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¿Es sexista decidir si quieres que tu hijo sea niño o niña? Lo que está ocurriendo en EEUU
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UN GRAN DILEMA BIOÉTICO

¿Es sexista decidir si quieres que tu hijo sea niño o niña? Lo que está ocurriendo en EEUU

El país norteamericano no tiene una política firme sobre la selección de sexo electivo en la fecundación 'in vitro', lo que ha permitido que empresas millonarias hayan despuntado muchísimo en los últimos años

Foto: Foto: iStock.
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Un buen día, el señor y la señora Carter acuden a la consulta del doctor Jones, un especialista en fecundación in vitro (FIV, por sus siglas). Deciden entrevistarse con él después de que un matrimonio amigo les hablara de las virtudes de dicho médico a la hora de llevar a cabo terapias de reproducción asistida, y más concretamente, de selección de sexo del bebé. Estos amigos recurren al doctor porque, de ser varón, su hijo nacería con las enfermedades de la madre. Se sabe que hay ciertas afecciones como la hemofilia A y B o la distrofia muscular de Duchenne que son hereditarias y que uno de los cromosomas masculinos las agrava, lo que condicionaría mucho la vida de su futuro hijo. Sin embargo, el doctor repregunta al señor y la señora Carter sobre si efectivamente quieren seleccionar el sexo de su bebé por estas razones, a lo que ellos niegan con la cabeza. "Nada de eso", alega él. "Solo creo que deberíamos tener un niño, toda mi vida he soñado con tener un hijo con el que pueda ir a pescar y jugar al fútbol".

Ni el señor ni la señora Carter, y tampoco el doctor Jones, existen en realidad. Su caso está expuesto en un diario de ética médica, ya que es un relato estándar de las familias estadounidenses que persiguen la selección del sexo de su bebé en clínicas privadas por factores puramente electivos. En Estados Unidos no hay una regulación estricta ni una política firme sobre esta práctica médica que conlleva riesgos médicos a la par que importantes dilemas éticos y morales. En la tierra de la libertad, puedes elegir que tu hijo sea niño o niña si estás dispuesto a pagar una buena suma de dinero o gozas de un buen estatus social. En Europa y otros tantos países esta posibilidad está prohibida o solo se admite por razones médicas, como el caso de los amigos del matrimonio Carter (solo Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Egipto, Japón, Jordania y Sudáfrica no cuentan con ninguna política, como el país norteamericano). Según Jeffrey Steinberg, fundador de los Institutos de la Fertilidad, el negocio privado de la selección de sexo genera aproximadamente 500 millones de dólares anuales en Estados Unidos, y apunta a que se trata de una industria con un gran poder de expansión.

Decíamos, familias bien adineradas como la de Lexi y su esposo, esta vez sí un caso real, quienes después de que todo su entorno les convenciera de las bondades que representaban las tecnologías de reproducción asistida (ART, por sus siglas en inglés) para la selección del sexo del bebé en clínicas privadas, empezaron a sopesar esta posibilidad y a soñar con tener una niña en vez de un niño. Su historia la cuenta un reportaje de la revista Slate que ahonda en los dilemas éticos que plantean estas técnicas, a la par que en el posible sexismo que puede presentar el hecho de que la mayoría de las parejas que se someten a estos procedimientos acaben prefiriendo las niñas. En el caso de Lexi y su marido, ella sueña con replicar la estrecha relación que mantiene con su madre, mientras que él cree que prefiere el género femenino porque ellas tienen "más empatía, habilidades sociales y son más amables".

"La mayoría de los padres que seleccionan hijas ya tienen hijos varones, una situación que las clínicas de fertilidad llaman 'equilibrio familiar"

Este matrimonio no es uno cualquiera; ambos son gerentes de una importante firma de software de San Francisco, lo que quiere decir que no solo pueden permitirse los más de 100.000 dólares que vale el procedimiento, sino que directamente su propia empresa se lo paga. Además, su entorno social, plagado de más parejas adineradas, ya se habían puesto en marcha en procesos parecidos; algunos de ellos, según Emi Nietfeld, autora del reportaje en el medio norteamericano, ya habían encontrado hasta una madre gestante sustituta para no tener que pasar por las molestias físicas y psicológicas del embarazo. Lexi y otra mujer consultada por la periodista están actualmente "esperando a que se les asigne una mujer que gestará y dará a luz a su hija mayor, lo que les dará más tiempo para viajar y 'autorrealizarse' sin preocuparse por el embarazo".

Por qué ahora prefieren que sean niñas

A la hora de profundizar en los debates éticos sobre si es moral o éticamente reprobable tener el derecho a elegir el sexo de tu hijo, cabe recordar que en ciertos países esta elección viene influida por el propio Estado, como es el caso de China o India. En dichas naciones, los niños varones son particularmente favorecidos socialmente frente a las mujeres. Según los datos ofrecidos por el Journal of Ethics AMA, las parejas asiáticas y de Oriente Medio suelen preferir también a los chicos, mientras que las caucásicas e hispanas a las chicas, aunque en nuestro caso particular seguro que en épocas de la dictadura franquista la mayoría se decantara por el género masculino. Obviamente, en aquellos años el machismo en la sociedad estaba mucho más presente, por lo que la preferencia nacía de la grave discriminación de género, la cual llevaba a los padres a desear que su próximo hijo fuera varón.

"Todas las mamás a las que consulté sentían que nunca podrían tener la misma conexión con un hijo que con una hija"

Ahora, parece que la situación ha cambiado, al menos en Estados Unidos. Un estudio publicado en la revista Reproductive Biomedecine mostró que el 70% de los padres y madres de este país preferían los embriones femeninos para sus fecundaciones in vitro. "Según la mayoría de médicos con los que hablé, la mayoría de los padres que seleccionan hijas ya tienen hijos varones, una situación que las clínicas de fertilidad llaman 'equilibrio familiar'", asegura Nietfeld. "Todas las mamás a las que consulté buscaban agregar un poco de estrógeno a su prole porque sentían que nunca podrían tener la misma conexión con un hijo que con una hija".

Muchas de las consultadas por la periodista admitían que les daba miedo que sus hijos acabaran desarrollando una "masculinidad tóxica". Aquellas que ya tenían un niño, buscaban "darles hermanas para convertirlos en mejores hombres", asegura la periodista, un argumento sin duda bastante loco que parece salir de una película distópica. "Creen que las niñas pueden hacer cualquier cosa, una convicción que viene acompañada del subtexto de que los niños son incapaces de lavar su propia ropa, llamar a sus madres, expresar empatía o incluso ser realmente parte de la familia a medida que crecen".

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Aquí es donde subyace el sexismo. Arianne Shahvisi, profesora de filosofía en la Facultad de Medicina de Brighton y Sussex, en Reino Unido, opina que el mismo acto de querer seleccionar el sexo del bebé, sea por los motivos que sea, ya es sexista. Al fin y al cabo, cuando preferimos un sexo sobre otro lo hacemos basándonos en unos supuestos estereotipos que caen en el saco de positivos o negativos, lo cual ya implica una discriminación. Otro argumento esgrimido es que "se refuerza la idea de que ciertos rasgos de la personalidad están biológicamente ligados al sexo, una visión que de manera histórica se ha limitado a las mujeres".

"La ciencia no debería interferir en ese asunto"

Por otro lado, en pleno auge de la cultura queer, que pretende eliminar de facto los prejuicios sexistas o que tus genitales no determinen tu expresión de género, buscar premeditadamente atribuir valores tradicionalmente masculinos o femeninos a tu hijo basándote en su sexo al nacer, echa por tierra la idea de que cada ser humano es igual independientemente de su sexo o género. ¿Qué sucedería si de repente ese niño o niña al cabo de los años se da cuenta de que no encaja en los patrones socialmente aceptados de los niños y las niñas?

Mark Hugues, uno de los pioneros del Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP, la técnica utilizada en los embriones durante la fecundación in vitro para estudiar su ADN y así ver su material genético antes de ser transferidos al útero materno), expresa en la citada revista Journal of Ethics AMA una opinión muy clara y concluyente: "Tu género no es una enfermedad. No hay ninguna patología en él. No hay sufrimiento. No hay enfermedad. Y por ello no creo que los médicos deban interferir en ese asunto".

Un buen día, el señor y la señora Carter acuden a la consulta del doctor Jones, un especialista en fecundación in vitro (FIV, por sus siglas). Deciden entrevistarse con él después de que un matrimonio amigo les hablara de las virtudes de dicho médico a la hora de llevar a cabo terapias de reproducción asistida, y más concretamente, de selección de sexo del bebé. Estos amigos recurren al doctor porque, de ser varón, su hijo nacería con las enfermedades de la madre. Se sabe que hay ciertas afecciones como la hemofilia A y B o la distrofia muscular de Duchenne que son hereditarias y que uno de los cromosomas masculinos las agrava, lo que condicionaría mucho la vida de su futuro hijo. Sin embargo, el doctor repregunta al señor y la señora Carter sobre si efectivamente quieren seleccionar el sexo de su bebé por estas razones, a lo que ellos niegan con la cabeza. "Nada de eso", alega él. "Solo creo que deberíamos tener un niño, toda mi vida he soñado con tener un hijo con el que pueda ir a pescar y jugar al fútbol".

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