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cientos de empresas afectadas

De Cáceres a Mallorca: el boicot a productos catalanes preocupa ya en toda España

A la preocupación por el deterioro económico de Cataluña provocado por la crisis política se une el efecto desestabilizador del boicot. Muchos empresarios lo viven con angustia

Un hombre sostiene una bandera con el lema 'Yo soy español' en Barcelona. (EFE)

El boicot a los productos catalanes se ha intensificado en las últimas semanas y ya no solo angustia en Cataluña. La preocupación se extiende entre las asociaciones empresariales de media España, donde muchas compañías tienen socios y clientes catalanes. Gente con la que han fraguado una relación profesional de décadas y de quienes, a la postre, dependen también sus propias cuentas de resultados.

El secretario general de la Confederación Empresarial Extremeña (CREEX), Javier Peinado, asegura que últimamente se pasan el día hablando de lo mismo “Nosotros entendemos la indignación y la rabia de la gente, pero desde un punto de vista empresarial, esto del boicot no es bueno para nadie. Los más perjudicados serán los catalanes, pero afectará a mucha más gente”, dice. Al comprar una pizza de una marca catalana, explica, el tomate y las aceitunas pueden venir de Extremadura, el atún de Galicia... “Al final, acabas perjudicando al transportista, al distribuidor, a todo el mundo. La economía está ya muy globalizada y es muy difícil disociar”.

El boicot suele constituir un tabú, un silencio que empieza a deshacerse a causa del agravamiento de la crisis política. "Sé que al sector no le gusta hablar de estas cosas, pero está pasando y no creo que sea bueno ocultarlo”, se lanza Bartomeu Servera, presidente de la Asociación de Empresas de Distribución de Alimentos, Bebidas y Limpieza de Baleares (ADED). “Se ha disparado el rechazo a los productos catalanes y hay cada vez más restaurantes y supermercados que están cambiando las marcas que ofertan. Se nota especialmente en el sector bebidas, pero afecta a todos los productos que se identifican con Cataluña. Ocurre en Baleares y me consta que está pasando en toda España”. Por ahora, nadie se atreve a valorar hasta cuándo durará ni cuánto daño puede generar a la economía catalana.

El cava catalán es uno de los productos que se enfrenta al rechazo de los consumidores. (EFE)

“El rechazo no es empresarial sino de los consumidores”, puntualiza Servera. “Lo que pasa es que si un restaurante empieza a ver que los clientes no quieren esta agua con gas o este vino o este cava, pues no le queda otra que llamar a su distribuidor y pedirle que cambie esas marcas por otras. Siempre ha existido ese cliente puntual que no quiere productos catalanes, pero ese porcentaje se está agrandando mucho y es preocupante. Lo que hace unos años era anecdótico, hoy ya no lo es”, prosigue. El presidente de ADED prefiere no citar marcas —“para no perjudicar a nadie”—, pero el ejercicio de deducción es sencillo: agua de manantial embotellada o cerveza, vinos y cavas de tal origen. Sin olvidar fabricantes de embutidos o pizzas “y todo producto que cualquier persona identifica con Cataluña”.

Jorge Gruart, empresario extremeño de orígenes andaluces y propietario de Ibelcap, es uno de los pocos que han dado un paso al frente para explicar que el boicot tendrá consecuencias inesperadas. “Es un tema desgraciadamente preocupante porque, por ejemplo, hay muchas empresas catalanas que utilizan servicios o materia prima de otras partes de España. Un ejemplo es el sector del corcho, en el que yo me muevo, aunque nos hemos especializado en las cápsulas termorretráctiles, que son lo primero que quitas cuando abres una botella de vino”, dice. Otro ejemplo es el de Conesa, empresa extremeña líder en transformación del tomate que tiene entre sus clientes a Casa Tarradellas y Nestlè, entre otros.

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José Manuel Fernández es director general de la Federación Española de Empresas de Distribución a Hostelería y Restauración (Fedishoreca) y también de la asociación territorial de Cataluña (Adiscat). Asegura que “todavía no hay datos para confirmar que se esté produciendo un boicot”, pero no oculta su “preocupación” por las consecuencias de la crisis política. “El cambio de sede de los grandes productores es indicativo. Significa que ya están notando una bajada de ventas o prevén que lo van a notar e intentan amortiguar el impacto”, apunta Fernández. Y adelanta: “Todavía no tenemos los datos de octubre, pero se va a notar un retraimiento del consumo [en Cataluña]. La incertidumbre produce un menor gasto y a eso se añade la caída del turismo, que para todas las empresas proveedoras de hostelería es muy importante”.

Cataluña es una potencia empresarial en la producción de embutidos. (D. B.)

“Hay mucha preocupación entre los productores catalanes. Este asunto no beneficia a nadie”, coincide Bernardo Pérez, director ejecutivo de la Asociación de Empresas de Distribución a Hoteles, Restaurantes y Cafeterías de la Comunidad Valenciana (Adislev). “Además, se están produciendo cosas muy injustificadas, se crean corrientes de opinión en redes sociales y en WhatsApp en contra de ciertos productos muy dañinas. De repente se quiere boicotear a Danone, que no es catalana, y así con otras marcas. La competencia también aprovecha para meter su cuñita y se generan dinámicas muy peligrosas para las empresas”.

Javier Peinado descarta por ahora que se produzca un boicot a los productos extremeños en Cataluña, aunque muchas empresas catalanas, como los supermercados del grupo Bonpreu, llevan años haciendo del catalanismo bandera y ofreciendo a sus clientes marcas de los “Países Catalanes” y “productos de la tierra”. “El pueblo catalán en su mayoría no está en esa línea, pero si entramos en esa guerra que no queremos entrar, las empresas catalanas serían las que más perderían por una cuestión de números. Perderían mucho más ellas. Pero el discurso no debería ser ese, el discurso es que tenemos que obrar de buena fe y no caer en una guerra que es absurda”.

Peinado reconoce que muchas de las empresas catalanas con las que trabaja están ya pensando en marcharse de Cataluña. “Es un proceso lógico. Las empresas se mueven hasta China cuando creen que les va a ir mejor, así que no van a tener ningún problema en trasladarse por ejemplo a Extremadura, donde tenemos suelo, espacios, desempleados con formación. Pero esperemos que la situación no llegue a este extremo”.

El 'expresident' Artur Mas, gran impulsor del 'procés', en una fábrica catalana de embutidos. (EFE)

Jesús Jiménez, presidente de la Federación Regional de Empresarios de Hostelería de Murcia (Hostemur), insiste en denunciar estas campañas y advierte: “Me llegan mensajes de boicot a las cervezas Damm, pero la gente olvida que Damm es propietaria de Estrella Levante, que es muy importante en Murcia y tiene aquí una fábrica. De momento no está yendo más allá de estos mensajes, pero si la situación no se resuelve pronto, sí creo que puede haber un escenario de boicot”.

Servera, presidente de la patronal balear, admite que sus distribuidores ya le están pidiendo “alternativas”. Y eso implica dejar de trabajar con proveedores catalanes “de toda la vida, que nunca nos han fallado”. “Y eso es muy peligroso, porque cuando una empresa entra en relación con un nuevo proveedor, aunque sea forzada por las circunstancias, y esa relación funciona perfectamente, cuesta mucho desandar lo andado. Es una cuestión de lealtad entre proveedor y cliente. Si se produce una ruptura con proveedores catalanes, difícilmente se recuperará cuando las cosas vuelvan a su cauce. La industria catalana es potentísima y ha funcionado muy bien siempre. Esto es un auténtico drama para esas personas que, sin comerlo ni beberlo, ven peligrar su negocio. ‘Esto me lo han montado, yo no tengo la culpa’, te dicen. Es muy triste, todos hemos visto a gente llorar”.

Es un problema, porque cuando cambias de proveedor, aunque sea forzado por las circunstancias, luego cuesta mucho volver atrás

El plan de contingencia en Baleares alcanza incluso la logística. “Estamos hablando con las navieras para desviar los cargamentos del puerto de Barcelona al de Valencia si se producen huelgas repentinas o problemas más serios. Debemos estar preparados. En principio, encarecerá los productos que vengan de Europa, ya que entre Barcelona y Valencia hay 300 kilómetros extra para los camiones, pero no tendría que afectar a los productos que vienen de España”. Actualmente, el 80% de las mercancías que llegan a Baleares sale del puerto de Barcelona. Servera también indica que el rechazo a los productos catalanes se siente en los lineales de los supermercados, “aunque ahí es menos evidente, porque el consumidor solamente coge una marca en lugar de otra sin decir nada”. La patronal de los supermercados españoles y grandes productores como Casa Tarradellas declinan opinar acerca de esta dinámica. Tampoco quienes podrían verse beneficiados por ello, como es Palacios Alimentación, en el caso de los embutidos y precocinados.

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