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Cuando EEUU nos robó Florida: historia de una pésima astracanada
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El caco americano

Cuando EEUU nos robó Florida: historia de una pésima astracanada

El 'timo de la estampita' no tiene patente española, sino más bien tintes anglosajones. La práctica continuada de esta especialidad ilusionista la han pulido 'cum laude'

Foto: Castillo de San Marcos en San Agustín (Fuente: iStock)
Castillo de San Marcos en San Agustín (Fuente: iStock)

La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no.

Epicteto.

Thomas Jefferson era un pelín racista, pues mientras mostraba su cara circunspecta a los españoles por permitir matrimonios mixtos en Florida; él, se ventilaba todas las esclavas a su alcance, y sin mucho cortejo, todo hay que decirlo. Con una de ellas, de hecho, tuvo varios 'churumbeles'. Lo desconcertante de este tercer presidente de EEUU es que mientras sus plantaciones tenían cerca de 600 esclavos, él lanzaba puyas a los españoles que acogían a los fugitivos de Virginia, esclavos a su vez que venían huyendo en pos de la libertad, a los que se les brindaba cobijo en esta zona bajo dominio español. Pero estas quejas tenían otro sibilino propósito oculto.

La ambición desmedida que reside en el espíritu de esta nación, solo casa con el rendez vous y la pleitesía de sus palmeros a los que, al más mínimo desliz, les levanta la mano. Que la Florida española iba a ser devorada era cuestión de tiempo.

Foto: Bronce tartésico en el Museo Arqueológico de Sevilla (Imagen: José Luiz Bernardes Ribeiro / Wikimedia)

Con México ocurrió lo mismo años más tarde. Como por arte de ensalmo y acusando a nuestros hermanos mexicanos del ataque a El Álamo, un refugio donde varios centenares de forajidos y colonos se habían atrincherado tras usurpar tierras conquistadas en su momento por los españoles; eso sí, no sin darle a aquella derrota unos tintes épicos propios de quienes no tienen historia y se han venido 'parriba'. A la postre, los mexicanos perderían más de la mitad del territorio heredado de la monarquía española, extensiones enormes que incluían Nuevo México, California, Texas, Arizona, Colorado, etc. Como siempre, los agresores se hacían pasar por víctimas.

Pero el baño de realidad de la historia siempre sale a flote, aunque a veces tarda. La cantada ocupación de Florida se firmó tras asignar cinco millones de dólares para su compra, un dinero que jamás se abonaría a España. Un clásico.

Hay quienes sostienen que Florida no fue vendida y que los ingleses, que casualmente pasaban por allá, llegaron a La Habana por Guanabacoa, apoderándose de esta estratégica ciudad española que, tras dos años de ocupación, sería devuelta por los anglos a cambió de La Florida. La más lúcida interpretación de la realidad nos dice que en lo firmado en el “Tratado de Adams-Onís” (22 de febrero de 1819) quedan reflejados los términos de este pésimo negocio. Dada la situación en la que estaba España tras la Guerra de la Independencia, con las arcas vacías y la penosa gestión de dos monarcas que, no se entiende como pueden estar enterrados en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

"Nuestro país estaba de capa caída con los gobernantes de turno. La resaca ya venía de largo"

Honestamente, no hay mucho que agradecer a Washington. Cerca de 240 años de guerra continuada contra unos y otros, presiden su filosofía como nación y proyecto de futuro (El brillante general y presidente Eisenhower sentenció tras concluir su segundo mandato). Generadores de conflictos interminables, no tienen amigos de calidad, solo servidumbres domesticadas a las que dejan tiradas a las primeras de cambio; Europa está en ese brete; la de los contables prescindibles.

En esta historia de amistad defraudada, de utilitarismo, de oportunidad, de estafas sin cuento, de declaraciones de guerra de falsa bandera, etc.; de una Florida impagada, de una Maine ¿precocinado?, del parón en seco al proyecto español de su propia bomba atómica (Islero); destaca la calidad de una amistad de cartón piedra.

Lo de la propiedad de la Florida tiene su aquel. Tras el Tratado de París, que dio final a la Revolución Americana, los ingleses, enfrentados a españoles, franceses y los sublevados norteamericanos; tuvieron que doblar espinazo y devolver en 1803 a España la Florida. Pero nuestro país estaba de capa caída con los gobernantes de turno. La resaca ya venía de largo …

Foto: Foto: Wikipedia.

Si bien los franceses hicieron un buen trabajo, nosotros, los españoles lo hicimos mejor. ¿Por qué? No olvidemos el ataque años antes al Doble Convoy (1780) por parte del ilustre almirante Luis de Cordova ni tampoco, que las últimas batallas, quizás las más críticas – Bernardo de Gálvez en Pensacola - se dieron en las postrimerías de la guerra de independencia estadounidense en el sur del país. La rendición de Cornwall en Yorktown - Virginia, y el desalojo de los británicos de Florida, además de la ocupación de las Bahamas por las tropas del monarca español, despojaron a los británicos de sus estratégicas bases con las que poder atacar a los estadounidenses desde el sur.

Pero volviendo a la chicha, el 'timo de la estampita' no tiene patente española, sino más bien tintes anglosajones. La práctica continuada de esta especialidad ilusionista, la han pulido cum laude estos practicantes de la hipnosis más refinada, no en vano llevan siglos aplicando a las relaciones diplomáticas su implacable receta.

Nuestra mirada debería de estar puesta en Europa de forma irrevocable, el énfasis castigador con el que nos laceramos no viene de la mala praxis entre europeos, no; procede del Desafío Americano, el que probablemente sea el ensayo político más vendido de la historia, en el que se define meridianamente cuáles son los valores fundamentales de la amistad y que es el servilismo. Este ensayo u obra de arte de la literatura política fue escrito por un periodista galo que lo veía muy claro con respecto al futuro de Europa; su nombre era Servan - Schreiber.

"Lo cierto de aquel espejismo es que no vimos un duro. Tras el trampantojo vinieron una miríada de reclamaciones por parte de particulares"

La conclusión de la narrativa estadounidense, para convencer a los díscolos, no es otra que tirar de talonario (Alaska, Florida, Groenlandia y otros palmarios ejemplos) o tirar de Plan B. Hacia 1813, con España seriamente tocada por la invasión francesa; el ¿Imperio del Bien?, aprovechando nuestra debilidad se apropió de Mobile, y toda la Florida Oriental encajonada entre Alabama y Mississippi, cayó como hoja muerta.

Con el agotamiento vinieron las negociaciones.

Tras el pacto resultante, el rimbombante título quedó diluido en la nada. El eufemísticamente llamado Tratado de Amistad Adams – Onís, en apariencia, prometía liquidez a unas arcas exhaustas por la terrible Guerra de la Independencia contra el hombre de la mano en el píloro; pero a la postre no quedó en otra cosa que una pésima astracanada. Lo cierto de aquel espejismo es que no vimos un duro. Tras el trampantojo vinieron una miríada de reclamaciones por parte de particulares y aquel 'dinerito' que prometía parchear nuestra maltrecha economía se convirtió en humo.

El amigo americano…

La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no.

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