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"No puedoor morir": ruta íntima por la Málaga cotidiana de Chiquito de la Calzada
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ADIÓS AL GENIO DEL HUMOR

"No puedoor morir": ruta íntima por la Málaga cotidiana de Chiquito de la Calzada

En la casa donde nació y vivió con sus padres. En el barrio de Huelin, donde residía. En la capilla ardiente y en su funeral. Y en su restaurante favorito y en el homenaje en su parque

Foto: Grupo de humoristas amigos de Chiquito de la Calzada, ayer, en su homenaje en Málaga (Toñi Guerrero).
Grupo de humoristas amigos de Chiquito de la Calzada, ayer, en su homenaje en Málaga (Toñi Guerrero).

Dejando calle Larios, en una de las últimas bocacalles a la derecha, está el restaurante El Chinitas, propiedad de José Sánchez Rosso. Allí almorzaba casi todos los días Chiquito de la Calzada. Comía lo que hubiera de menú. Algo de cuchara como opción favorita. Tampoco se privaba ni del buen jamón ni del queso. Y alguna copita de vino caía. O dos a lo sumo.

El restaurante del amigo y compadre de Chiquito llora su muerte tras tantas sobremesas de risas y humor surrealista, trazado de un vocabulario único. Un inventor de palabras y expresiones. El enorme retrato de él, una fotografía que parece un cuadro, se lo han llevado a la capilla ardiente que está en la Diputación de Málaga, donde Gregorio Sánchez recibió hace un año el título de Hijo Predilecto de la provincia.

Foto:  Chiquito de la Calzada, el hombre que nos hizo reír en los noventa.

Antes de ir a la capilla ardiente, el muro de Facebook de Juan Soto Ivars atestigua el momento en el que el escritor y columnista de El Confidencial conoció a Chiquito. Fue en la primera semana de septiembre de este año. No habló con él. Le dio vergüenza. Para él era uno de los grandes mitos de la infancia. El que más. Uno de los periodistas de este diario que le acompañaban le animó a que pudiera charlar con él. O una foto. O un ‘selfie’. O el ya ‘viejuno’ autógrafo. Nada. Los mitos hay que dejarlos donde están. Bien arriba.

Dos horas más tarde, en la Plaza del Obispo, la barba de Soto Ivars se da media vuelta y observa que Chiquito merodea cerca.

— Don Gregorio, mi amigo quiere conocerle.

— Otro día; muchas gracias.

Chiquito tiene prisa, anda rápido, todo lo rápido que puede un hombre con 85 años que se movía de un lado a otro del escenario cuando contaba chistes. “Mejor, mucho mejor así. Me quedo con este recuerdo. He conocido a Chiquito. Siempre recordaré este momento”, dijo Soto Ivars, mientras encendía otro pitillo.

A la capilla ardiente de la Diputación acaba de llegar Susana Díaz. Cara de enfado. O tristeza. Le recuerdan que cómo es posible que Chiquito no hubiera recibido aún la Medalla de Andalucía. Los políticos se cruzan con humoristas y faranduleros como Bigote Arrocet, que llora delante de una fotografía enorme de Gregorio Sánchez elegante y que sonríe. Y al lado la frase que se repite una y otra vez: “Hasta luego, Lucas”.

"Eso es muy de Chiquito"

Resulta raro despedir a un humorista que hasta el final creyó que se salvaba. “No ‘puedoor’ [morir]”, dijo en el hospital. Suena a leyenda. Incluso a invención. “Yo me lo creo, eso es muy de Chiquito”, suelta un amigo cercano. “Al final la gente no se queda con Puigdemont u otros políticos, sino con quien les ha hecho reír y han pasado un buen rato. Eso es lo que se valora”, aporta un hombre de 40 años en el exterior del edificio de la Diputación.

El domingo por la mañana continúa en pleno coqueteo con el veroño. Una hora antes del funeral no queda ni un hueco libre en los bancos de la Iglesia de San Pablo. La misa va a empezar. Un miembro de la Junta de Gobierno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo pide que los reporteros gráficos no fotografíen durante la ceremonia religiosa. “Los dos primeros bancos y los primeros de la derecha son para los familiares y los políticos”, apunta otro cofrade.

placeholder El atáud de Chiquito de la Calzada en la Iglesia de San Pablo (Agustín Rivera).
El atáud de Chiquito de la Calzada en la Iglesia de San Pablo (Agustín Rivera).

A las 11.22 horas llega el ataúd de Chiquito. Aplausos de toda la Iglesia. “Mira, ahí está la comitiva. Todos los que viven del cuento”, apunta una señora no muy amiga de ningún político. “Ay, mira, pobre Chiquito. Ese está ya en el cielo”. El retrato gigante del Chinitas viaja allá donde esté él. Del Chinitas a la Diputación y de la Diputación a San Pablo.

El sacerdote sólo se refiere una vez a Gregorio. El resto de las veces habla de Chiquito. “Era una buena persona que ha alegrado a mucha gente triste. Sencillo y prudente, no se creía nada”. Y el cura habla de la muerte y la resurrección, eso que se aprende en las lecturas del Nuevo Testamento y aprende cualquier cristiano, pero que difícil de asumir para alguien que has visto con vida y ahora su cuerpo ya no está. “Este es el triunfo definitivo de su vida”, argumenta el sacerdote en la homilía.

Después de la paz dos amigas conversan sobre los humoristas que ven en los primeros bancos.

— ¿Cómo se llama ese que es muy gracioso?

— No lo sé.

— Sí, mujer. Ese que ha salido en el Canal Sur y todo.

— Pues no me acuerdo.

Mocito Feliz está en todos lados. El becario de Mocito lleva unos auriculares enormes blancos y sonríe. Mocito ha comulgado.

La señora, la más rubia, tranquiliza a su amiga:

— No te preocupes que luego esto lo echan en todas las cadenas.

Pepita, su mujer, falleció hace unos años. “Nunca volvió a ser el mismo, estaba algo triste; aunque era muy independiente

Ya acaba el funeral. Manolo Medina es humorista. También de Málaga. Toma la palabra. “Chiquito nunca perdió el sentido del humor. Revolucionó este país. Se ha ido a buscar su Pepita”, glosa Medina. Pepita es su mujer, que falleció hace unos años. “Nunca volvió a ser el mismo, estaba algo triste; aunque era muy independiente”.

placeholder Bar El Remo, en el barrio de la Trinidad de Málaga, frecuentado por Chiquito de la Calzada (Agustín Rivera).
Bar El Remo, en el barrio de la Trinidad de Málaga, frecuentado por Chiquito de la Calzada (Agustín Rivera).

Chiquito ya no vivía en la Trinidad, pero era rara la semana que no volvía a sus orígenes. Le gustaba comer gambas en el bar El Remo, en la esquina de calle Trinidad con la calle Jaboneros. A las 14 horas Paz Padilla, el presentador Eduardo Bandera y otros humoristas como “el Morta” homenajean a Gregorio tomando un aperitivo con varias cañas. Esos placeres de los domingos.

Cuando acaba la calle Trinidad, dejando a un lado la casa hermandad del Cautivo, espera la Plaza de Bailén. Hay que cruzar la acera para llegar a la calle de Chiquito, de donde procede su nombre. La calle Calzada de la Trinidad. La panadería Justa está a punto de cerrar. Sus dueños no saben muy bien dónde vivió Chiquito. La calle no es muy larga, de apenas 200 metros. Antiguamente era más extensa. Linda con la kilométrica Martínez de la Rosa, que comunica la zona norte con la Trinidad.

Calzada de la Trinidad, 23

“Está la cosa muy mala” para encontrar la casa que fue de Chiquito. Nadie sabe dónde es. Un vecino dice que es allí, la que está pintada de azul. Aquí nació y vivió Chiquito. Es el número 23 y linda con Martínez de la Rosa, 1. La casa sufre desconchones, tiene un tejado rojo y no sólo está pintada de azul, también de marrón. Un extraño ‘collage’. No parece que esté muy bien conservada. Las ventanas están cerradas. Ahora no vive nadie.

placeholder Casa familiar de Chiquito en la calle Calzada de la Trinidad (Agustín Rivera).
Casa familiar de Chiquito en la calle Calzada de la Trinidad (Agustín Rivera).

“Chiquito ha estado viviendo toda la vida con su familia. Yo creo que se fue de aquí ya mayorcito. Siempre estaba con las palmas bailando y cantando. Era muy buena persona. No veas lo que ha sido. Siempre se ha buscado la vida”, dice Carmen Jiménez, de 75 años, vecina de Martínez de la Rosa, 1. “Mi marido se iba con Chiquito a las ventas de los Montes a cantar”, rememora con una sonrisa melancólica. La zona ha cambiado mucho. Antes todo eran corralones y había una fuente donde se lavaba la ropa.

El parque Gregorio Sánchez, Chiquito de la Calzada, se sitúa frente a la torre Mónica, una antigua chimenea que fue testigo de la Málaga industrial del siglo XIX. El monologuista Tomás García había organizado cuando Chiquito había tenido una recaída, pero sin temer por su vida, una concentración alegre pidiendo un “¡Harl! para animar a Chiquito, “el Dalí del humor surrealista”, según García.

placeholder Calle Calzada de la Trinidad (Agustín Rivera).
Calle Calzada de la Trinidad (Agustín Rivera).

Antes de que empiece la función, se oye la voz del “Pecador de la Pradera”, ese “Fistro” que no se callaba nunca, que jamás se aprendía los guiones, y al que no se le conoce enemigo. García tenía seis años y no entendía que a su padre no le podía llamar papá: “Soy ‘paparl’, ‘condemor’; no papá, hijo”.

'Morta' es otro humorista de la ciudad. Hoy, junto a Manu Sánchez, humorista gaditano afincado en Sevilla y tertuliano en la cadena Ser Andalucía, ha almorzado en el Chinitas. Y dice que si alguna vez él u otro compañeros del humor recibe la Medalla de Andalucía la aceptarán, “porque está feo no recogerla, pero dirán que es Chiquito quien tenía que haberla conseguido”.

— La medalla me la voy a tener que comprar yo —, bromeaba el difunto.

¿De dónde viene lo de “Condemor”, una palabra fetiche del diccionario ‘Chiquitesco’? Chiquito era cantaor de flamenco. Se ganó la vida en los tablaos. Cantando o de palmero. Bailando. Y contando chistes en medio de cualquier actuación. Contratado por los señoritos para animar las veladas. Los turistas no querían pagar más y decían: “I can’t more”. Y él contestaba: “Yes, you can mor”. Condemor.

Se animan a un chiste sobre Chiquito. “Ese Chiquito que va el eco y dice: ‘Fistro’ y el eco dice “Fistro, fistro, fistro’. ¡Pecadorr! Y el eco dice pecadorr, pecadoor, y luego dice: “Gromenauer” y el eco responde: ¿Cómor, cómor, cómor?”. La fiesta se acaba con la canción que le grabaron el grupo Jarrillo’ Lata titulada “Ingenio y figura”.

placeholder Portal de la casa de Chiquito de la Calzada en el Paseo Marítimo Antonio Machado (Toñi Guerrero).
Portal de la casa de Chiquito de la Calzada en el Paseo Marítimo Antonio Machado (Toñi Guerrero).

Ochenta y tantos almanaques que caducaron ya

Desde que nació este chaveá después de los dolores en la ‘Triniá’

Si el humor es amor, todos los queremos,

Por ‘fistro’, por ’pecador’; cállate, no ‘puedoor’

Chiquito de la Calzá, ingenio y figura hasta en la forma de andar

“¡Chiquito, Chiquito, Chiquito”. El parque grita su nombre. El héroe eterno.

En el número 60 del Paseo Marítimo Antonio Machado vivía Chiquito, en pleno barrio de Huelin, junto a uno de los mejores parques de una ciudad con escasas zonas verdes. El buque de Balearia se ve abandonar el puerto. Anochece en Málaga y un par de vecinos entran en el portal. “Chiquito y Pepita empezaron a vivir aquí en 1996. Era una buenísima persona. Siempre atento y con palabras para todos. En la comunidad le vamos a echar de menos”. También en toda España. “¿Te das cuen?”.

Dejando calle Larios, en una de las últimas bocacalles a la derecha, está el restaurante El Chinitas, propiedad de José Sánchez Rosso. Allí almorzaba casi todos los días Chiquito de la Calzada. Comía lo que hubiera de menú. Algo de cuchara como opción favorita. Tampoco se privaba ni del buen jamón ni del queso. Y alguna copita de vino caía. O dos a lo sumo.

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