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Cebrián tira los tejos a Rajoy mientras aniquila el legado político de Zapatero
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EMPRESARIOS Y POLÍTICOS DAN LA ESPALDA AL CONSEJERO DELEGADO DE PRISA

Cebrián tira los tejos a Rajoy mientras aniquila el legado político de Zapatero

Nunca hubo sintonía entre Cebrián y Zapatero. Basta recordar aquel primer encuentro en la planta noble de Prisa, en Gran Vía, 32. Jesús Polanco hacía de anfitrión

Nunca hubo sintonía entre Cebrián y Zapatero. Basta recordar aquel primer encuentro en la planta noble de Prisa, en Gran Vía, 32. Jesús Polanco hacía de anfitrión y Zapatero era el aspirante Bambi, un político de bajos vuelos supuestamente de paso. El optimismo a raudales del invitado terminó por sacar de quicio al todopoderoso consejero delegado. Y ambos empezaron a buscarse las vueltas de forma periódica. Desde disputas filosóficas sobre la democracia a pugnas empresariales de calado, normalmente por el apego del premier a favorecer a sus “amigos” de La Sexta. Ocho años después y cual jugador con ventaja, Cebrián se cobró ayer todas las facturas pendientes. Y de paso, hizo un guiño a Mariano Rajoy, probable próximo inquilino de la Moncloa.

“Prisa es una institución importante para la sociedad española en América Latina. Hay un valor institucional muy serio aparte de cualquier consideración política. Y esto sí lo entiende bien el candidato del PP a la presidencia del Gobierno”, regaló Cebrián al líder popular durante un desayuno celebrado en el Hotel Ritz de Madrid. Ataviado con gafas rojas a juego con la corbata, recordó que, ni siquiera en los momentos de mayor encono con el Gobierno Aznar, las relaciones personales de Rajoy con el grupo fueron malas. “El País es un periódico de centro-izquierda y lo normal es que siga siendo un periódico de centro-izquierda. Pero no es un periódico partidario y si el PP propone medidas sensatas, las apoyará”, zanjó.

Reflexiones nuevas para un tiempo de mudanza. Y no sólo por el presumible cambio de gobierno. No en vano el auditorio del factótum de Prisa también parece haberse degradado sin remedio. Y es que grandes empresarios y políticos le dieron ayer la espalda. Cero populares, apenas Elena Valenciano y Diego López Garrido entre los socialistas. Pobre bagaje para un consejero delegado y una compañía otrora imperiales y que ahora lidian con los bancos para reestructurar una deuda que ronda los 3.200 millones. Todo pese al proceso de desinversiones acometido en los últimos meses  y la pérdida de la mayoría por parte de la familia Polanco. Paradójicamente, buena parte de la cúpula de Vocento –con su presidente Diego del Alcázar a la cabeza- sí hizo acto de presencia. Todo un gesto de solidaridad.

Aprovechando el vacío socialista, Cebrián se dedicó a desmontar sin compasión el legado político de Zapatero, una víctima fácil en su condición de lame duck. Primero, dejó claro cuál será su lugar en la historia. Desde luego, lejos de Manuel Azaña, presidente de la II República, y Adolfo Suárez. “Es un abuso comparar a Zapatero con Azaña”, dijo el periodista, en referencia a las declaraciones del líder socialista, en las que aseguraba no haber sentido la soledad de esos dos estadistas en los últimos meses de gobierno. En esta línea, insistió en que España no ha contado con el líder político adecuado para afrontar la crisis económica. Caótico, desastroso o carente de prestigio fueron otros de sus calificativos para el Ejecutivo.

Los "amigos" de Aznar y Zapatero

En su crítica desaforada a Zapatero, Cebrián olvidó las dádivas que éste también le ha otorgado. Tiene sus razones para poner en solfa la licencia analógica que se concedió a La Sexta -“mediante leyes de urgencia”-, pero olvida que el Ejecutivo también permitió a Prisa abrir la señal del codificado Canal+. Una disposición que alumbró el nacimiento de Cuatro, por cuya venta a Mediaset la compañía de los Polanco ingresó hace apenas meses la friolera de 500 millones de euros. El consejero delegado equiparó al actual presidente y al anterior a la hora de manejar el sector audiovisual. “El presidente Zapatero ha imitado la política del presidente Aznar. Lo que pasa es que Zapatero tiene unos amigos y Aznar, otros”, subrayó.

También lamentó la “ausencia clamorosa” de ayudas a la prensa como sector en reconversión. Una reivindicación en la que también omite la poco edificante falta de unión entre los editores en la recta final del plan que preparó durante meses la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. ¿El responsable del último parón? El hijo predilecto de Prisa, Alfredo Pérez Rubalcaba. Más allá del negocio tradicional, Cebrián se quejó sobre el estatus de operadores de Internet como Facebook o Netflix, que prepara su desembarco en España para enero. “No están sometidos a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones. ¿Pagarán el 1,5% de su facturación para financiar RTVE, como el resto”, se preguntó. Una irrupción que, en todo caso, parece inviable que los operadores tradicionales puedan frenar.

Eso sí, durante más de una hora de intervención, silencio sobre el candidato socialista. Si acaso un leve guiño, el segundo del grupo en apenas semanas después de las seis páginas de entrevista que le dedicaba el diario El País. “Las encuestas señalan una distancia muy importante. Pero creo en las campañas políticas y hasta el día de las elecciones no hay nada decidido”, puntualizó. Mientras Cebrián disertaba sobre el futuro de los medios, la negociación del convenio del El País amenazaba con bloquearse después de que la directora de Recursos Humanos prohibiera celebrar la asamblea de trabajadores en la misma redacción, donde han tenido lugar desde 1976. Una muestra más de que los tiempos están cambiando.

Nunca hubo sintonía entre Cebrián y Zapatero. Basta recordar aquel primer encuentro en la planta noble de Prisa, en Gran Vía, 32. Jesús Polanco hacía de anfitrión y Zapatero era el aspirante Bambi, un político de bajos vuelos supuestamente de paso. El optimismo a raudales del invitado terminó por sacar de quicio al todopoderoso consejero delegado. Y ambos empezaron a buscarse las vueltas de forma periódica. Desde disputas filosóficas sobre la democracia a pugnas empresariales de calado, normalmente por el apego del premier a favorecer a sus “amigos” de La Sexta. Ocho años después y cual jugador con ventaja, Cebrián se cobró ayer todas las facturas pendientes. Y de paso, hizo un guiño a Mariano Rajoy, probable próximo inquilino de la Moncloa.

Mariano Rajoy Juan Luis Cebrián