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Cómo educar a tu hijo para que sea valiente y no tenga miedo a la frustración
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Cómo educar a tu hijo para que sea valiente y no tenga miedo a la frustración

Como padres, es muy difícil saber cuándo un hijo está preparado para ciertas cosas en un mundo repleto de peligros. Generar en él un sentido de confianza en sí mismo y responsabilidad resulta esencial. ¿Cómo?

Foto: Foto: iStock.
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A menudo cedemos ante la necesidad de tener que proteger a nuestros hijos contra viento y marea, pues necesitan de toda nuestra atención y cuidado. El mundo de ahí afuera, además, es un cúmulo de peligros de muy diversa índole: desde las normas de circulación peatonal hasta el uso que hace del teléfono móvil, son muchas las amenazas a las que el pequeño se ve sometido. Sin embargo, a veces es mejor echarse a un lado para que él mismo se enfrente a distintos retos, y si falla no regañarle en exceso, pues el error es casi siempre el mejor de los maestros.

Para ello, evidentemente, debe asumir que se ha equivocado, algo a veces difícil debido al orgullo y también a sus ganas de autonomía. "Para realizar una transición exitosa de la niñez a la adolescencia y luego a la edad adulta, los pequeños deben enfrentarse voluntariamente a experiencias nunca antes vistas, y de forma ideal, emerger de estas experiencias con un mayor sentido de la competencia", asegura Sarah Rose Cavanagh, psicóloga, profesora de la Universidad de Boston y experta en educación infantil, en un reciente artículo publicado en la revista Aeon.

"El desarrollo psicológico es esencialmente una escalera de experiencias por los que se busca dominar lo social, lo emocional, lo intelectual, lo moral y lo romántico", recalca. Y esas escaleras son costosas de subir, y en el mejor de los casos solo hay que subir, ya que en realidad más tarde o más temprano acabas despeñándote y bajando unos cuantos peldaños más. Por ello, ser valiente y desenvolverse en todos esos ámbitos no solo implica una cuestión de coraje, también es valiente quien más tolerancia tiene a la frustración y a pesar de haberse caído se levanta y sigue hacia delante.

Preguntadle sobre los retos que le gustaría enfrentar más inmediatos: ir solo por la calle, aprobar la asignatura que se le da mal o acudir a un campamento de verano solo

En primer lugar, como asegura Cavanagh, hay que prestar atención al hijo cuando está nervioso por algo nuevo para él, una dificultad que va a tener que afrontar o un reto que se le va a presentar de manera inmediata. Puede ser empezar el instituto o, en edades más inferiores, aprobar inglés o cualquier otra materia que se le da mal. "Estad atentos a las señales que vuestro hijo os manda, si pasa largos períodos de tiempo solo o parece aburrido con sus estudios para brindarle de estímulos", aconseja.

Cómo enfrentarse a retos

Y, en ese sentido, también es necesario hablar con él sobre sus inquietudes, aficiones, miedos y observar qué es lo que más le saca de sus casillas. Preguntadle sobre los retos que le gustaría enfrentar más inmediatos: ir solo por la calle, aprobar la asignatura que se le da mal o acudir a un campamento de verano al que no se atreve a ir solo. Pero, del mismo modo, enseñadle que muchos desafíos importantes no son tan grandes en realidad: pueden surgir en el momento y de forma natural o ser del todo cotidianos, como dejar atrás la timidez y conectar más con los de su clase, hacer amigos u ofrecerse voluntario en algún tipo de tarea. "Esos pequeños desafíos, repetidos a lo largo del tiempo, pueden generar sensación de autoeficacia tanto como los grandes", sostiene.

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Lo importante es que consiga autodeterminación para salir al mundo social. Una teoría que recoge tres necesidades psicológicas: autonomía (sensación de que puede hacer las cosas solo y sin ayuda), competencia (tener el ímpetu para enfrentarse a los desafíos) y la relación (saber moverse en lo social, pues al final esto es imprescindible para conseguir una meta). "Puede animar a su hijo a ser autodirigido, a establecer de forma autónoma un camino que le lleve a sus objetivos y dar el primer paso", recalca la experta. "A medida que asumen desafíos manejables, pueden desarrollar un sentido de la competencia y aprender que son un instrumento de cambio efectivo en el mundo y que sus habilidades pueden crecer con el tiempo. Y asumir estos desafíos dentro de un entorno social de apoyo, involucrando a sus semejantes cuando sea posible, puede reforzar en él un sentido de relación".

Recuérdale lo mucho que vale

Otro consejo muy útil es minimizar el tamaño de los desafíos a los que se va a enfrentar para que crean que no son tan difíciles. Al final, se trata de un consejo que también podemos aplicar en nuestra vida adulta: si hemos llegado a cierto punto, aplicar un poco más de esfuerzo ante la dificultad no nos será tan complejo como lo pensamos. Y, por último, y quizá lo más importante, recordarle constantemente todo lo que ha conseguido hasta ahora, haciendo especial hincapié en aquello en lo que ha destacado, en lo que hace bien y sobresale respecto a los demás, sus puntos fuertes. Esto es lo más importante para generar en él un sentido de confianza en sí mismo que derribará muchísimos más muros que cien mil capacidades aprendidas.

A menudo cedemos ante la necesidad de tener que proteger a nuestros hijos contra viento y marea, pues necesitan de toda nuestra atención y cuidado. El mundo de ahí afuera, además, es un cúmulo de peligros de muy diversa índole: desde las normas de circulación peatonal hasta el uso que hace del teléfono móvil, son muchas las amenazas a las que el pequeño se ve sometido. Sin embargo, a veces es mejor echarse a un lado para que él mismo se enfrente a distintos retos, y si falla no regañarle en exceso, pues el error es casi siempre el mejor de los maestros.

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