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Luces y sombras de Roald Dahl: de la infancia traumática al antisemitismo
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30 AÑOS DE 'MATILDA'

Luces y sombras de Roald Dahl: de la infancia traumática al antisemitismo

Este octubre se cumplen treinta años desde la publicación de 'Matilda', obra de un escritor infantil querido y odiado cuya vida sumó tantas heroicidades como tragedias

Foto: Retrato de Roald Dahl con 'Matilda', que cumple 30 años (Carl Van Vechten)
Retrato de Roald Dahl con 'Matilda', que cumple 30 años (Carl Van Vechten)

No hay una única definición para Roald Dahl, el escritor cascarrabias de casi dos metros de altura que creó ‘Jack y el melocotón gigante’ o ‘Charlie y la fábrica de chocolate’. Según quienes le conocieron, Dahl fue un filántropo con comportamientos que rozaban la crueldad, un padre de familia infiel que comprendía el universo infantil mejor que nadie y un antisemita que contaba, cómo no, con muchos amigos judíos. Este mes de octubre se cumplen treinta años desde que el tan querido como controvertido escritor publicara una de esas obras que pasan de generación en generación sin una arruga: ‘Matilda’, la niña prodigio enganchada a la lectura, rechazada por sus padres y que desarrolla poderes telequinéticos. Luces y sombras comunes en las historias de Dahl que beben de su vida y tragedia.

Dahl nació en 1916 en Cardiff, Reino Unido, y perdió a su padre con solo cuatro años. El escritor pasó su adolescencia en un duro internado, cuyos castigos físicos enmarcados en la severidad del sistema educativo británico y los abusos de sus compañeros protagonizarían ‘Boy, lo más parecido a una autobiografía. Durante sus años en Repton, los estudiantes más jóvenes tenían todas las de perder y los más mayores los trataban como “esclavos personales”, en palabras de Dahl. El sistema se justificaba con que, de esta forma, los nuevos alumnos tendrían un sentido de lugar y de orden.

placeholder Fotograma de la película 'Matilda'.
Fotograma de la película 'Matilda'.

“Cuatro años es mucho tiempo para estar en prisión”, resumió Dahl sobre su estancia en Repton. “Una vez, cuando tenía 15 años, a un chico de 16 llamado Wilson no le gustó lo que dije y reunió a media docena que me persiguieron. Corrí hasta el jardín donde me acorralaron, me cogieron de los brazos y las piernas y me llevaron dentro. En el vestuario me sujetaron mientras uno de ellos llenaba una bañera hasta arriba con agua helada, me tiraron dentro, con ropa y todo, y me sujetaron ahí durante bastantes minutos agonizantes. ‘Metedle la cabeza debajo del agua’, gritaban. Casi me ahogué y cuando por fin me soltaron y me arrastré fuera de la bañera no tenía ninguna ropa seca para cambiarme”.

En los primeros borradores de ‘Boy’, el resentimiento de Dahl hacia el internado es casi palpable, explican en Telegraph. En la versión final, muchos de sus recuerdos traumáticos fueron eliminados.

Pionero de la medicina

placeholder El matrimonio formado por la actriz Patricia Neal y Roald Dahl
El matrimonio formado por la actriz Patricia Neal y Roald Dahl

Sus obras son infantiles pero en ellas se respira un mundo grotesco y frío, aderezado con dosis de humor y mucha imaginación. La muerte y el rechazo están presentes en sus historias repletas de chocolate, magia, lombrices y ratones. En ‘Las brujas’, uno de los clásicos, el niño se convierte en ratón y decide no volver a ser humano para no vivir más tiempo que su abuela. Ophelia, la hija de Dahl, destacó la fascinación de su padre con las historias de quienes habían experimentado cambios dramáticos, psicológicos o físicos, algo que el escritor vivió en sus propias carnes cuando se convirtió en piloto de avión en la Segunda Guerra Mundial. En 1941, Dahl tuvo un accidente que describió después como “un golpetazo monumental en la cabeza”. En el momento del impacto, medio ciego y aturdido, pensó que iba a morir. “Todo lo que quería era irme a dormir y al infierno, con las llamas”, escribió.

Dahl no pudo volver a volar, pero la soledad y la libertad unidas al vuelo y al cielo es algo que ha plasmado en algunas de sus obras, como en ‘James y el melocotón gigante’ o ‘Charlie y la fábrica de chocolate’. Ya recuperado, el escritor pasó el resto del conflicto en Estados Unidos involucrado en el servicio de información británico, el departamento encargado de convencer a los estadounidenses para que apoyaran a los americanos. Durante su estancia allí se le conocen relaciones con un gran número de mujeres. “Era muy arrogante con ellas pero se salía con la suya. No es que el uniforme hiciera ningún daño”, dijo su amiga Antoinette Haskell.

Dahl terminó casándose con la actriz Patricia Neal en 1953, quien lo bautizó como “el podrido Roald” por su carácter irritable. Con ella tuvo cinco hijos, entre ellos Olivia, que murió de encefalitis. Dahl, destrozado por la pérdida, se desahogaba con su otra hija Tessa. "¿Por qué no puedes ser como ella?", le gritaba, según recuerda la propia Tessa. "Papá dio felicidad a millones de niños, pero yo me estaba muriendo por dentro". La muerte de su Olivia no fue la única tragedia que envolvió a la familia de Dahl: Theo, el varón, desarrolló hidrocefalia a causa de un accidente. Fue entonces cuando el escritor participó en la invención de una válvula para aliviar la patología que supondría un gran avance en el campo de la neurología, la más tarde conocida como válvula de Wade-Dahl Till.

Durante su matrimonio, Dahl fue infiel a Neal en repetidas ocasiones y terminó casándose con una de las amigas de la actriz.

"No soy antisemita, soy anti-Israel"

Las informacionessobre Dahl y sus comportamientos a lo largo de los años abrieron el debate sobre si fue más villano que héroe. Su mala fama se acrecentó cuando fue acusado de antisemitismo por sus palabras en una crítica en el Literary Review de 1983. Dahl aseguró que tras la Guerra del Líbano de 1982, “todos comenzamos a odiar Israel”. Según el biógrafo Jeremy Treglown, Dahl había escrito en un principio “judíos” en lugar de “Israel” y fue el editor de la revista quien cambió el término. “No soy antisemita, soy anti-Israel”, concretó después Dahl. “Hay un rasgo en el carácter judío que provoca aversión. Quiero decir que siempre hay una razón por la cual lo anti-algo crece en cualquier sitio; incluso un apestoso como Hitler no los escogió a ellos sin razón”.

Mucha gente lo amó; otros muchos, algunos de ellos los mismos, lo detestaban

A pesar de sus palabras, Treglown relata que el escritor mantuvo amistad con varios judíos pero aporta también la otra cara de la moneda: según el biógrafo, el escritor era un mentiroso, un fanfarrón y un matón. “Mucha gente lo amó y tuvieron razones para estar agradecidos con él; otros muchos, algunos de ellos los mismos, lo detestaban”.

En 1990, Dahl falleció de leucemia a los 74 años. ‘Matilda’, mientras, ajena a polémicas y heroicidades, continúa cumpliendo años, saltando de generación en generación.

No hay una única definición para Roald Dahl, el escritor cascarrabias de casi dos metros de altura que creó ‘Jack y el melocotón gigante’ o ‘Charlie y la fábrica de chocolate’. Según quienes le conocieron, Dahl fue un filántropo con comportamientos que rozaban la crueldad, un padre de familia infiel que comprendía el universo infantil mejor que nadie y un antisemita que contaba, cómo no, con muchos amigos judíos. Este mes de octubre se cumplen treinta años desde que el tan querido como controvertido escritor publicara una de esas obras que pasan de generación en generación sin una arruga: ‘Matilda’, la niña prodigio enganchada a la lectura, rechazada por sus padres y que desarrolla poderes telequinéticos. Luces y sombras comunes en las historias de Dahl que beben de su vida y tragedia.

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