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El fin del imperialismo musical español
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El fin del imperialismo musical español

La música del Cono Sur se abre paso frente a la mirada paternalista y condescendiente

Foto: Las Kumbia Queers
Las Kumbia Queers

Desde los años ochenta, la industria musical española (incluyendo a los medios) ha mirado por encima del hombro todo lo que se hacía en Sudamérica. Obsesionados con lo que pasaba en Londres, Nueva York o Los Ángeles, apenas había interés en América Latina, un territorio que se veía como una especie de Disneylandia hortera, con la estética del programa televisivo '300 millones' o del festival de la OTI. De hecho, la mayoría de la música latina que triunfaba en España venía de los estudios de Miami, una picadora Moulinex que estandarizaba y quitaba la gracia popular a los sonidos de origen cubano, puertorriqueño o mexicano. Por supuesto, también llegaron ecos de los estilos populares, gracias a artistas como Kaoma, Lalo Rodríguez y Juan Luis Guerra. En gran parte, como dice el músico Víctor Coyote, fue impulsado por el "síndrome Viajes Halcón", consistente en que los españoles volvían eufóricos de sus viajes al Caribe con la música que habían bailado en los resorts. Recordemos la fiebre, hace veintipico años, de las clases para bailar salsa.

'Asado de Fa' de Sara Hebe

Primeras grietas

La música latina nos llegó desde arriba: Miami, el turismo de masas y la radiofórmula. Otros musiqueros exigían cierto sello de calidad (estos suelen ser los peores). Lo explicó muy bien, en 2012, el guatemalteco Meneo, músico electrónico residente en Madrid: "Tengo miedo del público español porque nunca tira por sonidos que no sean legitimados por otros previamente". Traducido: parece que la única manera de que obtenga prestigio aquí un artista de América Latina es que nos den permiso referentes como Ry Cooder, David Byrne o Diplo.

"Parece que la única manera de que obtenga prestigio aquí un artista de América Latina es que nos den permiso referentes como David Byrne o Diplo"

Por suerte, como demuestra la programación musical de este verano, se van abriendo grietas para conocer lo que pasa en el continente por abajo. No nos engañemos, sigue habiendo dos circuitos: cuando vienen a tocar grupos populares las salas suelen estar llenas de migrantes de su país, es el caso de las primeras visitas de Damas Gratis, La Mona Rodríguez y Chico Trujillo. A pesar de todo, quienes perseveran en sus visitas, acaban haciéndose con público nacional. Los últimos de la lista, Chico Trujillo, dieron en otoño de 2015 su tercera gira por nuestro país y ya contaban con un número apreciable de seguidores autóctonos. Este verano actúan en Madrid el 17 de julio (Festival Charco), en Huesca el 29 (Pirineos Sur) y en Vejer de la Frontera el 13 de agosto (Boelo Sun Festival). Chico Trujillo son una máquina tropical, que en su concierto de julio de 2014 en Madrid acabaron haciendo los bises en la calle y solo pudieron ser disuadidos de seguir por cuatro coches de policía.

Molestar a los roqueros

Otro grupo peculiar que viene a visitarnos este verano son Kumbia Queers, conocidas por subvertir los rígidos roles de género en la música sudamericana (latin lover versus mujeres fatales). “Nos unió el ritmo, el baile, lo marginal y también las ganas de molestar a los roqueros, además del rechazo que sufre la cumbia. Que el ritmo estuviera tan bueno y las rimas tan misóginas nos dio ganas de hacer cumbia con otras letras”, explicaba Pila Zombi en 2014. Las canciones del grupo, sencillas y directas, están pensadas para bailar, invitar al sexo y contagiar alegría. Podremos disfrutarlas el próximo 14 de julio en el CA2M de Móstoles.

La cumbia se ha convertido en uno de los estilos más exportables, con sus infinitas mutaciones: cumbia villera, cumbia sonidera, electrocumbia...

La cumbia se ha convertido en uno de los estilos más exportables del continente, con sus infinitas mutaciones, desde la cumbia villera a la cumbia sonidera, pasando por la electrocumbia. Hace unas semanas, en esta misma onda, la argentina Sara Hebe demostró su personalidad en el festival Princesas y Darth Vaders, respaldada por estupendos himnos callejeros como 'Asado de fa', 'Otra vez' y 'Desesperada'. Tendremos una nueva oportunidad de disfrutarla el próximo 7 de julio en la Sala Caracol, junto a los contagiosos Tremenda Jauría, la prueba viviente de que ya se empieza a hacer electrocumbia de alto voltaje en Madrid.

'Feriado nacional' de Kumbia Queers

Entre Zizek y 'Braking Bad'

Otro artista que nos visita este verano es el argentino Chancha Vía Circuito, especialista en reforzar folklore sudamericano con ayuda de la electrónica. ¿Su momento de mayor éxito? Escucharse en 2013 en la banda sonora de 'Breaking Bad', gracias a una remezcla de José Larralde, además colocada en un momento clave de la serie, con Walter White enterrando sus millones en el desierto. Chancha Vía Circuito proviene del colectivo ZZK, proyecto especializado cruzar música tradicional con las últimas tendencias electrónicas (las tres letras son un homenaje al filósofo esloveno Slavoj Zizek). "Antes estaban mucho más fragmentadas todas las escenas, más cerradas. Uno iba a fiestas donde la música electrónica sonaba toda la noche. Lo que empezó a pasar durante el 2006 y 2007, sobre todo en Buenos Aires, fue que mucha gente cansada de una sola cosa empezó a generar espacios más eclécticos y más mestizos, donde había géneros cruzados: cumbia, 'hip-hop', 'dancehall' y 'reggeaton'. Fue muy bueno porque ayudó a sacarse muchos prejuicios de encima”, explica Pedro Canale, nombre real de músico y remezclador.

"En el 2006 y 2007 gente cansada de una sola cosa empezó a generar espacios más eclécticos de géneros cruzados: cumbia, 'hip-hop', 'dancehall' y 'reggeaton'"

Lo mismo aquí paso algo parecido: que nos aburrimos de la música anglosajona, ahogada en su bucle de retromanía melancólica. Chancha Vía Circuito actúa el 17 de julio en Madrid (festival Charco) y el 29 en Huesca (Pirineos Sur). Resumiendo: parece que el puente aéreo entre España y América latina comienza a normalizarse, gracias a los festivales más despiertos y los promotores más arriesgados. ¿Será el principio del fin de la mentalidad imperialista pop que nos domina?

Desde los años ochenta, la industria musical española (incluyendo a los medios) ha mirado por encima del hombro todo lo que se hacía en Sudamérica. Obsesionados con lo que pasaba en Londres, Nueva York o Los Ángeles, apenas había interés en América Latina, un territorio que se veía como una especie de Disneylandia hortera, con la estética del programa televisivo '300 millones' o del festival de la OTI. De hecho, la mayoría de la música latina que triunfaba en España venía de los estudios de Miami, una picadora Moulinex que estandarizaba y quitaba la gracia popular a los sonidos de origen cubano, puertorriqueño o mexicano. Por supuesto, también llegaron ecos de los estilos populares, gracias a artistas como Kaoma, Lalo Rodríguez y Juan Luis Guerra. En gran parte, como dice el músico Víctor Coyote, fue impulsado por el "síndrome Viajes Halcón", consistente en que los españoles volvían eufóricos de sus viajes al Caribe con la música que habían bailado en los resorts. Recordemos la fiebre, hace veintipico años, de las clases para bailar salsa.

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