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Muere el historiador Santos Juliá, el gran estudioso del pasado reciente de España
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OBITUARIO

Muere el historiador Santos Juliá, el gran estudioso del pasado reciente de España

El intelectual gallego ha muerto en Madrid a los setenta y nueve años a causa de un cáncer

Foto: Santos Juliá en una foto de 2018. (Efe)
Santos Juliá en una foto de 2018. (Efe)

Santos Juliá era un caso raro de autoridad intelectual. En las conversaciones privadas solía hablar en voz baja y con modales suaves, pero en determinados momentos -cuando se discutía sobre política, de los antecedentes históricos de cierto suceso político actual, o acerca de la personalidad de alguna figura del pasado o el presente- su voz se crecía; no porque él la alzara, sino porque sus interlocutores tendían a callarse y a dejarle hablar. Entonces, daba una lección breve, en ocasiones levemente irritada pero pausada, sobre el asunto en cuestión. Tendía a ser firme, imparcial y ecuánime. Cualquier cosa menos indiferente.

Juliá ha muerto en Madrid, a los setenta y nueve años, a causa de un cáncer. Estuvo activo hasta hace pocos meses y el pasado marzo publicó su último libro, 'Demasiados retrocesos. España 1898-2018', una antología de artículos y ensayos vigorosos que repasan la historia de España en los últimos ciento veinte años. En él abarcaba desde la pérdida de las últimas colonias hasta el conflicto catalán, algo que le angustiaba visiblemente, como también lo hacían la polarización cada vez mayor de la política española y la falta de encuentro entre los partidos.

placeholder Santos Juliá antes de recibir el Premio Francisco Umbral al Libro del año 2017 por 'Transición'. (Efe)
Santos Juliá antes de recibir el Premio Francisco Umbral al Libro del año 2017 por 'Transición'. (Efe)

Juliá deja una obra extraordinaria. Fruto de su preocupación por la polarización política escribió 'Historias de las dos Españas' (Taurus), una reconstrucción de las actitudes políticas de los intelectuales españoles desde la revolución liberal, pasando por la generación del 98, el auge del nacionalismo catalán, los intentos de reformar el país de la generación del 14 y la Segunda República, hasta el vigor de los pensadores católicos en el franquismo y el intento de acabar con esa dualidad en la Transición. El libro recibió el Premio Nacional de Historia en 2005. En el mismo ámbito de la historia intelectual publicó 'Nosotros, los bajo firmantes. Una historia de España a través de manifiestos y protestas' (Galaxia Gutenberg), otra obra monumental.

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Extraordinaria también fue su 'Vida y tiempo de Manuel Azaña 1880-1940' (Taurus), una gran biografía política canónica que mostraba al mismo tiempo simpatía por el personaje y un gran rigor documental. Como las mejores obras del género, suponía además un repaso a la historia del país. Juliá contó en repetidas ocasiones cómo en Sevilla, durante el franquismo, había oído decir al historiador Ramón Carante que los jóvenes debían leer a Azaña, y cómo consiguió sus obras completas en cuatro volúmenes en una librería que los vendía de tapadillo. Recordaba también en una entrevista reciente en la revista Letras Libres que Carante le recomendó leer a Max Weber. “Bueno, sí, Marx está muy bien -rememoraba- pero lea usted a Max Weber”. Juliá se acabó doctorando en sociología.

placeholder El historiador Santos Juliá. (Efe)
El historiador Santos Juliá. (Efe)

Deja también libros como 'Los socialistas en la política española' (Taurus), 'Un siglo de España. Política y sociedad' y uno de los más recientes e importantes en su obra, 'Transición: Historia de una política española (1937-2017)', en el que reconstruyó la manera en que, incluso ya durante la Guerra Civil y los primeros y más oscuros años de la dictadura, siempre existieron proyectos para una España democrática que superara los traumas del enfrentamiento.

El historiador y sociólogo fue un formidable escritor de periódico, sobre todo en 'El País'

Santos Juliá bromeaba en ocasiones, cuando se le preguntaba, sobre su pasado. Se había licenciado en Teología antes de hacerlo en Sociología, trabajaba en una residencia en la 'banlieue' parisina cuando estallaron las protestas de mayo de 68 y fue testigo, desde una terraza del barrio latino, de algunas de sus manifestaciones más impresionantes. También se divertía explicando las relaciones entre cristianos y comunistas en los años del franquismo. Y fue un formidable escritor de periódico, sobre todo en 'El País', donde publicó críticas de libros y artículos en los que, como en las conversaciones privadas, mostraba una voz tranquila, firme y en ocasiones, para bien de todos, irritada. Leyéndole o escuchándole, se aprendía como solo se hace con los grandes maestros. Hemos sido afortunados quienes hemos podido hacerlo.

Santos Juliá era un caso raro de autoridad intelectual. En las conversaciones privadas solía hablar en voz baja y con modales suaves, pero en determinados momentos -cuando se discutía sobre política, de los antecedentes históricos de cierto suceso político actual, o acerca de la personalidad de alguna figura del pasado o el presente- su voz se crecía; no porque él la alzara, sino porque sus interlocutores tendían a callarse y a dejarle hablar. Entonces, daba una lección breve, en ocasiones levemente irritada pero pausada, sobre el asunto en cuestión. Tendía a ser firme, imparcial y ecuánime. Cualquier cosa menos indiferente.

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