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"Al volver al pueblo mi personalidad cambia": por qué vivir en un lugar u otro nos transforma
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Una psicóloga responde

"Al volver al pueblo mi personalidad cambia": por qué vivir en un lugar u otro nos transforma

No nos comportamos de la misma manera con nuestros amigos de toda la vida que con nuestros compañeros de trabajo; tampoco en nuestra ciudad o de vacaciones, y una psicóloga explica los motivos

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¿Somos unos hipócritas si nos comportamos de manera diferente en un lugar u otro? O, por el contrario, ¿es normal que nos condicione nuestro entorno tanto físico como social y que seamos "personas distintas" en el pueblo en el que nacimos, que en la ciudad en la que trabajamos?

"Siento que mi personalidad cambia cuando vuelvo a casa de mis padres. Es como que al volver siento que tengo que seguir siendo la misma persona que se fue de allí con 18 años en todos los sentidos (forma de vestir, ideas, gustos…) y es extraño porque, aunque nadie nunca me ha dicho nada, tengo la sensación de que es una especie de norma no escrita", me confiesa Laura M. que nació y vivió en un pueblo toledano hasta que con 18 años se mudó a Madrid.

Que nuestro entorno nos condiciona es una realidad y que actuamos de manera distinta según el lugar en el que nos encontremos también. James Baldwin escribe en El cuarto de Giovanni (1956): "Quizás el hogar no sea un lugar, sino simplemente una condición irrevocable", una frase que recoge la ensayista y crítica Anandi Mishra en un texto en el que comparte uno de sus aprendizajes vitales: "Dondequiera que vayamos, cambiamos como individuos". "Me pregunto si nuestra psicología se altera de acuerdo con los espacios físicos que habitamos, ¿dónde vivo me convierte en la persona que soy?".

"El lugar donde vivimos no solo nos proporciona un entorno físico, sino también un contexto cultural y social que influye en nuestra identidad"

Según Paula Orue Rodríguez, psicóloga del área de Empresa Saludable de Quirónprevención, sí, "el lugar donde vivimos no solo nos proporciona un entorno físico, sino también un contexto cultural y social que influye en nuestra identidad. Se trata de una relación bidireccional y multifacética".

La personalidad no es inmóvil

El entorno físico es uno de los elementos que forjan nuestra personalidad, pero no el único, asegura Orue Rodríguez, que insiste en que "aunque el lugar puede influir en quienes somos, es importante recordar que la identidad es flexible y puede cambiar a lo largo del tiempo. Somos seres dinámicos, capaces de crecer y evolucionar con nuestras experiencias".

Es por eso que no debemos preocuparnos o pensar que somos personas influenciables si sentimos que nuestra personalidad cambia al mudarnos de una ciudad a otra, según la psicóloga es algo "completamente normal": "Cuando nos mudamos, a menudo nos encontramos en un contexto diferente, con una cultura y un estilo de vida distintos. Esto puede llevarnos a desarrollar nuevas facetas de nuestra personalidad para integrarnos mejor y responder a las demandas del nuevo entorno".

"La personalidad no es algo estático, es dinámica y puede evolucionar con nuestras experiencias y entornos"

Es más, Paula ha puesto el siguiente ejemplo: "Si te mudas a una ciudad con un ritmo acelerado, es posible que desarrolles características como la agilidad y la capacidad de tomar decisiones rápidas. Estos cambios no necesariamente significan que tengas una personalidad débil o que seas excesivamente influenciable. Más bien, reflejan la capacidad humana de ser flexibles y adaptativos. La personalidad no es algo estático, es dinámica y puede evolucionar con nuestras experiencias y entornos".

Los seres humanos evolucionamos, cambiamos y nos adaptamos, no todos por igual; pero son habilidades que poseemos, a diferencia de lo que en ocasiones piensa, de manera inconsciente, Laura M.: "Yo recuerdo a mis compañeros de clase y siento que siguen siendo exactamente iguales, aunque claramente, y al igual que yo, habrán cambiado; pero en mi imaginario, en nuestro pueblo, debemos seguir siendo los mismos, aunque todos sepamos que no lo somos".

Condicionan nuestra personalidad

Nuestra personalidad muta a lo largo de nuestra vida y lo hace influenciada por una amplia variedad de factores. Uno de los primeros condicionantes es, sin duda, el entorno familiar que, durante los primeros años de vida, "juega un papel crucial en el desarrollo de nuestra personalidad. Un entorno familiar y estable proporciona a los niños la seguridad emocional necesaria para explorar el mundo y desarrollar la confianza en sí mismos. Los niños que crecen sintiéndose seguros tienden a desarrollar una personalidad más abierta y resiliente", manifiesta Orue Rodríguez.

Los niños aprenden también a través de la imitación, por lo que las actitudes y comportamientos de los padres pueden influir significativamente en la personalidad del niño o la niña; así como los estilos de crianza o sus primeras interacciones sociales, la forma en la que respondemos a sus necesidades, los valores y creencias que transmitimos... Confiesa la psicóloga que "la calidad de las interacciones y experiencias dentro de la familia puede tener efectos duraderos en la personalidad de un individuo".

Foto: Una chica esperando al metro en Madrid (iStock)

Sin embargo, no solo los primeros años del ser humano son decisivos a la hora de forjar su personalidad, este "constructo complejo" se ve "influenciado por una variedad de factores a lo largo de la vida" y algunos de ellos, según Paula, son: los factores genéticos que proporcionan la base genética de nuestra personalidad; el ambiente familiar; las experiencias de vida (tanto positivas como negativas); la cultura y sociedad en las que vivimos; la educación y aprendizaje (habilidades, conocimientos, personas); las relaciones interpersonales (refuerzan o desafían nuestras creencias y comportamientos); eventos significativos (pérdidas, cambios de trabajo, grandes éxitos)...

Pueblo vs. ciudad

"Al volver al pueblo siento que mi personalidad cambia y se esconde en una versión de mí que no incomoda, y que se adapta mejor a ese entorno. No soy tan atrevida o reivindicativa como lo soy en Madrid", confiesa Laura.

Y es que es cierto, según Paula Orue Rodríguez, que "cada entorno tiene sus propias normas y expectativas sociales. El comportamiento es un reflejo de la interacción de la persona y el entorno. Los pueblos y ciudades ofrecen diferentes entornos, lo que lleva a diferentes comportamientos. Estas diferencias son el resultado de una variedad de factores sociales, culturales y ambientales que trabajan juntos".

"Las ciudades suelen ofrecer más opciones y conveniencias, lo que puede llevar a un comportamiento más orientado al consumo"

En las ciudades, el ritmo de vida suele ser más acelerado y exigente, esto puede generar que el comportamiento de las personas esté más orientado a la eficiencia y la prisa; en los pueblos, sin embargo, sucede lo contrario, el ritmo es más lento y el comportamiento tiende a ser más relajado. "También los recursos y servicios pueden influir en el comportamiento. Las ciudades suelen ofrecer más opciones y conveniencias, lo que puede llevar a un comportamiento más orientado al consumo. Los pueblos pueden tener menos recursos, lo que fomenta un comportamiento más autosuficiente y comunitario", describe Orue.

placeholder Pasajeros con el equipaje en el aeropuerto (iStock)
Pasajeros con el equipaje en el aeropuerto (iStock)

Que nuestra personalidad varíe en función de la localidad en la que nos encontramos es una realidad, pero también cambia al encontrarnos con unas personas u otras. "El cambio de comportamiento al cambiar de grupo es un fenómeno común y se conoce como flexibilidad conductual. Esta flexibilidad es una habilidad social importante que nos permite adaptarnos a diferentes contextos y personas", explica la psicóloga.

Podemos llegar a cambiar hasta nuestro lenguaje, tono de voz, temas de conversación e incluso postura y gestos. Por ejemplo, es más probable que hablemos de temas personales con los amigos de la universidad que con los compañeros de trabajo. "El cambio de comportamiento según el grupo es un aspecto normal de la interacción humana y refleja nuestra capacidad para adaptarnos a diferentes entornos sociales", concluye Paula Orue Rodríguez.

¿Somos unos hipócritas si nos comportamos de manera diferente en un lugar u otro? O, por el contrario, ¿es normal que nos condicione nuestro entorno tanto físico como social y que seamos "personas distintas" en el pueblo en el que nacimos, que en la ciudad en la que trabajamos?

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