Una gallega advierte a los turistas de Santiago de Compostela para que dejen de hacer esto

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Es lógico que cuando se hace turismo por otros lugares, se quieran recordar las visitas a los sitios más emblemáticos y conservarlos en forma de fotografía para la posteridad. Sin embargo, a veces convendría conocer un poco el destino que se elige para averiguar más sobre su tradición y cultura y evitar con ellos generar imágenes de mal gusto en el proceso.

Eso es lo que ha recomendado la usuaria @prado_rua en un reel de la red social Instagram, en el que critica las actitudes de algunos visitantes con las esculturas conmemorativas en representación de 'Las Dos Marías' situado en el Parque de la Alameda en Santiago de Compostela.

En la publicación, la joven ha reconocido estar cansada de los comportamientos inapropiados de ciertos turistas con el monumento, la cual lo achaca al desconocimiento de la historia de las mujeres esculpidas y pide por favor que entre todos “intentemos hacer un turismo un poco más respetuoso y consciente”.

¿Quiénes son 'Las Dos Marías'?

Maruxa y Coralia Fandiño Ricart eras dos hermanas santiaguesas con una historia muy particular. Pertenecían a una prole de 13 hijos, en los que la mayoría eran hombres y estaban muy relacionados con la Confederación Nacional del Trabajo o CNT, un organismo anarcosindicalista con una delegación en Santiago en la década de los 20. Fueron fuertemente reprendidos durante el régimen de Primo de Rivera y en la Guerra Civil, periodo en el que varios miembros de la familia fueron ejecutados u obligados a exiliarse.

Fue desde ese momento en el que la policía social de la dictadura comenzó un acoso y derribo constante contra ambas mujeres, boicoteando su negocio y empujándolas a acudir a la beneficencia en varias ocasiones. Estos actos provocaron en ellas varios signos traumáticos que formaron, en parte, su distinguido carácter.

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Con su estrafalario aspecto y su atrevido comportamiento, se convirtieron en un símbolo de libertad y esperanza en una época de represión. Mientras salían a pasear por el centro de la capital gallega a diario, se dedicaban a piropear a los universitarios allá por donde iban. Tras una vida de sufrimiento, el ayuntamiento de la ciudad las honró a título póstumo en 1994. Además, desde 2014, descansan bajo la misma lápida en el cementerio de Boisaca, en Santiago, localidad en la que significaron una fuerte resistencia frente a la opresión.