La mística del desnudo femenino

La galería Alexandra Irigoyen acaba de inaugurar una muestra con los últimos trabajos del reconocido fotógrafo vasco Alberto Schommer. Bajo el título Composiciones desnudas recoge un conjunto de 13 de imágenes en blanco y negro de gran formato (en torno a los 140x125 cm) impresas con Lightjet RC sobre papel montado en aluminio. En ellas el desnudo femenino dotado de un carácter casi místico es el gran protagonista

Utilizando la técnica de la multiexposición, Schommer aúna lo figurativo con lo abstracto, ya que partiendo de la realidad del cuerpo humano añade texturas que provienen del mármol, de diferentes textiles o de la superficie de una pared con la pintura semi arrancada. En otros casos simplemente expone sobre el papel fotográfico la misma imagen en distinta posición, dotando a la creación de un infinito misterio en el que se llegan a desintegrar las formas humanas representadas. Es lo que sucede en la obra Composición, prácticamente abstracta, o la que nos da la bienvenida a la entrada de la galería, Como Rodin.

Tanto en éstas como en otras imágenes como Las manos se trasluce un afán escultórico que le acerca a los modelos de belleza clásicos sin por ello perder un importante aliento vanguardista, pues, tal como señala Alejandro Castellote en el catálogo de la muestra, "el hilo que recorre su extensa obra es la experimentación". También se observa un cierto gusto por la curva ingresiana en obras como Belleza y un toque de sensualidad oriental en otras como Sugiriendo.

Su manera de "utilizar la realidad a modo de lienzo", otro de los apuntes de Castellote, queda especialmente patente en Desnudo y Hermoso pecho, en las que incluye manchas rojizas y ocres sobre unas composiciones donde las transparencias de los visillos juegan con la textura de un tronco femenino o de un pecho ensombrecido. En estas dos obras reluce una evocación casi nostálgica de una intimidad mitificada, casi eterna.

Además, la muestra esta plagada de un aire espiritual -al que ayuda la iluminación de la sala, que saca lo mejor de cada obra-, de una afán de trascendencia. Porque estos bellos cuerpos desnudos, casi trasparentes y volátiles, enseguida te atrapan en su juego de movimientos sublimes.