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Rajoy alumbra un imperio mediático a su pesar y sin los suyos
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MEDIASET CONTROLA EL MERCADO EN LAS RUINAS DE LA FUSIÓN ANTENA 3-LA SEXTA

Rajoy alumbra un imperio mediático a su pesar y sin los suyos

“Rajoy tiene vocación de inhibirse en cuestiones de medios y mantiene una enorme distancia con los tradicionales gurús de la derecha –aseguran fuentes próximas al político

Foto: Rajoy alumbra un imperio mediático a su pesar y sin los suyos
Rajoy alumbra un imperio mediático a su pesar y sin los suyos

Rajoy tiene vocación de inhibirse en cuestiones de medios y mantiene una enorme distancia con los tradicionales gurús de la derecha –aseguran fuentes próximas al político gallego-. A principios de 2008 tenía en contra a la Cope y El Mundo y no movió un dedo, dejó hacer”. Y es que personas cercanas al nuevo inquilino de la Moncloa coinciden: el presidente no tiene afán alguno por crear un grupo mediático ad hoc a lo González (en torno a Prisa) o Aznar (Telefónica). Un loable desinterés que provoca que, en ocasiones, las cosas tomen derroteros en apariencia contrarios a sus intereses. El previsible fracaso del affaire Antena3/La Sexta, truncado por la Comisión Nacional de Competencia, deja campo abierto a Mediaset y sus socios de Prisa, imprevisibles triunfadores del primer asalto del Gobierno popular.

De hecho, la ecuación Lara pierde, Vasile gana parecería a priori más asumible con los socialistas en el poder. ¿Qué ha pasado para que un peso pesado del sector como es el dueño de Planeta no haya podido sacar adelante a satisfacción la compra de La Sexta? Hay teorías para todos los gustos, desde las políticas a las conspirativas. Por ejemplo, algunos en el entorno de Antena 3 acuden sin ambages a la adscripción política de la CNC, con sus cargos nombrados en la anterior legislatura, para explicar el desaguisado y que las condiciones asumidas en su día por Mediaset para adquirir Cuatro fueran más laxas. Y ven en la precisión quirúrgica con la que el supervisor revienta la política comercial de la fusionada una clara voluntad de eliminar cualquier sinergia y hacer inviable la operación.

A partir de ahí, si algo se reprocha al Gobierno desde el citado entorno es su pasividad a la hora de cambiar el signo político en organismos clave como la propia CNC. El PSOE, que fue ahormando la institución a su medida en sus dos últimos años de gobierno, remató la faena con un cambio de presidente a apenas tres meses de las elecciones generales. Un episodio que se repitió en otros supervisores como la CMT o la CNE. Pese a que el PP criticó abiertamente la politización de esos nombramientos desde la oposición –al punto que el propio Montoro amenazó con cambios drásticos nada más llegar al poder-, todo parece ir demasiado lento ahora que está el Gobierno. El macrosupervisor que debería solucionar todos los males espera desde hace siete meses. Y Antena 3 lo ha pagado.

Otros, sin embargo, quitan hierro a la lectura política y explican las duras condiciones impuestas a Antena 3 y La Sexta como una reacción de la CNC por la falta de seriedad de Mediaset a la hora de cumplir con los compromisos que en su día asumió para la compra de Cuatro. “Competencia ha hecho ahora lo que ya pretendía hacer en la anterior fusión. La mediación de Rubalcaba a favor de Prisa suavizó entonces las exigencias. Sin embargo, Telecinco ha incumplido sistemáticamente en los últimos meses las condiciones que le impuso la CNC, lo que ha reforzado el criterio en la casa de que fueron muy blandos. Y así llegamos a un punto en el que plantean unas limitaciones para Antena 3 que meten la operación en un mar de incertidumbres”, subrayan fuentes conocedoras del proceso.

Justos por pecadores

Aunque la reflexión de pagan justos por pecadores suena demasiado ingenua en Antena 3, lo cierto es que Telecinco ha dado a Competencia motivos de sobra para desconfiar del sector y se arriesga a una sanción considerable. De hecho, la CNC abría un expediente sancionador contra Mediaset en junio al advertír “indicios” de que el grupo italiano está llevando a cabo “una estrategia de vinculación de facto de la venta de publicidad de sus canales”. Una práctica prohibida por el supervisor en los de mayor audiencia. “Nunca se podrá probar. Las órdenes de compra llevan números diferentes y nadie podrá esgrimir un papel en donde lo diga”, apunta el ejecutivo de una central con una sonrisa en el rostro y bajo la condición del anonimato.

Y si Mediaset –que aglutina el 50% de la cuota publicitaria- puede descorchar botellas de champán para celebrar el revés sufrido por su enconado adversario, Prisa tampoco puede quejarse de cómo le ha ido en estos últimos siete meses. Primero, porque a la empresa que preside Cebrián le va bien si a Telecinco le va bien; la editora de El País atesora un 17,3% del grupo italiano, a la sazón su socio en Digital+. Pero, sobre todo, en tanto ha conseguido salvar la cabeza al cerrar la entrada en su capital de los mejores exponentes del establishment nacional, con Santander, Telefónica o La Caixa a la cabeza. Días después de cerrar la operación, el aun consejero delegado del grupo de medios, Juan Luis Cebrián, se deshacía en elogios hacia el nuevo Gobierno. “Quiero reconocer públicamente aquí la transparencia, neutralidad y ánimo de cooperación con todos los afectados del sector que está demostrando en este caso el actual gabinete”, dijo en relación a la guerra del fútbol en la última Junta General de Accionistas.

El propio Cebrián ya dejaba claro que papel reservaba a su grupo ante un más que hipotético cambio de gobierno. Corría septiembre de 2011. Durante un desayuno celebrado en el Hotel Ritz de Madrid, enseñó sus cartas. “Prisa es una institución importante para la sociedad española en América Latina. Hay un valor institucional muy serio aparte de cualquier consideración política. Y esto sí lo entiende bien el candidato del PP a la presidencia del Gobierno”, regaló Cebrián al hoy al primer ministro. “El País es un periódico de centro-izquierda y lo normal es que siga siendo un periódico de centro-izquierda. Pero no es un periódico partidario y si el PP propone medidas sensatas, las apoyará”, zanjó. Los medios de comunicación, con o sin Rajoy, afrontan tiempos de mudanza. En sus alianzas y quién sabe si en sus líneas editoriales. La crisis obliga.

Rajoy tiene vocación de inhibirse en cuestiones de medios y mantiene una enorme distancia con los tradicionales gurús de la derecha –aseguran fuentes próximas al político gallego-. A principios de 2008 tenía en contra a la Cope y El Mundo y no movió un dedo, dejó hacer”. Y es que personas cercanas al nuevo inquilino de la Moncloa coinciden: el presidente no tiene afán alguno por crear un grupo mediático ad hoc a lo González (en torno a Prisa) o Aznar (Telefónica). Un loable desinterés que provoca que, en ocasiones, las cosas tomen derroteros en apariencia contrarios a sus intereses. El previsible fracaso del affaire Antena3/La Sexta, truncado por la Comisión Nacional de Competencia, deja campo abierto a Mediaset y sus socios de Prisa, imprevisibles triunfadores del primer asalto del Gobierno popular.

Mariano Rajoy