Es noticia
¿Es la Raya recta o sinuosa? Una historia íbera con topógrafos e inspectores de Hacienda
  1. Alma, Corazón, Vida
De los amores imposibles

¿Es la Raya recta o sinuosa? Una historia íbera con topógrafos e inspectores de Hacienda

"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva". Saramago. Esta es una historia íntima, minimalista

Foto: Calle vieja en Valencia de Alcántara, Cáceres (Imagen: iStock)
Calle vieja en Valencia de Alcántara, Cáceres (Imagen: iStock)

La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.

Saramago.

Esta es una historia íntima, minimalista (por los pequeños detalles que la hacen grande), surrealista por la mezcla de picardía y bonhomía que esgrimieron las partes en litigio, por un lado, y por el desenlace feliz e imaginativo que tuvieron dos países hermanos que han vivido durante siglos de espaldas; hablamos de Portugal y España.

Durante el paréntesis abarcado entre los años 1855 y 1926, ambos países trataron de fijar unas lindes que el Tratado de Schengen, en el tránsito de la inclusión de los dos países en la Unión Europea; abolió de un plumazo. Los topógrafos, aldeanos minifundistas de ambas zonas, ganaderos, guardiñas y guardias civiles e incluso el propio ganado, tenían su lectura de la demarcación de la frontera, y como gentes elementales, se entendían sin necesidad de apelar a los de arriba, que solo podían complicar las cosas sencillas. Es curioso como la ciudadanía de a pie, los "elementales", son capaces de resolver las cuestiones que le atañen directamente sin necesidad de intervención de sesudos terceros.

Foto: La isla de los faisanes (Fuente: iStock)
TE PUEDE INTERESAR
Una isla para dos propietarios: lo que hace el Pacharán
Á. Van den Brule A.

El contrabando de tabaco, café, mantelerías y otras minucias; eran en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, un motor indispensable para las economías de la “Raya”.(Raia). Para Extremadura y Galicia principalmente, fueron auténticos salvavidas en tiempos de hambre y dificultades extremas. Es el caso de Zarza y Salvaterra do Extremo cercanas al río Erja, donde unos avispados inspectores de impuestos protegidos por guardias civiles tuvieron la ocurrencia de recabar fondos para el estado. En qué momento…

La turbamulta de ofendidos campesinos que vivían del azar y sus caprichos,de una meteorologia antojadiza, con un sayo para todo el año y calamidades sin cuento; se congregaron en número de dos centenares para linchar a aquellos osados “egipcios” que pretendían saquear los áridos bolsillos de aquellas gentes de alpargata. Hasta ahí podíamos llegar. Afortunadamente, el Altísimo, ordenó a un devoto tonsurado que, en una audaz maniobra de flanco, con cuatro angelicales monaguillos por montera y bajo palio, rescatára a los incautos inspectores acallando aquel vocifério que nada bueno auguraba. A una orden del cura (nuevo héroe del pueblo) los imprudentes recaudadores, tomaron las de Villadiego y así, hasta hoy. Huelga decir que, a partir de ahí, el repartidor de hostias bendecidas y vino dulce pero sagrado, no le faltaría ni café ni tabaco para los restos. España, un pais inconcebible.

La cosa no acaba ahí

Corría el año 1755, cuando los habitantes de un pueblo llamado Ceclavin en el oeste de Cáceres, a una docena de kilómetros de la “Raya”, pillaron in fraganti a unos inspectores de hacienda intentando hacer un registro ante las fundadas sospechas de los negocios “ilícitos” de un vecino del pueblo. Aquello era el acabose. De repente se abrió el cielo y una granizada descomunal de postas con pólvora a granel, era disparada con vehemencia por los atribulados campesinos que veían en el contrabando su único puerto. Puertas, ventanas, contraventanas, saltaban astilladas en mil direcciones. Según cuentan los lugareños, un nutrido destacamento de caballería se presentó unos días para aplicar un correctivo a los descarriados campesinos o, dicho de otra manera, para restablecer el orden. El caso es que no encontraron ni al Tato, todos habían huido a los pueblos portugueses colindantes al otro lado de la” Raya”.

placeholder Puente romano sobre el río en Hermisende (Zamora)
Puente romano sobre el río en Hermisende (Zamora)

En las fiestas de agosto de Segura, Salvaterra do Extremo, Batanada o Medronheira, al otro lado del río Erjas, en Portugal, tienen por costumbre invitar a sus pares españoles del otro lado a compartir las fiestas patronales y viceversa. Cuando alguien se pone tonto, los portugueses, que son gentes elegantes donde las haya, le dan un potente vasito de sal, una ducha de agua fría y al acabar la ceremonia de reconciliación, un paracetamol con entrega express a la Guardia Civil. El buen rollito es importante.

Hay anécdotas entre nuestros hermanos lusos y nosotros, cómo para escribir una enciclopedia.

Al mendaz valido llamado Conde Duque de Olivares, no se le ocurrió otra barrabasada que hacerle un regalo a su entronizado rey Felipe IV, tal que fue el triste episodio del levantamiento de una buena porción de territorio y un insolente desplazamiento de la “Raya” con la consiguiente e innecesaria humillación para nuestros hermanos, que como era habitual, vivían secularmente de espaldas a España por si acaso. Otra hazaña (ya hemos hablado aquí de ello) fue la de la Guerra de las Naranjas durante las guerras napoleónicas. Este Conde Duque, además de príncipe, modelo de pasarela (iba siempre muy bien apañado) y coleccionista de pelucas; muy ufano, se fue a hacerle el rendez vous a su monarca, pero este lo despachó con cajas destempladas; estaba retozando con una de sus amantes y empleado a fondo en hacerle un churumbel de los cerca de tres docenas que tuvo; extramatrimoniales claro. Para que luego hablen mal de los Borbones. Sería incorrecto reducir la vida del coronado al plano horizontal solamente, ya que Felipe IV fue un rey muy castigado por las tragedias personales, en una época plagada de contenciosos políticos y militares, lo cual no es óbice para recordar el impulso que como nadie – de su saga - antes diera a las artes y letras.

"Al final, en la Comisión Mixta de Límites hacían filigranas entre ingestas de Oporto y finos amontillados, moviendo la frontera de aquella manera, y sin que se enterase Madrid a ser posible"

De todos es sabido que entre ambos países hubo un momento muy amable de amor sin hematomas, en el que ambos imperios se fundieron en uno (1580 – 1640) en los que la frontera estuvo estable. Pero entre tanta incidencia está el caso del pequeño pueblo de Hermisende (Zamora) que, tras la guerra portuguesa de Independencia, no quiso volver al seno luso. Para el caso que nos ocupa, hacer una cartografía como Dios manda, era un vía crucis, y mira que las dos partes estaban por la labor de hacerlo bien.

Las famosas Casa de la Duda (Valencia de Alcántara - Cáceres), no se sabía si eran portuguesas o españolas. La cocina estaba en el lado luso y los dormitorios en España. Aquello era O terror da Rua para los topógrafos. Se daba con frecuencia el caso de ampliaciones que eran objetivamente auténticas invasiones de los territorios del vecino, y esto es válido para las dos partes. Al final, la Comisión Mixta de Límites, implementada para resolver estas cuestiones, hacían filigranas entre ingestas de Oporto y finos amontillados, moviendo la frontera de aquella manera y sin que se enterase Madrid a ser posible. Los tratados y las comisiones eran sorteados con un ingenio propio de malabaristas, era la esencia de dos pueblos hermanos cuya unión política nunca ha cuajado, pero si el reconocimiento mutuo.

Un caso palmario del corazón portugués para con los españoles, fue el del comendador Rui Nabeiro; adusto, cetrino, apergaminado y delgado, era el estereotipo de portugués bien plantado. Dueño del emporio de los cafés Delta, es un símbolo imperecedero de la “Raya”. Él, niño todavía y su padre, un cristiano sin bando politico, ayudaron de forma entregada a los miles de exiliados de la guerra civil española que salían rumbo a Argentina, Venezuela, Cuba o Méjico. Un hombre grande donde sea que crezca esta especie. Si hay un Dios, este sería el primer cristiano de la lista.

placeholder El puente internacional más corto del mundo en Extremadura (Fuente: iStock)
El puente internacional más corto del mundo en Extremadura (Fuente: iStock)

Muchas naciones han tenido sus tira y afloja por territorios en los que ha arraigado el nacionalismo como hábiles y malvadas esporas. Ahí esta el caso actualizado de Nagorno -Karabaj y la atribulada Armenia, Etiopia con Eritrea o Tigray, o Argentina y Chile con el Canal de Beagle (casi Casus Belli), o más cercano, el tema de Alsacia -Lorena. Pero lo de la “Raya “es de traca. Docenas de pueblos hispano-lusos están mediatizados por la frontera y no ocurre nada anormal; bueno, si, que los vecinos se ayudan, comparten tupper, platos típicos en fechas señaladas, se reúnen para jugar a las cartas, a recordar, etc. Un modelo de convivencia.

Otro ejemplo de lo surrealista que resultaba la frontera con nuestros hermanos, radica en lo acontecido un 25 de julio del año 1139, cuando el conde Afonso Henriques les dio un varapalo a las tropas Almorávides en el Alentejo. Allí mismo, en medio de una monumental comilona, fue coronado como rey de Portugal ipso facto. Cuatro años más tarde, en 1143 se firmaría el Tratado de Zamora entre los reyes de ambos países, Alfonso VII de León y Alfonso I de Portugal, reconociendo los derechos del rey luso y definiendo la “Raya” (Raía). Pero había truco, pero truco de pícaro de manual.

En 1135, el rey de León, unos años antes, se había auto coronado Imperator totius Hispaniae, una idea cuya naturaleza estaba basada en recuperar la antigua Hispania romana y que había promovido apasionadamente dos siglos antes el rey asturiano Alfonso III como propelente señalando la dirección a seguir, que no era otra que la restauración de los antiguos pagos visigodos para así, reunificar la península bajo un solo soberano. El truco estaba en que el rey portugués a la luz de los rimbombantes títulos que se había arrogado el rey de León, pasaba a ser un mero vasallo.

"La Raya, aunque afortunadamente hoy se ha desvanecido, no deja de ser también una cicatriz que los iberistas portamos con resignación"

Salvo el atraco practicado sobre nuestros hermanos portugueses en La Guerra de las Naranjas, la “Raya “ha permanecido invariable hasta nuestros días. Sin embargo, en el año 1926, en Lisboa, el Acuerdo de Límites rubricó que los habitantes de las zonas fronterizas se pudieran beneficiar de ciertos derechos que se asemejaran en el caso de que hubiera un agravio flagrante en relación con los de los vecinos del otro lado de la “Raya”.

Este fue el caso de Rihonor de Castilla que quedó deslocalizada en medio de la nada con su peculiar dialecto rihonores, una original amalgama de un dialecto asturleonés muy extendido en otros pueblos de la zona. Caso parecido es el del cauce del arroyo Abrilongo, tributario del Gévora, que divide Arronches en Portugal, de La Codosera en España. Por cierto, algo tan increíble como que ambos pueblos (o el mismo pueblo), están unidos por el puente internacional mas pequeño del mundo. Solo pueden transitar humanos y bestias, bicicletas mulas mecánicas, Tres metros de largo, para mear y no echar gota.

Como dice el profesor Luis García Maña; aldeas, como Soutelinho, Cambedo y Lamadarcos, tras el primer Tratado de Límites de 1864, quedaron casas que estaban construidas en la misma línea divisoria, de tal manera que, una puerta daba a Galicia y otra a Trás-os-Montes. Cosas de la vida.

En resumen, a veces las fronteras son espacios híbridos, permeables, vasos comunicantes, zonas de ósmosis, costuras de realidades impuestas. La “Raya”- aunque afortunadamente hoy se ha desvanecido -, no deja de ser también una cicatriz que los iberistas portamos con resignación. Hay amores imposibles.

La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.

Historia de España