Es noticia
Mondrian, una viaje en rojo, azul y amarillo hacia la abstracción
  1. Cultura
CENTENARIO DEL MOVIMIENTO DE STIJL

Mondrian, una viaje en rojo, azul y amarillo hacia la abstracción

Una exposición en La Haya descubre la sorprendente evolución del padre del Neoplasticismo a través de 300 obras: desde su primer bodegón de 1891 hasta la última obra que dejó inacabada en 1944

Para muchos Mondrian es sinónimo de líneas rojas, azules, amarillas y negras. Original, sí, sobre todo para la primera mitad del siglo XX, pero no mucho más. Sin embargo, si pensamos que cuando empezó a pintar, a finales del siglo XIX, hacía bodegones y paisajes del campo y las granjas holandesas, ver hasta dónde llegó es increíble. Porque mientras Europa se desangraba y derrumbaba a principios del siglo pasado, el arte decidió romper con las fronteras y los preceptos clásicos e imprimir optimismo y futuro a la vida. Al gris, la ruina y la oscuridad de la guerra, la abstracción responde con una explosión cromática. Rojo, azul y amarillo. Los tres colores que son sinónimos del más famoso de los neoplasticistas, como él mismo los llamó.

Parece mentira que un realista bodegón en tonos sombríos y 'aburridos' sea del mismo pintor que hizo bandera de los colores primarios y la línea. En ese desarrollo inimaginable es donde radica la espectacularidad de 'El Descubrimiento de Mondrian', una exposición única que se puede ver en el Museo Municipal de La Haya (del 3 de junio al 24 de septiembre) dentro de las múltiples actividades que recorren Holanda con motivo del centenario de De Stijl (El Estilo), movimiento que creó la abstracción geométrica y del que el pintor es su punta de lanza.

Esta ambiciosa y completa muestra reúne 300 obras del holandés que van desde esa primera 'Cesta con manzanas' de 1891 (que no ha sido expuesta desde entonces) hasta la última, 'Victory Boogie Woogie', que dejó inacabada en su estudio de Nueva York al morir en 1944. El Museo de La Haya cuenta con la mayor colección de pinturas de Mondrian del mundo y, junto a los préstamos de coleccionistas privados y un severo programa de conservación de años, exhibe por primera vez sus obras más frágiles tras décadas sin ver la luz. Por ejemplo, 'Campos con grupo de árboles al anochecer' llevaba desde 1906 enrollada en un tubo. “Mondrian sería muy feliz con esta exposición”, asegura el director de la pinacoteca, Benno Tempel. Y no es un canto al sol porque el pintor siempre tuvo la esperanza de que se pudiera ver su obra en conjunto para apreciar su espectacular evolución.

A simple vista Mondrian podría parecer un nerd estudioso, introspectivo, ermitaño y cuadriculado, pero nada más lejos de la realidad. Urbanita, amante de la modernidad, de la noche, del jazz, las películas de Disney (“estaba loco por Bambi”, explica Tempel) y las nuevas tecnologías, era parte activa de una sociedad que quería que mirara al futuro. “La pintura es un reflejo de la vida”, aseguró. Y, precisamente, su evolución la marcó la vida de cuatro ciudades: Amsterdam, París, Londres y Nueva York.

Quiero llegar lo más cerca posible a la verdad”, dijo un Mondrian que ya pintaba con líneas verticales y horizontales y los tres colores primarios. Pero para acabar aquí, para reducir la realidad a su esencia, realizó un viaje que explica la naturaleza del arte moderno buscando la constante renovación de su estilo, la innovación y la creación de un tipo de arte que sobreviviera en el tiempo y al que todo el mundo pudiera tener acceso.

Nacido en la coqueta Amersfoort, una tranquila ciudad holandesa repleta de canales que hoy hace bandera de sus tres colores de cabecera, Mondrian empezó en la pintura con bodegones y paisajes siguiendo la tradición clásica holandesa. Con su bici recorría los campos y granjas cercanos a Ámsterdam para crear composiciones sencillas y realistas que buscaban capturar el momento en una experiencia casi mística. Sin embargo, aquí ya empieza a explorar la composición, la forma y la línea por medio de la perspectiva. Está buscando un camino a través de esos paisajes figurativos pero también de aquellos dibujados con líneas marcadas; abocetados y frondosos gracias al carboncillo o difusos con pinceladas más propias del impresionismo.

Es al principio del siglo XX cuando Mondrian, ya conocido por estos paisajes serenos e introspectivos, comienza a explorar el color. Los tonos oscuros de la noche, a los que jamás volverá, dan paso a otros más intensos claramente influidos por Van Gogh. Su pintura empieza a romper con las ataduras y a buscar la libertad. Juega con el contraste y el dinamismo. Desde el molino dorado de 'Oostzijdse will in Moonlight' (1907) hasta la gran nube roja sobre un azul intenso que supone la primera gran ruptura de 'The red cloud' (1907). El color irrumpe en sus lienzos como una nueva forma de expresar la exuberancia de la naturaleza. El realismo deja paso a la emoción. Obras como 'Evening. The red tree' (1908-10) o 'Mill. Mill in sunlight' (1908) ahondan en esta nueva senda a la que le queda mucho camino por recorrer.

Es entonces cuando aparecen el contraste de lo vertical y lo horizontal en su obra. Es el verano de 1908. Se marcha unos meses de vacaciones a Zelanda y conoce el Luminismo y su uso de la luz y el color para profundizar en lo espiritual. Las composiciones verticales y horizontales, como dos fuerzas en contraste que controlan la naturaleza, toman unas obras pintadas con una paleta más luminosa y radiante. Los grandes campanarios y faros se estilizan hasta el cielo en un potente rosa, las dunas se arrastran en pinceladas rosas, azules y amarillas y aparece la mujer en su obra, especialmente en el llamativo tríptico 'Evolution' (1911), donde la geometría comienza a tomar el cuerpo femenino.

La modernidad irrumpe en su obra cuando llega a París en 1912 y conoce a los cubistas, en especial a Picasso y Braque. Entonces es consciente de que debe seguir investigando, y los cambios son inmediatos. La línea y la geometría será el medio para que aparezcan sus imágenes abstractas. El salto es espectacular. Mondrian reduce todo a la esencia y sus composiciones de árboles, la fachada de una iglesia o su célebre 'Composition in oval with color plans 2' (1914) trasladan la realidad a través de marcadas y profusas líneas negras.

En medio de este cambio, Mondrian visita a su familia Holanda y explota la guerra, así que se queda atrapado en zona neutral y no puede volver a París. Es entonces cuando conoce a Theo van Doesbugr, Bart van der Leck y Vilmos Huszár y crean la revista De Stijl, que sale por primera vez a la calle en octubre de 1917. En ella, los cuatros fundadores del movimiento teorizan sobre el uso de los colores primarios, sobre la línea y la importancia de que el arte impregne todo (el diseño, la arquitectura y la sociedad) y, en especial, irradie felicidad y sobreviva al tiempo. Entonces sí llega a la abstracción como demuestran obras previas a las más célebres del pintor como 'Composition with grid 9' (1919).

Vuelve a París ese mismo año ya pintando con colores primarios, que para él representan el balance perfecto y armónico entre la línea y el plano, la horizontalidad y la verticalidad y el color. Gradualmente construye un universo artístico que todo el mundo puede entender de forma intuitiva sin necesidad de un conocimiento previo, y esa es precisamente la característica necesaria para la universalidad y atemporalidad que ansiaba. En la exposición se pueden ver gran parte de las obras abstractas más célebres de Mondrian como 'Tableau I' (1921), 'Composition with red, black, yellow, blue and grey' (1921), 'Lozenge composition with yellow lines' (1933), donde gira el lienzo 90 grados, o 'Composition with lines and color III' (1937).

Angustiado por la nueva vida parisina tras la guerra y con los nazis tildado su arte de “degenerado”, Mondrian se va a Londres en 1938 con la idea de volver a la figuración, hasta que en 1940 escapa a Nueva York con la ayuda de Harry Holtzman. Tiene 68 años, pero ante él se abre una nueva y enérgica ciudad, vibrante, con una noche potente, llena de ritmo y de boogie woogie. El jazz que siempre le fascinó, le termina de enamorar. Abandona la línea negra, o como él mismo dice la destruye. Y ese ritmo, como si fuera un pentagrama en movimiento, inspira su célebre 'Victory Boogie Woogie', su última obra que dejó inconclusa al morir en su estudio de Nueva York y donde todavía se pueden ver cintas de colores donde debían ir pinceladas de color. Es su obra más famosa y el ejemplo perfecto de ese camino en busca de un arte símbolo del optimismo, la vitalidad y la modernidad. Porque Mondrian no creó un arte rectilíneo, duro y fijo, incluso fácil como muchos creen ver, sino que sus lienzos esconden sensualidad, emoción y poesía. Un arte que vive (y pervive) en el futuro. Tan atemporal que hoy sigue resultando nuevo.

El lugar donde todo empezó

Además de los 300 lienzos, cartas, maquetas de sus estudios, caballetes, paletas y otros cuadros que pintaba por encargo para sobrevivir, ya fueran retratos o flores, sobre todo crisantemos, que se pueden ver en la espectacular exposición 'El descubrimiento de Mondrian' del Museo de La Haya, Holanda se rinde este año a De Stjil en el centenario de su creación. Seguir los pasos de su representante más célebre por Holanda es fácil porque no hay esquina que no este decorada de amarillo, rojo y azul, pero hay una parada obligada para seguir profundizando en la impresionante evolución de la pintura de Piet Mondrian.

En el pequeño y recoleto Amersfoort, frente a un tranquilo canal en cuyas barandillas sobresalen los colores primarios, se encuentra la casa donde Mondrian nació y vivió hasta los ocho años. Es el lugar donde todo empezó. Hoy es un museo que profundiza en el desarrollo del artista y su impronta.

Alberga una docena de paisajes tempranos del pintor, pero donde gana la visita es en las dos videoinstalaciones que recorren la evolución de su pintura y en la recreación (a tamaño natural) de su estudio parisino, según los preceptos de la abstracción tanto en su composición como en el mobiliario o la decoración. Su impronta se deja ver en la obra de otros artistas contemporáneos y en la gran cantidad de objetos y 'merchandising' 'mondrianizado' que van desde ropa (recuerden la colección de Yves Saint Laurent en 1965) hasta sillas, juguetes, tazas, bolsos o cometas.

Para muchos Mondrian es sinónimo de líneas rojas, azules, amarillas y negras. Original, sí, sobre todo para la primera mitad del siglo XX, pero no mucho más. Sin embargo, si pensamos que cuando empezó a pintar, a finales del siglo XIX, hacía bodegones y paisajes del campo y las granjas holandesas, ver hasta dónde llegó es increíble. Porque mientras Europa se desangraba y derrumbaba a principios del siglo pasado, el arte decidió romper con las fronteras y los preceptos clásicos e imprimir optimismo y futuro a la vida. Al gris, la ruina y la oscuridad de la guerra, la abstracción responde con una explosión cromática. Rojo, azul y amarillo. Los tres colores que son sinónimos del más famoso de los neoplasticistas, como él mismo los llamó.

El redactor recomienda