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Cebrián contra Muñoz Machado por la dirección de la RAE: "Es como elegir al Papa"
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batalla en la casa de la lengua

Cebrián contra Muñoz Machado por la dirección de la RAE: "Es como elegir al Papa"

En la institución se afilan las navajas ante la próxima elección de un director/gestor que atraiga dinero a la institución

Foto: Juan Luis Cebrián y Santiago Muñoz Machado.
Juan Luis Cebrián y Santiago Muñoz Machado.

La Real Academia Española busca un gestor. No un filólogo ni un historiador de la lengua. Necesita dinero y alguien que sepa hacer las cuentas. La palabra 'euro' es la que más se escucha por los pasillos del edificio de la calle Felipe IV. Entre cuchicheos, conversaciones de ascensor, de fútbol y del tiempo. Porque ninguno de los 46 académicos quiere soltar prenda sobre sus preferencias para elegir al nuevo director en la votación que se producirá el próximo 13 de diciembre tras la renuncia de Darío Villanueva. Solo hay una cuestión clara: ante la debacle económica de los últimos años, cuando la designación del Estado ha bajado en un 60%, cuando ya no se venden diccionarios y los patrocinios, excepto los últimos donativos de Amancio Ortega, caen con cuentagotas, lo que se necesita es alguien que administre y como mínimo consiga pagar la nómina de los 80 empleados que tiene la magna institución.

El pasado lunes se presentó el nuevo 'Libro de estilo' de la RAE que trajo su polémica, una vez más, por las recomendaciones en torno al lenguaje inclusivo. Siempre que la Academia abre la boca sobre las posibilidades de la x, la arroba o la e (todes) estalla la tormenta. Por su fastuoso salón pasaron los dos académicos que hasta la fecha se han postulado de forma oficiosa, ya que no hay candidatos oficiales: el periodista Juan Luis Cebrián, hasta no hace muchos meses presidente y consejero delegado del Grupo Prisa, y el jurista Santiago Muñoz Machado, reciente ganador del Premio Nacional de Historia con el libro 'Hablamos la misma lengua. Historia política del español en América'. Cada uno hablaba con unos y con otros. ¿Quiénes les apoyaban?

Foto: En la imagen, con gafas oscuras, el director de la RAE, Darío Villanueva, que acaba de anunciar su salida, durante un acto en Tegucigalpa, Honduras. (EFE)

“Los dos son personas con aspiraciones y ninguno es filólogo ni historiador de la lengua. Los dos tienen posibilidades. LA RAE pasa por situación económica difícil y es probable que muchos piensen que se necesita un perfil más de gestor/empresario, que sería más Cebrián, aunque Machado tiene un bufete administrativo”, sugiere una persona que conoce bien la institución. De hecho, si saliera uno de los dos sería la primera vez, desde que Ramón Menéndez Pidal fuera elegido en 1925, que no es filólogo ni historiador de la lengua, a excepción de Pedro Laín, elegido en 1985 y que era historiador en el campo de la medicina.

Por trayectoria ideológica, cuando se pregunta también se pincha en hueso. Solo hay quien apunta que puede que Cebrián reciba más apoyos de otros académicos cercanos al Grupo Prisa como Mario Vargas Llosa o Emilio Lledó, mientras que Machado puede tener aseguradas las de José Manuel Sánchez Ron, Carmen Iglesias o Arturo Pérez-Reverte. Pero, en definitiva, se considera que ambos postulantes tienen un perfil parecido, ninguno cercano al PP, y con varios puntos a favor como el hecho de haberse movido bien por América Latina. Y esto último, para la RAE panhispánica es muy importante.

placeholder Félix de Azúa. (EFE)
Félix de Azúa. (EFE)

Otros académicos que sí dan su nombre se muestran más contundentes ante ambos perfiles y qué es lo que necesita la RAE en estos momentos. Así, como indica Félix de Azúa, “a ambos candidatos se los rifarían los bancos para tenerlos en sus consejos de administración”. Para este académico, no obstante, el verdadero problema no es la elección del director, sino “que no haya habido ningún gobierno que se tome en serio la función de ese instituto en el ámbito internacional. No solo han retirado o reducido las subvenciones sino que no comprenden la labor que la RAE y las academias americanas cumplen en el mundo. Dicho en plata: no entienden lo que es la Academia”. Para zanjar la cuestión: “Los directores harán lo que puedan, pero sin apoyo del Estado la RAE no puede cumplir con sus obligaciones”. Es decir, alguien que consiga que el Gobierno les haga más caso y no solo se refiera a la RAE para informes sobre el lenguaje.

Elección complicada

La elección del director, en cualquier caso, no es fácil. Tampoco saber qué ocurrirá. Manuel Gutiérrez Aragón repite continuamente: “Esto es como la elección del Papa, tienes que preguntarle al espíritu santo”. En los plenos, como el último celebrado este pasado jueves, tampoco hay debate. Solo charlas en los pasillos. Y tampoco parece haber una cabeza visible, como lo fue en la era de Víctor de la Concha, capaz de aglutinar una buena cantidad de votos ya en la primera votación.

Si a la última votación llegaran Cebrián y Muñoz Machado, sería elegido el académico más antiguo en la RAE: el periodista

Porque el 13 de diciembre es el día marcado para que salga el nuevo director, pero prácticamente nadie cree que ese día pueda haber fumata blanca. Según los estatutos de la RAE, en su artículo 25 se indica que en la primera votación es necesario conseguir la mayoría absoluta, es decir, la mitad más uno. No votarán los 46 académicos, ya que habrá alguno que no estará presente –aunque sí es válido el voto por correo en la primera votación- y tampoco tienen voto los que aún no hayan leído el discurso como Carlos García Gual y Juan Mayorga. No obstante, para conseguir la elección se estima que serán necesarios más de 20 votos. Y nadie parece poner la mano en el fuego.

De ahí se llegaría a una segunda votación, en la que se necesitan tres cuartos para la elección. Sería en la tercera votación, previsiblemente el 20 de diciembre, cuando ya solo se necesita la mayoría simple. Ahora bien, como indican desde la RAE, también podría haber un empate, y es más, a esta última votación podrían llegar más de dos candidatos y hay quien apunta que podría colarse alguna académica como Inés Fernández Ordoñez, Paz Battaner o Aurora Egido. En cualquier caso, si a esta última votación llegaran los oficiosamente postulados Cebrián y Muñoz Machado en posición de empate, sería elegido el académico más antiguo en la RAE, y sería el periodista, que llegó a la RAE en 1997 y es uno de los más veteranos con sillón. Muñoz Machado fue elegido en 2013.

placeholder Darío Villanueva, el director saliente de la RAE. (EFE)
Darío Villanueva, el director saliente de la RAE. (EFE)

En definitiva, el silencio cubre ahora los muros de la institución. Nadie hace campaña abierta porque sabe que podría restarle votos. En otras elecciones ha habido alguna sorpresa como cuando José Manuel Blecua decidió no presentarse a última hora hace cuatro años y salió elegido Villanueva. También esa época había una línea muy marcada por De la Concha que continuaron Blecua y Villanueva. Ahora todo ha cambiado. La RAE ya no tiene los ingresos que tenía ni la misma asignación estatal. Habrá vuelta de timón. Y como se repite constantemente, sin dar ningún nombre, quien venga tendrá que saber seducir al Estado y la sociedad civil para mantener viva a la institución. Un periodista o un jurista.

La Real Academia Española busca un gestor. No un filólogo ni un historiador de la lengua. Necesita dinero y alguien que sepa hacer las cuentas. La palabra 'euro' es la que más se escucha por los pasillos del edificio de la calle Felipe IV. Entre cuchicheos, conversaciones de ascensor, de fútbol y del tiempo. Porque ninguno de los 46 académicos quiere soltar prenda sobre sus preferencias para elegir al nuevo director en la votación que se producirá el próximo 13 de diciembre tras la renuncia de Darío Villanueva. Solo hay una cuestión clara: ante la debacle económica de los últimos años, cuando la designación del Estado ha bajado en un 60%, cuando ya no se venden diccionarios y los patrocinios, excepto los últimos donativos de Amancio Ortega, caen con cuentagotas, lo que se necesita es alguien que administre y como mínimo consiga pagar la nómina de los 80 empleados que tiene la magna institución.

RAE Juan Luis Cebrián
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