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La única ciudad del mundo en la que te mirarán raro si te sacas un 'selfie' (y es europea)
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La única ciudad del mundo en la que te mirarán raro si te sacas un 'selfie' (y es europea)

Tienen un alto sentido de la privacidad individual, sobre todo cuando se trata de divertirse. Eso no es óbice para que sea una de las ciudades del mundo más interesantes

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

En la vibrante capital alemana, conocida por su rica historia, su diversa cultura y su dinámica escena artística, hay un fenómeno peculiar que desafía las normas establecidas en la era digital: las reticencias que tienen sus habitantes a sacarse selfies en público. A diferencia de muchas metrópolis globales donde capturar momentos con el teléfono móvil es casi un reflejo, esta práctica en Berlín es vista con cierto desdén, y quienes la realizan podrían encontrarse con miradas de extrañeza. Este comportamiento se atribuye a un conjunto de factores socioculturales y a una valoración profunda de la privacidad y la autenticidad de las experiencias.

La privacidad es un valor arraigado en la sociedad alemana. Algunas investigaciones, como la realizada por la Universidad de Hohenheim en 2017, señalan que los alemanes comparten información personal "bastante raramente" y que solo una pequeña fracción ve útil compartir autorretratos en redes sociales. "Alemania es uno de esos países donde las preocupaciones sobre la privacidad son notablemente más pronunciadas", explica Philipp Masur, coautor del estudio y profesor asistente en la Vrije Universiteit Amsterdam, en un reciente artículo de la BBC. Este énfasis en la privacidad podría tener sus raíces en el pasado de vigilancia estatal del país, especialmente en la antigua Alemania del Este.

Más allá de la privacidad, la cultura única de los clubes nocturnos de Berlín juega un papel crucial en la actitud de sushabitantes hacia los 'selfies'. Clubes como Berghain, reconocidos mundialmente por su música techno y por ser espacios donde gestan movimientos contraculturales, promueven una experiencia inmersiva que desalienta la fotografía. "La prohibición de sacarse fotos es, por un lado, una protección hacia nuestros invitados, y... por otro, una protección del ambiente y de lo que significa la cultura club", explica la cuenta oficial de KitKat, un club famoso por su enfoque positivo hacia el sexo. Esta política busca garantizar que los asistentes puedan actuar libremente sin temor a las repercusiones en el mundo exterior.

Un "detox digital"

Este enfoque hacia la privacidad y la experiencia auténtica resuena en varios aspectos de la vida berlinesa. Lugares como la piscina Badeschiff y salas de conciertos también desalientan la captura de imágenes, promoviendo un "detox digital" público. Además, en espacios con un profundo significado histórico, como el Memorial a los Judíos Asesinados de Europa, la fotografía se considera inapropiada, si no prohibida.

placeholder Fotos por doquier frente a la East Side Gallery. (EFE/Felipe Trueba)
Fotos por doquier frente a la East Side Gallery. (EFE/Felipe Trueba)

La tendencia en Berlín contrasta marcadamente con otras ciudades donde la documentación digital de la vida cotidiana es omnipresente. "En Londres, definitivamente veo más personas publicando sobre cosas cotidianas", comparte Claudia Hampton, fotógrafa y cineasta documental con base en Berlín. Este fenómeno sugiere una valoración diferente de la autoexpresión y la memoria, privilegiando las experiencias vividas sobre la representación digital.

"Esta cultura supone que cualquier sujeto de fiesta no está preocupado por mostrarle al mundo dónde está realmente"

No solo en el rotativo británico dan fe de la mala reputación de los autorretratos en la capital de Europa. Paloma Navarro Nicoletti, periodista del diario Noticias, admite que "la prohibición de sacar fotos es una característica común" dentro de los antros de techno y, casi por extensión, en otras actividades turísticas o de ocio. "La locura no debe ser compartida, ni registrada, ni observada", admite. "Quizás ahí dentro deseas otra persona y no quieres que se sepa, seguramente hagas cosas que no quieras que se vean, entonces la privacidad individual es respetada".

¿Para qué seguir haciendo las mismas fotos?

"Este tipo de ideal cultural existe en Berlín desde que existe el smartphone", prosigue Nicoletti. "Esta cultura supone que cualquier sujeto de fiesta no está preocupado por mostrarle al mundo dónde está realmente. Se convierte también en una estrategia espectacular de marketing, ya que no hay información en Internet: no hay imágenes, ni vídeos, ni selfies de turistas emocionados por haber logrado estar ahí".

Foto: Foto: TikTok.

En los bares y cafeterías normales, el teléfono está visto como un obstáculo para la interacción social. "Esta generación quiere registrar Berlín a la vieja escuela, con la memoria", sostiene la periodista, y apunta algo que podríamos extrapolar a nuestra vida social y privada: "Después de todo, siempre habrá en la web una imagen mejor que la que podamos tomar en distintos espacios. Siempre existirán vídeos de mejor calidad de sonido que el que puedas grabar en un concierto". En realidad, si fuéramos a redes sociales como Instagram y buscáramos un monumento importante, posiblemente el resultado sería ese: miles de fotos con el mismo encuadre, las mismas poses y los mismos gestos. ¿Para qué seguir reproduciendo lo mismo de lo mismo?

A pesar de estas presiones, Berlín mantiene un espíritu de resistencia a la cultura del selfie, fomentando un ambiente donde las experiencias auténticas y la interacción humana prevalecen sobre la representación digital. Esta singularidad cultural no solo define a Berlín como un bastión de la privacidad y la autenticidad en la era digital, sino que también invita a reflexionar sobre la forma en que las tecnologías y las redes sociales moldean nuestras interacciones y percepciones del mundo que nos rodea.

En la vibrante capital alemana, conocida por su rica historia, su diversa cultura y su dinámica escena artística, hay un fenómeno peculiar que desafía las normas establecidas en la era digital: las reticencias que tienen sus habitantes a sacarse selfies en público. A diferencia de muchas metrópolis globales donde capturar momentos con el teléfono móvil es casi un reflejo, esta práctica en Berlín es vista con cierto desdén, y quienes la realizan podrían encontrarse con miradas de extrañeza. Este comportamiento se atribuye a un conjunto de factores socioculturales y a una valoración profunda de la privacidad y la autenticidad de las experiencias.

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