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Esta es la novela que irritará a Jorge Fernández y a los Mossos d’Esquadra
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diamela eltit publica 'fuerzas especiales'

Esta es la novela que irritará a Jorge Fernández y a los Mossos d’Esquadra

En el reino del eufemismo, “fuerzas especiales” tiene un lugar privilegiado junto a “movilidad exterior”, “desaceleración transitoria” o “indemnización en diferido”. Las especiales son extraordinarias, fuerzas

Foto: Los Mossos d'Esquadra disuelven la manifestación en la Rambla del Raval (Barcelona), por el desalojo del centro de Can Vies. (EFE)
Los Mossos d'Esquadra disuelven la manifestación en la Rambla del Raval (Barcelona), por el desalojo del centro de Can Vies. (EFE)

En el reino del eufemismo, “fuerzas especiales” tiene un lugar privilegiado junto a “movilidad exterior”, “desaceleración transitoria” o “indemnización en diferido”. Las especiales son extraordinarias, fuerzas que están más allá de lo común, que pueden escapar a los límites del ciudadano. Fuerzas pensadas para imponer su fuerza sin opción a ser derrotadas. Son esas que tienen sitiada una barriada de una gran ciudad, día y noche, menos los sábados. La violencia también descansa.

Diamela Eltit(Santiago de Chile, 1949) ha escrito sobre ellas, sobre las fuerzas destructivas. Pero también sobre las que se requieren para resistir y sobrevivir a las destructivas. Y, a fin de cuentas, sobre las fuerzas especiales que se necesitan para escribir una novela como ésta, una novela antisistema. Hablemos claro: estamos ante literatura con mayúsculas, ni rastro de debilidad ante el sentimentalismo, un libro como acto de rebeldía, incómodo y anárquico. La autora chilena tiene la sensación de que el mercado ahora escribe los libros. Su propuesta literaria hace saltar por los aires esta tendencia.

Lo hace desde la militancia con la palabra, no desde la militancia política. La narradora deFuerzas especiales(Periférica) es una vecina de un enjambre de viviendas –podrían ser las tres mil de Sevilla- que han sido tomadas por la policía. No se explica el motivo de las medidas extremas que el Estado ha ejecutado con su aparato de control, y esto hace que el síntoma de violencia y tensión crezca. Cualquiera de ellos, de los habitantes, puede ser aniquilado en cualquier momento por capricho.

“No hay institución que controle los desmanes y los excesos de la policía”, dice a este periódico. Ha elaborado un fresco, dividido en capítulos con un ritmo endiablado, en el que se descubre una policía inmisericorde y corrupta. Diamela señala Brasil y México, pero también EEUU, donde el relato audiovisual ha producido su propia policía para defenderla de sus propias irregularidades. “La policía es una producción del Estado, cuyos límites jurídicos son muy dudosos. Los poderes fácticos se cuidan de legitimarla, a ella y a sus excesos”.

Conflictiva por dentro y por fuera

Antisistema también porque es una novela contra el sentimentalismo y sobre la violencia, porque vemos cómo la gran mayoría de los escritores prefieren arrimarse a espacios más reconocibles, menos conflictivos y de una connivencia natural entre cultura y negocio. De ahí que estemos ante una de las ficciones más populares de los últimos años, porque se acerca a lo que no conviene ver o no conviene enseñarse. Porque todos somos márgenes.

Leemos en uno de los pasajes, como botón de muestra: “Esta vez no sucede en nuestro bloque. No nos derriban las puertas a culatazos ni nos golpean a nosotros. No. Están invadiendo el bloque que está justo al frente nuestro y un feriante, al que no reconozco, nos grita que acaban de destruir uno de los rincones más conocidos de la población de al lado. Por eso están enfurecidos los policías, porque no mataron a nadie hoy y expresan su odio con palabras defectuosas, mientras los niños más afiebrados de nuestro bloque festejan los golpes con sus desafinadas carcajadas y afirman que quieren ser policías”.

“Para mí fue muy desafiante escribir sobre un mundo tan distinto”, cuenta, aunque adelanta que nunca visitó uno de esos bloques. Eso ya estaba. El escritor no ilustra, el escritor produce. El testimonio, en una primera persona rabiosa, triste y oscura, no sucede desde la complacencia ni desde la caridad. La narradora maneja la tecnología –se prostituye en un cibercafé-, es una forma precaria de estar en el mundo que comparte con nosotros los mismos saberes globales.

La literatura también es un espacio fuera de la ley y este libro es un buen ejemplo. Eltit ha rociado el relato de armas, como un tropiezo constante hallamos incluidos la retahíla de la intimidación: “Había cincuenta cuchillos hoja negra VALO”; “Había diez mil pistolas Asg Combat Master Airsoft 6 mm”; “Había trescientas bombas W70”; “Había cincuenta Mauser G41, 792 mm”… Son cabos que impiden que olvidemos lo que tenemos entre las manos. El resultado de la novela de Diamela es una superposición de texturas del terror y la represión, sin erudición ni altivez. Escribe la chilena para que duela, garantizando el deseo de no dejar de hacerlo. De pasar páginas hasta que ya no queden.

En el reino del eufemismo, “fuerzas especiales” tiene un lugar privilegiado junto a “movilidad exterior”, “desaceleración transitoria” o “indemnización en diferido”. Las especiales son extraordinarias, fuerzas que están más allá de lo común, que pueden escapar a los límites del ciudadano. Fuerzas pensadas para imponer su fuerza sin opción a ser derrotadas. Son esas que tienen sitiada una barriada de una gran ciudad, día y noche, menos los sábados. La violencia también descansa.

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