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Pawlikowski marcará la historia del cine con 'Cold War': "La política lo contamina todo"
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se estrena este 5 de octubre

Pawlikowski marcará la historia del cine con 'Cold War': "La política lo contamina todo"

La última película del cineasta polaco, 'Cold War', suena fuerte para los Oscar; ¿repetirá el triunfo que consiguió en los Premios de la Academia de 2014 con 'Ida'?

Foto: Pawel Pawlikowski en lam presentación de 'Cold War' en Cannes. (Reuters)
Pawel Pawlikowski en lam presentación de 'Cold War' en Cannes. (Reuters)

Pawel Pawlikowski, como sus películas, tiene una presencia tan etérea como telúrica. Habla con ritmo pausado y no camina, levita, pero a su vez las grietas y hendiduras de su cara le dan un aspecto viril, incluso rural. Como en un anuncio de Axe, hombres y mujeres caen rendidos a su paso. Palabrita de testigo directo y víctima reconocida. Empezó en el cine como documentalista para la televisión británica —estudió filosofía en Oxford— y es hijo de exiliados de la Polonia comunista y nieto de judíos asesinados en Auschwitz. Y aunque con sus primeros trabajos de ficción consiguió hacerse un hueco en la escena europea —BAFTA incluido—, no fue hasta 2013 cuando se descubrió internacionalmente como un gran autor gracias a 'Ida', el bellísimo drama histórico que le valió el Oscar a Mejor película extranjera. Ahora con 'Cold War', su última película, vuelve a sonar con fuerza para los Premios de la Academia y como uno de esos títulos intemporales que marcan la historia del cine, aunque la actualidad tienda a la miopía.

Esta historia del amor y el desamor de una pareja —basada en sus padres— a lo largo de una década ya le ha valido al cineasta polaco el reconocimiento como Mejor director en el último Festival de Cannes. Una película mágica y cuidada, rodada en blanco y negro, que recorre la Europa de posguerra, la del muro, la de los bloques, de la mano de Zula (Joanna Kulig), una joven cantante folclórica, y Wiktor (Tomasz Kot), un pianista varios años mayor que ella, enredados en un tira y afloja sentimental de sinvivires y separaciones. Pocos días antes del estreno de 'Cold War' en España este 5 de octubre, Pawlikowski presentó su película en la sección de Perlas del Festival de San Sebastián.

PREGUNTA. Después del éxito de 'Ida' vuelve a una Polonia que intenta reconstruirse después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué le atrae tanto de este periodo?

RESPUESTA. En realidad 'Ida' estaba ambientada a principios de los sesenta. Yo ya había nacido, así que guardo algunos recuerdos de mi infancia. Imágenes, canciones, los modelos de coche. En 'Cold War' estamos diez años antes, aunque es verdad que termina alrededor de los años sesenta. Pero la mayor parte de la película retrata la Polonia de mis padres. Tiene que ver con sus vidas reales, que siempre fueron a la vez fuente de frustraciones y fascinación para mí. Era un mundo que no estaba tan abarrotado de imágenes y sonidos y colores y ruidos. Es una escapada hasta un mundo más simple, que intento conjurar a través de las imágenes, porque me resulta difícil encontrar un asidero en el mundo actual.

P. ¿Esa nostalgia le lleva a recurrir otra vez al formato cuatro tercios y al blanco y negro?

R. No es que me haya enamorado del cuatro tercios y el blanco y negro. No tengo un fetiche por el blanco y negro, no pienso en esos términos. Creo que simplemente era la forma adecuada de mostrar estas historias en estas películas. No sé cómo será la próxima. Me planteé si hacer 'Cold War' en blanco y negro o no, y al final lo hice por eliminación, porque no podía encontrar una paleta de colores que se tuviese sentido para retratar a la Polonia de los años 50 y 60. Era un país gris y marrón y oscuro, así que el blanco y el negro era la forma más colorida de enseñarla. Es una cosa intuitiva. Te dejas llevar por lo que crees que va a funcionar y lo que no. El blanco y el negro tiene sus limitaciones, pero para a mundo al que me quería trasladar le daba algo mucho más dramático y contundente. Quería que la película tuviese mucho conflicto —la palabra guerra está en el título—, así que visualmente buscamos un contraste mucho más fuerte que en 'Ida'. Hay encuadres muy distintos, no tan excéntricos. Es, en general, una película muy diferente a 'Ida'.

P. Con 'Ida', una película rodada en Polonia con actores polacos, consiguió una repercusión que no había tenido con anteriores trabajos, rodados en inglés y con grandes estrellas de Hollywood. ¿Cómo es que, cuanto más local es la historia que usted cuenta, más universal es su alcance?

R. Es lo que suele ocurrir en el arte. Cuanto más específico eres, más universal parece, en especial en el mundo de hoy en día, en el que somos híbridos culturales, monótonos en nuestra variedad. Tú pones la radio en dos países que estén cada uno en una punta del mundo y la música es prácticamente la misma. Así que tienes que hablar de algo que realmente conozcas, algo muy cercano, aunque tienes que tratarlo de forma que se entienda en cualquier contexto del mundo.

placeholder Joanna Kulig y Tomasz Kot en un momento de 'Cold War'. (Caramel)
Joanna Kulig y Tomasz Kot en un momento de 'Cold War'. (Caramel)

P. ¿Qué importancia tiene el contexto histórico en sus películas?

R. Me gustan las situaciones históricas, pero no hago películas históricas. Me gusta que mis personajes estén constantemente presionados por su contexto histórico. Cuando escribía historias en Reino Unido o en Francia, países en los que he vivido, siempre sentí que me faltaba ese elemento, porque si lo miras bien la historia siempre es fundamental. Cualquier cosa que hagas tiene muchísimas capas de significado y tu comportamiento siempre tiene sentido en un contexto histórico y las acciones individuales pueden tener una repercusión tremenda en ese contexto, algo que hoy en día puede no parecernos tan evidente, ahora que nuestra vida emocional pertenece cada vez más a la esfera digital.

P. ¿Y la identidad nacional?

R. A medida que me he ido haciendo mayor he sentido la necesidad de sacarme de dentro asuntos de mi infancia, como una especie de nostalgia no por la infancia, sino por una época que era más sencilla. También sobre asuntos inacabados que tengo sobre mi país y mi identidad, como lo que significa ser un polaco católico o un polaco judío, o descubrir aspectos más íntimos sobre la vida de mis padres. Pero eso es algo que ha empezado a ser importante para mí ya con una edad, cuando mis hijos ya son mayores.

placeholder Otro fotograma de 'Cold War'. (Caramel)
Otro fotograma de 'Cold War'. (Caramel)

P. Volviendo a la identidad nacional, en el momento de su estreno hubo algunos políticos consideraron 'Ida' como antipatriótica y pidieron que se la boicotease. ¿Por qué?

R. Cuando estrenamos 'Ida' el actual Gobierno polaco estaba en plena campaña y utilizó la película como herramienta electoral, para ganar las elecciones. Decían que la película estaba ganando tantos premios porque había una conspiración contra Polonia y que representaba al país de forma negativa. Se lo vendieron a sus votantes y sus votantes no fueron a ver la película porque era 'antipatriótica'. Decían que era antipatriótica, pero no la habían visto. Porque la película está llena de ambigüedades y paradojas y no tiene una tesis política clara. Pero la usaron. 'Hollywood, la adora', dijeron, 'y ya sabemos quien manda en Hollywood'. Así que se convirtió en un instrumento propagandístico muy sucio y hubo muchas peticiones en contra de la película. Fue un plan lleno de cinismo para calentar el clima político. Para que los partidos pudiesen jugar la carta del patriotismo. Pero no es una película antipolaca, para nada. Ni anticristiana. Dijeron que estaba contada desde el punto de vista judío. Se dijeron gilipolleces. Porque hoy en día la cosa concreta no importa, lo que importa es darle la vuelta a todo.

P. ¿Y ahora?

R. Parece que esta les gusta más porque hay música tradicional.

P. ¿Piensa que hay demasiada injerencia de la política en otros espacios, como por ejemplo el arte?

R. Hoy en día la política y la ideología lo contaminan todo. Es terrible. Por eso es tan importante que el arte no se vea arrastrado por ello. El arte tiene que ser una esfera libre donde puedas hablar de todo y enseñar la belleza y las paradojas y la ambigüedad de la realidad y no permitir que esta gente lo reduzca todo a dos narrativas opuestas, idiotas y simplistas. Que si izquierda, que si derecha. El arte no va de eso. Y tenemos que luchar para mantener nuestra esfera libre de estos maniqueísmos.

Pawel Pawlikowski, como sus películas, tiene una presencia tan etérea como telúrica. Habla con ritmo pausado y no camina, levita, pero a su vez las grietas y hendiduras de su cara le dan un aspecto viril, incluso rural. Como en un anuncio de Axe, hombres y mujeres caen rendidos a su paso. Palabrita de testigo directo y víctima reconocida. Empezó en el cine como documentalista para la televisión británica —estudió filosofía en Oxford— y es hijo de exiliados de la Polonia comunista y nieto de judíos asesinados en Auschwitz. Y aunque con sus primeros trabajos de ficción consiguió hacerse un hueco en la escena europea —BAFTA incluido—, no fue hasta 2013 cuando se descubrió internacionalmente como un gran autor gracias a 'Ida', el bellísimo drama histórico que le valió el Oscar a Mejor película extranjera. Ahora con 'Cold War', su última película, vuelve a sonar con fuerza para los Premios de la Academia y como uno de esos títulos intemporales que marcan la historia del cine, aunque la actualidad tienda a la miopía.

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