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El semanario más antiguo del mundo cumple 220 años entre rumores de cierre
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‘THE OBSERVER’ NACIÓ EN 1791 Y NUNCA HA DEJADO DE PUBLICARSE

El semanario más antiguo del mundo cumple 220 años entre rumores de cierre

1791. Luis XVI y María Antonieta intentan huir de París disfrazados de aristócratas rusos, pero no llegan más allá de Varennes. El episodio supone el primer

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El semanario más antiguo del mundo cumple 220 años entre rumores de cierre

1791. Luis XVI y María Antonieta intentan huir de París disfrazados de aristócratas rusos, pero no llegan más allá de Varennes. El episodio supone el primer paso en su camino hacia la guillotina, mientras en Berlín finaliza la construcción de la puerta de Brandeburgo y Mozart estrena ‘La flauta mágica’ en Viena. Son los tiempos de la Ilustración y los Derechos del hombre, del libre comercio y las sangrientas revoluciones. En mitad de estos días convulsos,  un domingo de diciembre sale a la venta en Gran Bretaña un pequeño boletín de cuatro hojas que se proclama “libre de prejuicios y de influencias políticas”. Ha nacido The Observer, el primer periódico dominical de la historia.

Han pasado más de 11.000 domingos desde entonces, y estos días el viejo Observer se encuentra celebrando su 220º cumpleaños. Desgraciadamente no hay luces de colores en la celebración, ya que el decano de los semanarios es muy consciente de la dureza de los tiempos para la prensa en papel, y el momento no permite grandes algarabías.

Sin embargo, la veterana cabecera no esconde su orgullo, y es que no son pocos los galones de los que puede presumir después de haber vivido cuatro siglos diferentes. Desde que su reportero Vincent Dowling capturara en la Cámara de los Comunes al hombre que acababa de matar al Primer Ministro Perceval en 1812, hasta que el jefe de la sección de Ciencia, Robin McKie, asombrara al mundo con la exclusiva de la clonación de la oveja Dolly, la historia del Observer está plagada de momentos históricos.

Claro que el semanario no se ha limitado a ser testigo de su tiempo, sino que ha tomado partido activamente en los asuntos candentes de la actualidad a lo largo de las décadas. Al comienzo de la Guerra de Secesión norteamericana mostró decididamente su apoyo por el Norte, y treinta años más tarde, su editora Rachel Beer (que dirigía dos periódicos en un tiempo en que las mujeres no podían votar) se posicionó sin ambages en el ‘caso Dreyfus’, liderando la causa en favor del militar francés envuelto en un escándalo de espionaje con fuertes tintes antisemitas. Ya en el siglo XX, un profético editorial advirtió que el Tratado de Versalles que ponía fin a la I Guerra Mundial no dejaba a los alemanes “más esperanza que la revancha”, y cuando ésta se produjo, los horrores de la contienda fueron narrados en sus páginas por un corresponsal de guerra tan excepcional como George Orwell.

No se puede hablar del Observer sin mencionar a David Astor, que dirigió el semanario en los años 50, 60 y 70 colocándolo en el centro del debate político y social, abogando por “una sociedad nueva y mejor”.  Desde sus páginas, el periódico apostó por los avances en educación y salud, por la reforma penal y la supresión de las barreras raciales y de la pena de muerte, con un recordado alegato que comenzaba señalando que “Gran Bretaña es ese país tan peculiar donde conducimos por la izquierda, medimos en yardas y pulgadas y colgamos a la gente por el cuello hasta que mueren”. Astor también jugó un importante papel en la creación de Amnistía Internacional y el World Wildlife Fund (WWF).

Claro que si por algo será recordado este gigante periodístico será por su incansable lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Tal fue su importancia que, cuando Astor murió hace diez años, Nelson Mandela declaró: “El Observer nos apoyó desde el inicio, cuando más lo necesitábamos, cuando el resto de periódicos nos ignoraban. Durante mis años en la cárcel, supe que nos mantenía en la mente de los británicos”. Aquellos que siguieron el Proceso de Rivonia coinciden en afirmar que, sin la cobertura del Observer, es probable que Mandela hubiera sido ejecutado.  

Un futuro incierto

Sin embargo, a este brillante pasado no le corresponde un futuro especialmente halagüeño, y cada vez son más los que piensan que no tiene futuro alguno, ya que en los últimos años los rumores de cierre se han multiplicado. Desde 1993, The Observer pertenece al Guardian Media Group, y aunque el grupo editorial no precisa resultados individuales de sus publicaciones, los analistas creen que el periódico lleva varios años perdiendo hasta 20 millones de euros. Su actual ‘hermano mayor’, The Guardian, también sufre fuertes pérdidas y se teme que más temprano que tarde haya que sacrificar al semanario más antiguo del mundo. Hace dos años, personalidades como el cantante de Blur, Damon Albarn, el rapero Dizzee Rascal y el escritor Salman Rushdie apoyaron una exitosa campaña para salvarlo, pero su supervivencia sigue estando en la cuerda floja.

Mientras tanto, el semanario que inventó el concepto de periodismo dominical seguirá acudiendo a su cita con los lectores, con el orgullo de saber que permite al ciudadano británico seguir leyendo el mismo periódico que leía el tatarabuelo de su tatarabuelo en las mañanas de domingo.

1791. Luis XVI y María Antonieta intentan huir de París disfrazados de aristócratas rusos, pero no llegan más allá de Varennes. El episodio supone el primer paso en su camino hacia la guillotina, mientras en Berlín finaliza la construcción de la puerta de Brandeburgo y Mozart estrena ‘La flauta mágica’ en Viena. Son los tiempos de la Ilustración y los Derechos del hombre, del libre comercio y las sangrientas revoluciones. En mitad de estos días convulsos,  un domingo de diciembre sale a la venta en Gran Bretaña un pequeño boletín de cuatro hojas que se proclama “libre de prejuicios y de influencias políticas”. Ha nacido The Observer, el primer periódico dominical de la historia.