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Hay un animal tan inteligente como el ser humano: críalos y... ¿te sacarán los ojos?
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Ya lo dice el dicho

Hay un animal tan inteligente como el ser humano: críalos y... ¿te sacarán los ojos?

El peligro parece evidente con él por su forma negra y su existencia en silencio, por su inmutable mirada y su apetito carroñero; con todo ello, por su presencia... Pero nuestro miedo a los cuervos es por algo más

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Pocos animales nos atraen más hacia una idea de la muerte, hacia el miedo de estar frente a ella, sin ni siquiera resultar a priori peligrosos. Los cuervos tienen esa atención de nuestro subconsciente que poco a poco ha ido alimentándose con un relato cultural que nos hace víctimas de su propia existencia: Durante siglos, se ha creído que esta ave simboliza la mente subconsciente y evoca sentimientos de dolor y miseria. "¡Nunca más!", gritaba el cuervo del famoso poema de Edgar Allan Poe.

La muerte parece evidente con él por su forma negra y su existencia en silencio, por su inmutable mirada y su apetito carroñero, con todo ello, por su presencia. Resultan la viva imagen de lo que antecede a lo macabro, tanto que el temor por encontrarse con uno provoca una de las más habituales formas de ornitofobia o fobia a las aves.

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El protagonista de aquel trabajo de Allan Poe era atormentado por los gritos que un cuervo prodigaba con habla humana: "¡Nunca más, nunca más!". Es lo mismo que más tarde podría decir cualquiera que hubiera visto la película en la que Alfred Hitchcock los filmó invadiendo sigilosamente todo un pueblo y, en concreto, atacando a Melanie (Tippi Hedren) sin pudor.

A través de la historia

Pero la historia de este pánico comienza mucho más atrás. En la mitología Nórdica, existen un par de cuervos asociados con el dios Odín. Conocidos como Hugin y Munin, se dice que viajaban alrededor del mundo recogiendo noticias e información para su dios. Hugin era el "pensamiento" y Munin la "memoria".

De la misma forma, en la mitología Griega, Apolo, el dios del sol, envió un cuervo blanco a proteger a Corinis, una mujer mortal de quien se había enamorado. Cuando ella se fue con otro mortal, el ave voló hacia los cielos para encontrarse con Apolo y contarle lo sucedido. El dios, cegado por la ira, quemó al cuervo y sus plumas se tornaron negras. Es así como comienza a interpretarse portadora de malas noticias e incluso como un mal augurio en sí mismo.

El miedo no es aquí otra cosa que la conciencia de que estamos ante un animal sumamente inteligente, y resulta que la propia ciencia lo ha podido demostrar: diversos estudios en los que se han puesto a prueba su capacidad de solución de problemas y su conciencia sobre sí mismos no nos dejan escapatoria. Son habilidades de las que gozamos los humanos y en la que también nos regocijamos con aires de superioridad, pero hablando de aires los cuervos pueden volar.

Numerosos estudios

A menudo, pasando por alto esa pequeña diferencia, se ha considerado que el resto de cualidades que lo acercan a nosotros, cualidades directamente relacionadas con el poder de la razón, solo tenían cabida en nuestra estructura cerebral, si acaso en la de algún otro mamífero. Pero no.

Los cuervos no solo lograron comprender las reglas del juego, sino que también se tomaban unos segundos para acertar y no equivocarse

Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Tübigen, en Alemania, ha hallado los mismos niveles de inteligencia, vamos a llamarlo así, que considerábamos nuestra seña de identidad, en cuervos. Los animales fueron entrenados para picotear un panel rojo y uno azul, dependiendo de un "semáforo" que indicaban hacia dónde debían dirigirse.

Los científicos llevaban primero una alternancia constante entre los dos colores (azul-rojo-azul-rojo…), pero luego empezaron a cambiar las reglas. Comenzaron a jugar con la luz repitiendo un color y luego no, de modo caprichoso, y los cuervos lograron comprenderlo, pero no solo eso, sino que se tomaban unos segundos para decidir qué panel era el correcto.

"Por naturaleza"

Este experimento, junto a varias pruebas más, han demostrado que los cuervos reflexionan "por naturaleza". Lo hicieron entonces en torno a lo que sabían del juego con el fin de actuar de una forma u otra, es decir, para tomar decisiones correctas. En otras palabras: Actuaron con lógica e inferencia.

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Publicados en la revista Science, los resultados de dicho estudio reúne los de otras investigaciones, ofreciendo por primera vez datos,en efecto, "peligrosos": el más destacado es que los cerebros de los cuervos cuentan con 1.5 mil millones de neuronas, casi tanto como algunos monos.

Los estudiosos del tema empiezan a sugerir que las bases neuronales que permiten la conciencia sobre uno mismo existen desde antes de los mamíferos o que surgió de modo independiente en el linaje de las aves “y no necesariamente se requiere de una corteza cerebral”.

Pocos animales nos atraen más hacia una idea de la muerte, hacia el miedo de estar frente a ella, sin ni siquiera resultar a priori peligrosos. Los cuervos tienen esa atención de nuestro subconsciente que poco a poco ha ido alimentándose con un relato cultural que nos hace víctimas de su propia existencia: Durante siglos, se ha creído que esta ave simboliza la mente subconsciente y evoca sentimientos de dolor y miseria. "¡Nunca más!", gritaba el cuervo del famoso poema de Edgar Allan Poe.

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