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'Varekai': el sacrificio convertido en visión sublime
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'Varekai': el sacrificio convertido en visión sublime

 “Imposible es nada”. Esta frase inmortalizada por cierta marca deportiva bien podría ser el santo y seña de la compañía canadiense Cirque du Soleil. Uno de

Foto: 'Varekai': el sacrificio convertido en visión sublime
'Varekai': el sacrificio convertido en visión sublime

 “Imposible es nada”. Esta frase inmortalizada por cierta marca deportiva bien podría ser el santo y seña de la compañía canadiense Cirque du Soleil. Uno de sus muchos espectáculos que viajan por todo el mundo ha llegado por fin a España: Varekai. De nuevo toda la magia de los números clásicos de circo se mezcla con la innovación y una constante apelación “al no se vayan todavía, aún hay más”.

 

Después de Alegria, Quidam o Dralión, la compañía de circo más exitosa del mundo recala en Madrid hasta el día 4 de enero –y luego lo hará en Sevilla y Bilbao- con un montaje inspirado en el mito de Ícaro, pero que como otras de sus creaciones introduce muchos elementos recogidos de diversas culturas que se reflejan en su ecléctico vestuario y en las melodías compuestas para cada uno de ellos. En esta ocasión la palabra Varekai proviene de la lengua romaní de los gitanos y significa “en cualquier lugar”, todo un homenaje al espíritu nómada que guía a las criaturas que pueblan los espectáculos circenses.

 

La fórmula du Soleil se despliega nuevamente ante nuestros ojos. El humor de los clowns acoge la llegada de los espectadores para que una vez instalados una introducción musical presente el punto de conexión de todos los números, de los que se aprovecha para dar unas pinceladas. A continuación las escenas de dificultad se trufan con las de humor, que suelen pedir la colaboración de algún espectador y aprovechan para poner en evidencia la dificultad de ciertas acrobacias imitándolas de mala manera. El final se reserva a un espectáculo de gran dificultad tras el que se da paso a todo el elenco.

 

Coreografías perfectas, actitud sensacional

 

El escenario de Varekai siempre está en movimiento gracias a la presencia de bailarines, acróbatas, payasos, cantantes o contorsionistas entremezclados, siempre perfectamente coreografiados, siempre con buena actitud y sonrientes a pesar del esfuerzo que puedan requerir sus movimientos. El sacrificio convertido en visión sublime.

 

Entre la sucesión de números que sorprende efusivamente, destacan esos Juegos de Ícaro en los que las piernas de unos acróbatas reciben y dan vueltas los cuerpos de otros, como si éstos careciesen de peso, o los Meteoros de agua, tres pequeños acróbatas que hacen giran y lanzan al aire unas cuerdas que cuentan en sus extremos con meteoros –una especie de cuencos- de metal.

 

No faltan los números aéreos, un triple trapecio por el que se deslizan y forman figuras cuatro féminas; el momento en que el personaje de Ícaro se mueve en el aire contorsionándose en una red; o las correas en la que dos hermanos ingleses, Kevin y Andrew Atherton, danzan sincrónicamente haciendo figuras en el aire de una perfección escultórica. Pero también hay gratas sorpresas. Es el caso del solo sobre muletas que se marca el alemán Dergin Tokmak, que le hace parecer un sorprendente muñeco articulado, o la fuerza de los dos bailarines de la muy acrobática danza georgiana.

 

Si bien en esta ocasión los números pueden resultar menos sorprendentes para aquellos que han asistido a los instantes irrepetibles de otros espectáculos como Alegría o Quidam, lo cierto es que resultan verdaderamente jocosos los momentos de humor que brindan el número de magia con su gordita ayudante resbalándose cada dos por tres, o el de la canción Ne me quite pas en el que su cariacontecido cantante va a la búsqueda de un foco que se empeña en no iluminarle.

 

Cirque du Soleil tiene la receta del éxito y lo vuelve a demostrar con Varekai, irreprochable en cuanto a la atención exhaustiva a cada detalle de lo que se exhibe sobre el escenario. Y esa atención a lo pequeño es lo que verdaderamente les hace grandes.

 “Imposible es nada”. Esta frase inmortalizada por cierta marca deportiva bien podría ser el santo y seña de la compañía canadiense Cirque du Soleil. Uno de sus muchos espectáculos que viajan por todo el mundo ha llegado por fin a España: Varekai. De nuevo toda la magia de los números clásicos de circo se mezcla con la innovación y una constante apelación “al no se vayan todavía, aún hay más”.