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Gus Van Sant: Madrid recibe al indomable artista que se niega a explicarse
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Gus Van Sant: Madrid recibe al indomable artista que se niega a explicarse

El cineasta nos visita estos días a propósito de una exposición sobre sus películas, de un ciclo que le dedica la Filmoteca y para presentar su último film: 'No te preocupes, no llegará lejos a pie'

Foto: Gus Van Sant, en La Casa Encendida de Madrid. (EFE)
Gus Van Sant, en La Casa Encendida de Madrid. (EFE)

Entrevistar a Gus Van Sant es como tocar una parte del elefante que protagoniza la parábola india en la que basó el título de una de sus películas más famosas (la otra razón de ser de 'Elephant' tiene que ver con un homónimo film británico). En aquella leyenda, varios ciegos tocaban una parte del cuerpo de un elefante y cada uno de ellos creía saber cómo era el animal en su totalidad sin llegar a coincidir en sus conclusiones. A Van Sant tampoco es fácil conocerlo o reducirlo a una etiqueta.

El cineasta que definió el 'queer cinema' e impulsó el cine independiente norteamericano visita estos días Madrid por tres motivos. La Casa Encendida le dedica, hasta el próximo 16 de septiembre, una exposición formada por películas y obras plásticas (fotografías, dibujos y música inéditos en España). En segundo lugar, la Filmoteca Española repasa sus películas (desde la ya mítica 'Mala Noche' hasta las más recientes) a través de un ciclo. Además, en apenas unos días se estrena 'No te preocupes, no llegará lejos a pie', su último film. En cualquier otro artista, esta triada de razones bastaría para exhibir un derroche de ego complaciente. En el caso de este hombre serio y taciturno, que habla despacio y responde con preguntas a los periodistas que le preguntan, sucede todo lo contrario.

Van Sant solo dio algunas pinceladas de su inclasificable personalidad. Incluso a la hora de hablar de lugares y paisajes que conoce como la palma de su mano. Durante la rueda de prensa en la que se presentaba la exposición, el director que simbolizó el Hollywood posmoderno definió a la meca del cine como "un banco, un sitio donde puedes conseguir dinero. Hay películas independientes que dan dinero. Lo malo es que se dejen llevar sólo por lo que hace ganar mucho dinero. Me recuerda a la industria automovilística: vamos a hacer camiones grandes porque se gana más dinero".

Otro lugar bien conocido y radiografiado por el director de 'Todo por un sueño' es su propio país. Sin llegar a mencionar a Donald Trump y a la terrible política de separación de familias de inmigrantes que ha conmocionado a todo el mundo esta semana, el director manifestó que lo ocurrido daría para una buena película. Y, nuevamente, aquellos que buscaban un titular potente se quedaron con las ganas.

Polaroids y cine

Van Sant venía a hablar de otras cosas. Del diálogo entre sus pinturas y su cine; del estudiante de arte que fue, de la naturalidad de algunas de las Polaroids (unas 400) que componen la muestra de La Casa Encendida y que, en su día, eran su particular forma de hacer casting a los actores de sus películas. Hace años, John Ford dijo que no se consideraba un artista y que solo hacía 'westerns'. Van Sant también resta importancia a sus películas y a esos retratos… si es que lo son. "Todas las fotografías son fotografías de castings pero nunca con la intención de hacer retratos", responde escuetamente cuando le preguntamos por el tema o comparamos su afán de retratar con esos biopics que, de 'Mi nombre es Harvey Milk' a su última película (sobre el humorista gráfico John Callahan) jalonan su filmografía.

placeholder Gus van Sant durante la presentación de su retrospectiva, en la Casa Encendida de Madrid. (EFE)
Gus van Sant durante la presentación de su retrospectiva, en la Casa Encendida de Madrid. (EFE)

Otra de las etiquetas relacionadas con Gus Van Sant es la de cineasta de la adolescencia. Los jóvenes que vagan sin rumbo por los pasillos del instituto de 'Elephant', el que encuentra refugio en un patinete en 'Paranoid Park', los River Phoenix y Keanu Reeves que se aventuran por las carreteras de 'Mi idaho privado'… Poesía visual; lirismo que, al igual que sus fotos, capta la efímera (y a veces siniestra) belleza de la juventud. 'El Confidencial' le pregunta directamente por esa relación con la poética adolescente y él vuelve a exhibir su hermetismo. "Cuando pienso en poesía adolescente pienso en Jim Morrison y en 'The Doors'. Puede haber algo poético en los personajes que aparecen en mis películas, algunos de ellos adolescentes, pero no creo que sean la definición de la poesía", asegura.

El personaje dice que el artesano hace siempre la misma obra, pero creo que también puede hacer cosas diferentes

Con la boca pequeña, el director también sabe cuál es la diferencia entre un artista y un artesano, dicotomía que plantea uno de los personajes de su última cinta. Según el profesor al que acude Callahan (encarnado por un magnífico Joaquin Phoenix) en 'No te preocupes, no llegará lejos a pie', el artista siempre hace obras únicas. El artesano, no tanto. Quizá para defenderse de aquellos que han cargado contra él cuando cruzaba la línea de lo 'indie' y se pasaba al lado oscuro de lo comercial, también se posiciona a favor de la artesanía. "Es una de esas teorías de las que no estoy muy seguro. El personaje dice que el artesano hace siempre la misma obra, pero creo que también puede hacer cosas diferentes", reflexiona.

Acabada la entrevista y la exposición mediática y promocional, queda la sensación de que lo mejor para desentrañar a Gus Van Sant es perderse un buen rato por la exposición de La Casa Encendida. O quizá no hay necesidad de desentrañar nada y, como sucedía con aquel 'Elephant', cada cual debe tener su propio concepto de quién es Gus Van Sant. El nuestro, pese a su hosquedad, sigue estando claro: es uno de los grandes artistas de nuestro tiempo.

Entrevistar a Gus Van Sant es como tocar una parte del elefante que protagoniza la parábola india en la que basó el título de una de sus películas más famosas (la otra razón de ser de 'Elephant' tiene que ver con un homónimo film británico). En aquella leyenda, varios ciegos tocaban una parte del cuerpo de un elefante y cada uno de ellos creía saber cómo era el animal en su totalidad sin llegar a coincidir en sus conclusiones. A Van Sant tampoco es fácil conocerlo o reducirlo a una etiqueta.

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