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Arturo Pérez-Reverte: "Seré feliz si molesto a extrema izquierda y a extrema derecha"

El escritor presenta en el Hotel Palace de Madrid su última novela, 'Línea de fuego', sobre la batalla del Ebro

Pérez-Reverte esta mañana en el Hotel Palace de Madrid (EFE)

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) es uno de los escritores que más pasiones concitan en la actualidad. De las buenas y de las malas. De un lado y del otro. Y como tal, es uno de los autores más leídos. Es lo que tiene despertar amores y odios. Su editorial, Alfaguara, lo sabe y por eso ha tirado 150.000 ejemplares de su última novela ‘Línea de fuego’, una cifra brutal en estos tiempos. Y por eso ha hecho una presentación como las de antaño -prepandemia- en el hotel Palace de Madrid. Pero es que es la gran cuadratura del círculo, una novela enormemente revertiana: la guerra civil contada desde el frente, desde los chicos de 17-20 años llevados a la trinchera, en la que hay comunistas, requetés, socialistas, falangistas, y sobre todo, mucho chaval que todavía no se había puesto pantalones largos. Y en la que, según ha dicho el escritor, “no ganó nadie. La ganó Franco, los militares, el núcleo de ese bando. La ganaron cuatro. Pero perdimos todos, y sobre todo los jóvenes de los dos bandos”. Puro Reverte.

'Línea de Fuego', Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara)

El acto matinal ha contado con un ‘photocall’ del escritor. Como las grandes citas. Y tras un prólogo de la editora Pilar Reyes, Pérez-Reverte ha contado que la idea de la novela le llegó “escuchando a un político joven. Pensé que la faltaba información. Está claro que había un bando legítimo, que era la República, y otro ilegítimo, que fue el franquista. Eso no lo pone en duda nadie. Pero cuando acercas el zoom a la gente, a la trinchera, ahí ya había gente obligada, voluntaria, que la llevaron desde su pueblo. Por lo que acercarse cambia el discurso. No fue la guerra de generales, cuatro curas contra el pueblo español. Fue algo mucho más complejo”, ha resumido centrándose en que tomó como referencia a familiares, desde su padre y su tío, que lucharon en el bando republicano “aunque eran hijos de una familia burguesa” hasta otros parientes que siendo izquierdistas “les tocó el bando franquista”.

Está claro que había un bando legítimo, que era la República, y otro ilegítimo, que fue el franquista. Eso no lo pone en duda nadie

El escritor se ha lanzado a esta novela sobre la Guerra Civil, “que siempre había tratado de evitar”, porque, según él, en los últimos tiempos también ha cambiado el discurso y los testimonios humanos de los que la vivieron directamente están desapareciendo. “Nos está quedando el discurso ideológico, que está siendo utilizado de manera muy claramente política para distintas intenciones políticos. Si queda solo la ideología es muy peligroso porque la idea es muy fácilmente manipulable si no existe ya el discurso directo”, ha manifestado enfatizando que estos diversos intereses ideológicos se deben “a hunos y a hotros, con esta ‘h’ unamuniana”.

Los chavales perdedores

En la novela, que narra diez días de la Batalla del Ebro, ha insistido, buscaba que el lector oliese la guerra. La sintiese. Que fuese casi un espectador que ve a los chavales “teniendo frío, miedo, hambre y sed, porque en las guerras se pasa mucha sed, que al lector le salpique la sangre, resbale sobre los casquillos de bala vacíos en el suelo”. Y que se olvidara de los bandos. “Mi intención es que cuando el lector llevara cien páginas ya no le importara el bando. Si es un comunista, un requeté… sino que importe la peripecia humana. Un chico de 15 años, sea comunista o falangista, en el frente no hay ninguna diferencia. Desde lejos la hay, pero cuando estás son los mismos recuerdos, gritan igual, tienen el mismo frío y miedo”, ha señalado.

MADRID, 06 10 2020.- El escritor Arturo Pérez-Reverte durante la presentación, este martes, de su última novela 'Línea de fuego', la primera en la que aborda de forma directa la Guerra Civil española y en la que retrata a los que estuvieron en el frente de batalla de ambos bandos, un libro que presenta en rueda de prensa. EFE Juan Carlos Hidalgo

Y también ha querido dar importancia al papel de la mujer. De hecho, crea una ficticia unidad de mujeres en la trinchera para contar que “la mujer fue la gran perdedora de la Guerra Civil”. El autor se ha querido desmarcar de “la miliciana folclórica de Vicente Aranda y de las revistas”, para retratar “mujeres formadas, disciplinadas, con preparación técnica, cualificada, serias que se dieran cuenta de todo lo que iban a perder. Porque la mujer fue la gran perdedora de la guerra civil. En tres años perdió un siglo de progresos, de modernidad y de nuevo se convirtió en confesora de maridos y biempensantes”.

El autor se ha querido desmarcar de “la miliciana folclórica de Vicente Aranda y de las revistas”, para retratar “mujeres formadas, serias"

La novela también pone el acento, según su autor, en que “la guerra civil fue muy española”. Lo dice alguien que ha estado en siete guerras civiles “y no he visto ninguna así”. Lo de ser muy española lo recalca porque los combatientes “eran de los mismos pueblos, incluso habrían tenido las mismas novias o novios… Luego estaba la mala leche, la broma, el humor negro… en lo más soportable estaba esa relación de trinchera a trinchera: ¿Tienes tabaco? ¿Vamos a beber agua? ¿Hacemos una tregua para beber agua? Se cantaban coplas de trinchera a trinchera. La novela tiene humor… Ese chiste tan español. Es una guerra muy nuestra. Hasta cierto punto enternece. Qué lástima que esa capacidad de entenderse con una canción, todo eso se destruyera de una manera tan miserable y solo se beneficiaran cuatro. Los artistas, los políticos, los mecánicos, los arquitectos que hubieran podido aportar algo a España y no estar sumida en 40 años de oscuridad”.

Discursos "facilones"

Pérez-Reverte, que sostiene que al fin y al cabo ha escrito una novela, “y no pretendo limar asperezas. No tengo ninguna misión ideológica”, sabe no obstante que va a recibir críticas. “Por la extrema izquierda y la extrema derecha voy a tener críticas y tengo un retorcido placer. Sería triste si no suscitara malestar en quienes utilizan la Guerra Civil como arma ideológica irresponsablemente. Si a esas personas les molesta la novela me hará extraordinariamente feliz”.

Los políticos actuales "han reabierto la guerra. Quienes la hicieron querían cerrarla. Y la cerraron. Eso estaba resuelto"

Le molesta especialmente el discurso facilón de los políticos con este asunto. “Es que han reabierto la guerra. Quienes la hicieron querían cerrarla. Y la cerraron. Eso estaba resuelto. Pero cuando no hay una base intelectual en la política seria, cuando no hay una ideologia concreta basada en lecturas, conocimiento, talla política, hay una tendencia bastarda a utilizar el blanco y negro y lo fácil y simplón, ya que no tienes una base intelectual que ofrecer. Las clases políticas actuales no tienen solvencia intelectual por lo que recurren a argumentos elementales y maniqueos para suplir ese discurso solvente”, se ha quejado, lamentando también que “los estudios de la memoria hayan desaparecido por lo que el receptor de esos mensajes es un joven sin la luz crítica para razonar sobre esos discursos fáciles y los compra”.

Ha querido recomendar algunas de las mejores novelas y novelistas sobre la Guerra Civil para que “vaya a un libro serio y no a los de Pío Moa o Ángel Viñas”. Entre estas lecturas su favorita es ‘A sangre y fuego’, de Manuel Chaves Nogales, “que debería leerse en los colegios para comprender y vacunar a los chicos sobre muchas cosas”. Y él ha sumado libros de escritores del bando franquista como Rafael Garcia Serrano, que hizo la guerra con los falangistas navarros y Agustín de Foxá, y del bando republicano como Ramón J. Sender, Arturo Barea y Max Aub. “Suyas son las cinco grandes novelas de la Guerra Civil. Y esas novelas están destiladas en esta novela. Pero Chaves Nogales fue el ecuánime y por eso fue ninguneado por todos. Él fue el que se dio cuenta de que los dos bandos perdían”.

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