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Los cuervos hacen gala de autocontrol (son más listos de lo que tú te crees)
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SUPERARON LA PRUEBA DEL MALVAVISCO

Los cuervos hacen gala de autocontrol (son más listos de lo que tú te crees)

Demostraron la capacidad de retrasar la gratificación, lo que demuestra habilidades cognitivas como la planificación futura

Foto: Cuervo.
Cuervo.

Sabíamos de la aparente inteligencia de los cuervos, pero ahora se ha demostrado una nueva capacidad que no teníamos tan asumida: su autocontrol. Un experimento muy popular en los años 60, retomado ahora, lo ha demostrado.

A finales de los años 60 y principios de los 70 se hizo popular una prueba conocida como "marshmallow test" o “prueba del malvavisco” (las famosas esponjitas de caramelo).En ella, se colocaba a un niño en una habitación con un malvavisco y se le decía que si conseguía no comérselo en 15 minutos, obtendría una segunda golosina.

Foto: Las adicciones son los hábitos que más se escapan a nuestro control. (Corbis) Opinión

Esta capacidad de retrasar la gratificación demuestra habilidades cognitivas como la planificación futura y se llevó a cabo para estudiar cómo se desarrolla la cognición humana, sobre todo a qué edad un ser humano es lo suficientemente inteligente como para retrasar la recompensa si esta venía aparejada con una mayor gratificación más tarde.

Buscando la mejor recompensa

Pues bien, los cuervos también hacen algo similar. Obviamente, ese experimento exacto no funciona en los cuervos, ya que no pueden entender el lenguaje humano, pero sí que se les puede someter a un test similar adaptado para animales.

Cuando se trataba de golosinas ocultas, los niños humanos tuvieron un mejor desempeño que los cuervos

Así, según nos cuenta Science Alert, los investigadores utilizaron una especie de bandeja giratoria en un estuche transparente con una ventana que permite que parte de la bandeja asome. Se colocaron dos golosinas en la bandeja: una disponible de manera inmediata y una mejor (o más abundante o de mayor calidad) que está disponible cuando la bandeja gira después de un corto período de tiempo.

El mismo dispositivo que utilizarían los nueve cuervos salvajes, se usó para 61 niños de entre tres y cinco años (la recompensa para ellos eran pegatinas). Tanto humanos como animales fueron entrenados en el funcionamiento del aparato y probados con dos condiciones: con las recompensas visibles y con una o ambas de las recompensas ocultas bajo una cubierta en la bandeja.

placeholder Bandeja con recompensas para cuervos. Foto: Animal Cognition
Bandeja con recompensas para cuervos. Foto: Animal Cognition

Cuando las recompensas eran visibles, tanto los niños como los cuervos lograban retrasar la gratificación para conseguir una mejor y, en particular, estaban mucho más dispuestos a esperar cuando la segunda recompensa era de mejor calidad que cuando había algo más de la primera gratificación.

Pero cuando se trataba de golosinas ocultas, los niños humanos tuvieron un mejor desempeño que los cuervos. No está claro exactamente por qué puede ser esto, pero puede tener algo que ver con la naturaleza de los cuervos, señalaron los investigadores.

Los cuervos no se fían

Cada vez que el científico humano estaba en el aviario colocando las recompensas, los cuervos se mantenían alejados, y sólo se acercaban a la bandeja después de que el humano se había ido. Por lo tanto, no sabían qué recompensa se ocultaba bajo la cubierta, y tenían que confiar en la inferencia para averiguar si valía la pena esperar por la recompensa oculta. Los niños, sin embargo, no tenían ese miedo, y eran capaces de observar al científico colocando las pegatinas y recordar lo que había debajo de la cubierta.

"Estos resultados contribuyen a nuestra comprensión del autocontrol en aves y humanos, y, particularmente, a algunos de los factores contextuales que pueden influir en el rendimiento en estas tareas", escribieron los investigadores en el estudio, publicado en la revista científica 'Animal Cognition'.

Sabíamos de la aparente inteligencia de los cuervos, pero ahora se ha demostrado una nueva capacidad que no teníamos tan asumida: su autocontrol. Un experimento muy popular en los años 60, retomado ahora, lo ha demostrado.

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