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¿Qué pensaba el mayor genio de las matemáticas del siglo XX sobre la muerte?
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EL 'Weltanschauung' teológico

¿Qué pensaba el mayor genio de las matemáticas del siglo XX sobre la muerte?

A pesar de dominar las profundidades de la lógica, también veía un sentido trascendente en la vida humana por su cruzada contra el materialismo de la época. Repasamos sus ideas y razonamientos principales al respecto

Foto: Foto: Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.
Foto: Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Uno de los personajes históricos más fascinantes del siglo XX, sobre el que podrían hacerse grandes películas y novelas, es sin duda el matemático austríaco Kurt Gödel. Nacido en el Imperio Austro-Húngaro y superviviente de la Alemania nazi, pasó toda su vida entregado a las matemáticas, hasta el punto de llegar a ser uno de los padres de la computación moderna. Su mayor logro académico fue refutar las teorías de David Hillbert con sus teoremas de la incompletitud, basada en la idea de que todo sistema matemático formal contiene contradicciones o afirmaciones cuya veracidad o falsedad nunca podrían demostrarse. En otras palabras, las matemáticas dejaron de ser decidibles, convirtiéndose en un laberinto de bellas y potenciales paradojas.

Como buen experto en las telarañas de la lógica y las matemáticas, tenía un punto de vista racionalista que le llevaba a sacar contradicciones dentro de sistemas lógicos bien armados, cargados de argumentos positivos o con proposiciones aparentemente coherentes e indudables. Por ejemplo, en un momento de su vida, cuando partió a Estados Unidos, intentó demostrar por qué la Constitución americana podía derivar en un estado totalitario o fascista a partir de las inexactitudes de los enunciados promulgados en las leyes que recogen los derechos fundamentales. De ahí que se dijera de él que hackeó la Constitución americana, como vimos en otro artículo.

Con un espíritu crítico sin igual para abordar estas contradicciones y una capacidad de razonamiento lógico sin parangón, cabe preguntarse qué pensaba este matemático sobre asuntos metafísicos y tan especulativos como la vida más allá de la muerte. Alexander T. Englert, profesor del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey (la misma institución académica en la que residió Gödel), ha publicado un interesante artículo en la revista Aeon que demuestra la posible creencia en el más allá del matemático austríaco a partir de cuatro misivas que envió a su madre de julio a octubre de 1961, durante su mayor apogeo intelectual.

La "mamitis" de Gödel

"Gödel quería que estas cartas fueran comprensibles y proporcionaran una respuesta definitiva a una pregunta tan seria", admite Englert. "Como la correspondencia era privada, no sintió la necesidad de ocultar sus verdaderos puntos de vista como si pudiera haber hecho en entornos académicos más formales o delante de sus colegas del Instituto". Así pues, se trata de una conversación íntima que viene motivada ante la duda de su madre de si algún día se volverían a ver y a pasar tanto tiempo juntos como en el pasado. Gödel nunca volvería a Europa tras emigrar a Estados Unidos, una circunstancia que obligaba a su madre y a su hermano a visitarlo.

"Nuestra existencia terrena, que como tal tiene un significado dudoso, puede ser un medio para alcanzar el fin de otra existencia", escribió

Su último encuentro fue tres años antes, en 1958, por lo que intuimos que se echaban profundamente de menos. Ello no quita para que el matemático respondiera con su enorme capacidad discursiva y conocimientos lógicos, a través de un enunciado que terminaba en una pregunta de lo más sugerente. "Si el mundo está organizado racionalmente y tiene significado, entonces debería ser así", arrancaba su carta, refiriéndose a que efectivamente algún día volverían a encontrarse. "Porque, ¿qué significado tendría dar luz a un ser humano con un campo tan amplio de posibilidades para el desarrollo personal y las relaciones con los demás, para luego no permitirle alcanzar ni siquiera una milésima parte de él?"

El pensamiento racionalista de Gödel le llevaban a unas conclusiones que le emparentaban con la tradición filosófica de pensar que el mundo tiene un orden, pero que somos nosotros, los seres humanos, los que poseemos una existencia irracional debido a los múltiples errores de cálculo que cometemos. Esta teoría filosófica parte de Gottfried Leibniz y su principio de razón suficiente, por la cual hay un significado intrínseco en el mundo para que sea así y no de otra manera, pues todo obedece a una causa, lo cual marca el inicio del pensamiento científico: al razonar sobre los hechos observados y sus causas, podemos predecir el futuro. Así, el ser humano puede dar con patrones de regularidad (hipótesis) que otorgan un orden y sentido a ese aparente caos que es el mundo, el cual se hace 'descubrible' y legible para nosotros.

Foto: Foto: Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Por otro lado, Gödel estaba empeñado en demostrar que la mente humana trascendía a la lógica matemática porque es capaz de resolver problemas lógicos a pesar de que sean incompletos, es decir, a pesar de que estén plagados de contradicciones. Algo que podemos comprobar con la creación de paradojas o cuando usamos la ironía o el sarcasmo dentro de un contexto determinado: una capacidad de la que no disponen las máquinas de cálculo o inteligencias artificiales basadas en algoritmos. La racionalidad humana va más allá de la lógica, llegando a conclusiones verdaderas que se asumen como incorrectas, o bien dando sentido y orden a verdades cuya veracidad no se puede contrastar.

Por tanto, el pensamiento racionalista de Gödel se muestra como contrario al materialismo, ya que pensaba que el mundo estaba cargado de un sentido lógico y matemático independiente al ser humano que en determinadas ocasiones se hacía descifrable ante él, y que, por otro lado, la mente humana era tan compleja como para trascender a la lógica más pura, lo que a su vez le llevaba a cometer errores de cálculo una y otra vez al no poder asumir todas las contradicciones. Y esto, de alguna forma, se relaciona con su hipotético punto de vista metafísico que Englert se ha dedicado a explorar a partir de las cartas dirigidas a su madre, el cual considera que, efectivamente, tiene que haber una existencia más allá de la muerte.

Un mundo ordenado plagado de errores de significado

Esta creencia en una vida después de la muerte de Gödel viene demostrada e en otra de sus cartas: "Lo que llamo Weltanschauung teológico es la visión de que el mundo y todo lo que hay en él tiene significado y razón, y de hecho un significado bueno e indudable. De esto se sigue inmediatamente que nuestra existencia terrena, que como tal tiene un significado dudoso, puede ser un medio para alcanzar el fin de otra existencia". El matemático cree que debido a que el mundo tiene ese sentido intrínseco que el ser humano puede atisbar gracias a la razón, nuestra existencia es irracional y cae continuamente en errores que también pueden traducirse como penas o sufrimiento. Por ello, establece un contraste entre una vida irracional en mitad de un mundo racional, y es ese contraste lo que le da pie a pensar que la vida verdadera se esconde más allá de los pesares y errores cometidos.

"Pensaba que debería buscarse una visión del mundo más racionalista y abierta a verdades que no pueden ser comprobadas por los sentidos"

Evidentemente, se trata de conversaciones íntimas con su madre que no aplican los descubrimientos que llevó a cabo con sus teoremas de la incompletitud. Sin embargo, "Gödel pensó que los resultados del teorema asestaron un duro golpe a la visión materialista del mundo", argumenta Englert. "Si la mente es irreductible a las partes físicas del cerebro y las matemáticas revelan una estructura racionalmente accesible más allá de los fenómenos físicos, entonces debería buscarse una visión del mundo alternativa que sea más racionalista y abierta a verdades que no pueden ser comprobadas por los sentidos. Una perspectiva así podría respaldar un mundo racionalmente organizado y abierto a la posibilidad de una vida después de la muerte".

Lo curioso es que, a raíz de que existe un sentido dentro del mundo que nosotros podemos descifrar, Gödel admite que también debe haber otro sentido oculto en el mundo al que no se puede acceder de ninguna manera, o al menos por el método científico. Esto también lleva a una teoría próxima a la del realismo especulativo, tan en boga en el debate filosófico de nuestro tiempo, por la cual hay un mundo independiente al ser humano, un mundo que se esconde continuamente y al que no se puede llegar ni desde la experiencia ni desde la razón.

¿Reencarnación o vida más allá de este mundo?

Pero hay una cosa que nos aproxima a ese destino más allá de la vida, y es una propiedad esencial que compartimos todos los seres humanos y nos diferencia de las plantas y los animales. Para Gödel, esto era la capacidad humana e innata de aprender, en concreto, de aprender de todos nuestros errores. Una propiedad que, como explica Englert, "va unida a la propiedad de ser racional", la cual nos eleva a "un plano superior de significado". Precisamente, "la ostensible falta de sentido del mundo proporciona un escenario ideal para aprender y desarrollar nuestra razón a partir de la contemplación de nuestros defectos, nuestros momentos de sufrimiento y nuestra tendencia humana a sucumbir a las inclinaciones más bajas".

Foto: ¿Pertenecemos al tejido informático de nuestro mundo? (iStock)

"Aprender en el sentido de Gödel no se trata solo de la capacidad de mejorar los medios técnicos para lograr ciertos fines", concluye Englert. "Más bien, esta noción distintiva de aprendizaje es la capacidad de la humanidad para volverse más sabia. No solo estamos aprendiendo nuevas formas de hacer las cosas, sino que al mismo tiempo adquirimos más significado en nuestras vidas a través de la reflexión sobre lecciones más profundas que descubrimos al cometer errores". Entonces, ¿esto quiere decir que el matemático creía en una especie de reencarnación del alma humana que quiere saber al no para de equivocarse? "Uno debe imaginar que el 'aprendizaje' ocurre en gran parte en el próximo mundo, es decir, cuando recordamos nuestras experiencias de este mundo y llegamos a comprenderlas realmente por primera vez, de modo que nuestras experiencias de este mundo son, por así decirlo, solo la materia prima del aprendizaje", escribió Gödel.

Sin embargo, Englert concluye que ese "próximo mundo" al que Gödel se refiere es más un estado futuro del mundo en el que estamos ahora, sobre el que cosechamos "recuerdos latentes". Aunque suene bastante lioso y ambiguo, esto remite a la famosa cita de Leibniz en su libro Principios de la naturaleza y la gracia publicado en 1714: "El presente está preñado de futuro; el futuro se puede leer en el pasado; lo lejano se expresa en lo próximo". Como seres lógicamente superiores a las máquinas, capaces de desentrañar el sentido y orden del mundo, y como seres que continuamente se equivocan, estamos condenados a repetir esos mismos errores en los que cayeron en su día otros en el pasado, y aquellos que habitan el futuro volverán una y otra vez a los mismos fallos y certezas que sustentan ahora nuestro mundo.

Uno de los personajes históricos más fascinantes del siglo XX, sobre el que podrían hacerse grandes películas y novelas, es sin duda el matemático austríaco Kurt Gödel. Nacido en el Imperio Austro-Húngaro y superviviente de la Alemania nazi, pasó toda su vida entregado a las matemáticas, hasta el punto de llegar a ser uno de los padres de la computación moderna. Su mayor logro académico fue refutar las teorías de David Hillbert con sus teoremas de la incompletitud, basada en la idea de que todo sistema matemático formal contiene contradicciones o afirmaciones cuya veracidad o falsedad nunca podrían demostrarse. En otras palabras, las matemáticas dejaron de ser decidibles, convirtiéndose en un laberinto de bellas y potenciales paradojas.

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