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Pérez-Reverte: "Quienes llegan al poder son mediocres salidos del sistema"
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EL LIBRO 'SIDI. UN RELATO DE FRONTERA'

Pérez-Reverte: "Quienes llegan al poder son mediocres salidos del sistema"

El escritor recrea en su última novela histórica el periplo del Cid durante el destierro impuesto por Alfonso VI

Foto: Arturo Pérez-Reverte ha presentado 'Sidi' en Madrid. (Efe)
Arturo Pérez-Reverte ha presentado 'Sidi' en Madrid. (Efe)

Desde la puerta del Palace, centro de operaciones de Arturo Pérez-Reverte (1951) en época de promoción, se ve la entrada al Congreso. Dos días después del anuncio de unas nuevas elecciones generales, grupos de curiosos se apostan a la entrada del edificio, a la espera de que haya algo de movimiento en un lugar cuyo exterior no representa el pandemonio de la realidad política actual. Un hemiciclo atomizado atravesado por pactos ocultos y traiciones manifiestas, lejanamente parecido al mapa político con el que en el siglo XI lidió el Cid, protagonista de 'Sidi', la última novela del escritor cartagenero, "un relato de frontera" en el que los reyes se traicionan, los desterrados se alían para sobrevivir y en el que el pueblo se resigna a que la mesnada de turno le vacíe la despensa.

placeholder Portada de 'Sidi'
Portada de 'Sidi'

Reverte recrea —entremezclando imaginación, historia y leyenda— el periplo de Rodrigo Díaz de Vivar antes de convertirse en el Cid y sus primeros pasos después de que el rey Alfonso VI lo expulsase de León y de su corte y lo obligase a buscarse la vida como mercenario al servicio, pago mediante, tanto de nobles cristianos como de reyes moros. Cuenta su alianza con el rey moro de Zaragoza Yusuf Benhud al-Mutamán, y su enemistad con Berenguer Remont II, conde de Barcelona, en cuya boca pone un vaticinio difícilmente más errado: "Acabarás pudriéndote al sol en cualquier oscuro combate, ahorcado y pasto de los cuervos, cargado de cadenas en los sótanos de algún castillo... Se borrará del mundo lo que eres y lo que fuiste. [...] ¿Oyes lo que te digo, Ruy Díaz? Dentro de unos años nadie recordará tu triste nombre".

PREGUNTA. Sin embargo hoy es uno de los personajes más icónicos de la historia de lo que se entiende por España. ¿Qué le hizo convertirse en un símbolo?

RESPUESTA. El Cid es, quizás, el personaje más icónico. Es fascinante y destaca en la historia de España por muchas cosas. Otro factor es que el Cid le ha sido útil a mucha gente, tanto para bien como para mal. España es un país que convierte la historia en arma arrojadiza y política muy a menudo. Para unos ha sido bueno porque era martillo para los musulmanes, espada de la cristiandad, épica patriótica e imperial, y para otros representa esa España oscura, casposa y xenófoba que destrozó la cultura musulmana. Todos lo han metido en sus diferentes combinaciones políticas. Pero si le despojas de ese tipo de interpretaciones partidistas o políticas es un tipo, un infanzón desterrado que cae en desgracia y que en un año, con una mesnada de 40 tíos —en esa época no había tías en las mesnadas, ahora sí las habría— consigue sobrevivir al servicio de unos y otros, ganar todas las batallas —no perdió ninguna—, hacerse rico y poderoso, con botines y con tierras, y pasarle por delante en la historia a muchos reyes. La mayor parte de la gente no sabe los nombres de los reyes, pero sí recuerdan quién era el Cid. Eso tiene mucho mérito.

P. Hay una idea equivocada que resume la geopolítica de la época del Cid en moros contra cristianos. Pero en 'Sidi' recuerda que en realidad no fue así.

R. El Cid luchó con moros contra cristianos y con cristianos contra moros. Capturó a un conde cristiano trabajando para los moros. Por eso la novela se llama ‘Sidi’, que no es un nombre cristiano. Yo quería destacar esa ambigüedad de ser cristiano pero que te llamen con un nombre moro. Además, el concepto de frontera es fundamental en esta novela, porque es un territorio mestizo y ambiguo. Yo he vivido en fronteras toda mi vida, por mi trabajo. Y tú no puedes trazar una línea y decir "aquí están los buenos y aquí están los malos". En la frontera te impregnas del enemigo, incluso de su sangre cuando lo estás matando, y eso cambia tu forma de ver el mundo.

placeholder Pérez-Reverte en la presentación de 'Sidi'. (Efe)
Pérez-Reverte en la presentación de 'Sidi'. (Efe)

P. Como en su relato de 'Oro', el Cid y su mesnada lucha por la supervivencia. Y por la promesa de riqueza. ¿De dónde sale aquello de que luchaban por la patria?

R. Yo, como reportero, he visto luchar a mucha gente durante veintiún años. Te aseguro que no he visto en la guerra a nadie decir “¡Viva la patria!” o “¡Viva España!” o “¡Viva Eritrea!” o “¡Viva Angola!”. Jamás. siempre he visto luchar por razones más inmediatas como son el hambre, el miedo, defender la casa, a la mujer y a los hijos, por odio, por rencor, por vengarse… Por razones absolutamente humanas. Pero, ¿por ideales? Eso, normalmente, lo diseña el que no va nunca allí. Diseñan banderas bonitas, discursos y monumentos patrióticos, pero a la guerra van los desgraciados.

P. ¿Cree que ese relato va a levantar ampollas, sobretodo con un personaje tan politizado?

R. Yo publico en cuarenta y tres países, así que, como comprenderás, lo que opine un político de Vox o del partido que sea me importa un bledo. Tengo la libertad de elegir mis temas. Cantidad de gente va a opinar de la novela sin leerla. Y eso que puede parecer anecdótico es el problema de lo que ocurre ahora.

Lo que opine un político de Vox o del partido que sea me importa un bledo. Tengo la libertad de elegir mis temas

P. ¿Está acostumbrado a las críticas?

R. Yo soy muy activo en Twitter, donde tengo más de dos millones de seguidores, y eso lo vivo todos los días. Me llegan cosas que supuestamente he dicho y que jamás he dicho. Entonces soy un hijo de puta fascista. O al revés, un rojo de mierda. A mí me da igual, porque soy ya mayor. Opinan de algo que alguien ha dicho que he dicho. Y, en ese sentido, soy muy pesimista. Nos estamos yendo muy lejos del Cid, así que volvamos.

R. El siglo XI no era un siglo para gente blanda. Un moñas ahí no hubiera sobrevivido ni diez minutos. Yo quería contar cómo era posible sobrevivir. La cuestión no es que el Cid fuese buena o mala persona, eso me da igual. Lo que me interesa es la cuestión práctica. Tú puedes ser el mayor hijo de puta del mundo o la persona más bondadosa, la cuestión es crear lazos de unión con la gente. Y eso se llama astucia, camaradería, lealtad, sacrificio, dar ejemplo, conocer sus nombres, para cuando llegue el momento te sigan.

placeholder Arturo Pérez-Reverte revisita la figura del Cid Campeador. (Efe)
Arturo Pérez-Reverte revisita la figura del Cid Campeador. (Efe)

P. ¿Y ahora?

R. El problema que tiene ahora no sólo España, sino Europa, Occidente, es que el liderazgo está cayendo en manos de mediocres, porque todo el sistema educativo busca aplastar la inteligencia. El que levanta mucho la mano, el que no se integra en el grupo, el que no juega al fútbol en el equipo es mal visto. No sólo por los compañeros, sino por el sistema. Todo el sistema educativo está hecho para que cuando haya alguien que destaca, con criterio e independiente, destrozarlo. Para que no humille intelectualmente a los mediocres. Y en lugar de intentar que los mediocres se parezcan a los brillantes, a los brillantes se les aniquila para igualarlos al mediocre. Se está provocando un exterminio —no sólo en España, pero en España más, porque somos más gilipollas que otros—, un desmantelamiento de la inteligencia en nuestra sociedad. Quienes llegan al poder hoy son mediocres salidos del sistema, porque el que es independiente lo extermina el propio sistema. A la gente brillante los propios compañeros se lo cargan. Las masas nunca han guiado a los pueblos, son las élites quienes, moviendo las masas, han guiado a los pueblos. Nos hemos quedado sin élites. A las élites se las considera fascistas. Y sin las élites eliminamos la posibilidad de movernos. ¿Dónde están Adenauer, Churchill, Kennedy? Hasta los tiranos… ¿dónde están Stalin o Hitler? No hay personalidades, ni buenas ni malas. Y esto, por favor, matízalo. No estoy echando en falta a Stalin o a Hitler. Pero, ¿dónde están las personalidades que, para bien o para mal, movían al mundo?

P. En 'Sidi' retrata una época en la que la guerra era parte de la cotidianidad. Hoy vivimos en un continente que no ha vivido una guerra en las últimas décadas. ¿Cómo ha influido en nuestro carácter?

R. Vivimos en una época de crisis, pero la gente no quiere verlo. Ha habido una crisis económica en España y en Europa y no ha servido para nada. Siempre esperamos que las crisis pasen para volver a lo mismo. No aprendemos nada. El europeo actual cree que las crisis son algo pasajero y que todo volverá a ser como antes. No se da cuenta de que el mundo es cambiante y que esta aparente normalidad en la que los teléfonos y los enchufes funcionan, esta aparente normalidad en la que la gente sale del paso y las mujeres son respetadas es un espejismo en un mundo mucho más áspero, violento y terrible. Porque en cualquier momento esta normalidad, este oasis de confort en el que creemos vivir puede irse al diablo. Basta una gota fría. Un tsunami. Una carne mechada.

P. Afirma que ha volcado parte de sus experiencias como corresponsal de guerra en la novela. ¿Cómo cree que ha cambiado la profesión desde que usted la vivió frente a ahora?

R. Ahora es otro mundo. No hay relación. En el periodismo que yo hacía no había teléfonos móviles ni se confiaba en el teletipo, la cámaras eran de rollo que había que revelar y mandarlo al periódico. El reportero tenía una independencia que ya no tiene, incluso frente a sus jefes. Los periódicos tenían medios económicos, porque cubrir una guerra es carísimo. No existía Twitter; ahora por qué vas a ir si te lo va a contar antes un tipo por Twitter, aunque sea mal. No digo que sea mejor o peor, pero sí diferente. A mi primera guerra fui con 21 años, en el año 72 ó 73, y de eso ha pasado medio siglo. Entonces no existía ni el Sida, la gente veía la televisión de una manera mucho más inocente, llegabas a un sitio y no pensaban en secuestrarte… Yo ahora no sería reportero. Dudo que hubiera sobrevivido. Me hubieran secuestrado o me hubieran matado. No sería reportero.

El mundo es un lugar hostil y peligroso, lleno de hijos de puta

P. Otra industria que no vive su mejor momento es la del libro. El último barómetro de hábitos de lectura indica que casi un 40% de españoles no lee nunca o casi nunca.

R. No leer un libro en todo el año no es malo. No es obligatorio leer. Si no quieren, que no lean. La cuestión es que no leen ni miran ni nada. Cuando ponen la tele ven a Belén Esteban en ‘Sálvame’. Hay muchas formas de educarse que no son la lectura. El libro no es un objeto sagrado que solucione el mundo. Una persona que no lee libros puede ser perfectamente lúcida y culta si ve la televisión como debe ser o se pone a buscar en internet algo que no sea tíos o tías en pelotas o hace algo más que matar marcianos. El hombre actual… el ser humano actual, quiero decir, mira la vida a través de la pantalla de un móvil o del ordenador. Es difícil que mire al mundo directamente, siempre a través de un intermediario que puede ser parcial y manipulable, lo cual es gravísimo. Nuestros abuelos sabían que el mundo era un lugar en el que había que mirar, porque si no morías. Había que mirar la luz, el árbol, el granizo, la nube que viene, el color del mar, el paisaje, los enemigos, bandoleros... Yo he salido por ahí con guerrilleros y los tíos se paran. Tú no ves, pero ellos sí. Esa capacidad de protegerse con la mirada, el ser humano actual la ha perdido. Ahora el semáforo se pone en verde, cruzamos, y no te preocupas de que puede pasar un coche y matarte. Y el mundo es un lugar hostil y peligroso, lleno de hijos de puta.

Desde la puerta del Palace, centro de operaciones de Arturo Pérez-Reverte (1951) en época de promoción, se ve la entrada al Congreso. Dos días después del anuncio de unas nuevas elecciones generales, grupos de curiosos se apostan a la entrada del edificio, a la espera de que haya algo de movimiento en un lugar cuyo exterior no representa el pandemonio de la realidad política actual. Un hemiciclo atomizado atravesado por pactos ocultos y traiciones manifiestas, lejanamente parecido al mapa político con el que en el siglo XI lidió el Cid, protagonista de 'Sidi', la última novela del escritor cartagenero, "un relato de frontera" en el que los reyes se traicionan, los desterrados se alían para sobrevivir y en el que el pueblo se resigna a que la mesnada de turno le vacíe la despensa.

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