niveles considerables de unidad nacional en los países combatientes. No veo que esos escenarios se repitan en el siglo XXI, aunque una guerra caliente entre China y Estados Unidos no es del todo inconcebible.

P. Por cierto, ¿estamos viviendo un momento parecido al de la Europa de entreguerras? ¿Y cómo podríamos escapar de un desenlace fatal?

R. No. He sostenido constantemente durante cuatro años que casi no hay semejanza entre el periodo de entreguerras en Europa y la situación mundial actual. Esta es una comparación profundamente inútil que se hace con demasiada frecuencia. De hecho, el impacto de internet en la esfera pública recuerda más al impacto de la imprenta en Europa desde finales del siglo XV. Por lo tanto, deberíamos estar más preocupados por una nueva Guerra de los Treinta Años por ideología y religión que por la Tercera Guerra Mundial.

Los sapiens tenemos la pertinaz manía de anunciar el fin de los tiempos justo cuando nosotros pasamos por allí. Hegel observó a Napoleón cabalgando en Jena y le pareció ver nada menos que al Absoluto encarnado en un señor bajito a caballo. El fin de la historia es una expresión que ya nadie menciona sin una sonrisa, y sin embargo no hemos dejado de clamar, muy serios, que las cosas que hoy nos ocurren a nosotros no le han pasado nunca a nadie: los populismos, las redes, las disrupciones tecnológicas, la polarización o la identificación innegociable del enemigo con el Mal. Los viejos siempre han reconvenido a los jóvenes de la misma forma y los jóvenes nunca han podido tomarse en serio a los viejos. La historia no se repite, pero rima.

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