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Poder vivir más años podría no ser tan bueno como imaginamos, según la ciencia
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Poder vivir más años podría no ser tan bueno como imaginamos, según la ciencia

Si los humanos viviéramos vidas muy largas, esto podría reducir la capacidad de adaptación de nuestras poblaciones y conducir al estancamiento social

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El ser humano ha pasado buena parte de su historia ansiando la inmortalidad, o, por lo menos, intentando alargar un poco más su vida. El miedo a la muerte es natural, y la búsqueda de esa fuente de la juventud eterna siempre ha estado ahí. En los últimos dos siglos, los avances en medicina y las medidas higienistas han contribuido a que la esperanza de vida aumente en Occidente. Sin embargo, la barrera de los 100 años está ahí, y muy poca gente logra superarla.

Algunas empresas buscan extender la vida, como Retro Biosciences, que lo planea mediante el 'rejuvenecimiento' de la sangre. Esta idea se basa en estudios que encontraron que ratones viejos mostraban signos de envejecimiento inverso cuando se les administraba sangre de ratones jóvenes. En esta empresa han invertido algunos empresarios de Silicon Valley como Sam Altman. En la meca de la tecnología californiana hay muchas personas interesadas en extender la vida, como Larry Page (Google) o Jeff Bezos (Amazon).

Pero la primera pregunta es obvia: ¿podrían funcionar estas tecnologías? Lo cierto es que hay motivos tanto para el optimismo como para el escepticismo. Además, si la extensión de la vida útil fuera factible, ¿sería ético? 'Science Alert' ha presentado otra explicación, algo pasada por alto, de por qué tratar de vivir para siempre podría no valer la pena.

Algunas empresas buscan extender la vida, como Retro Biosciences, que lo planea mediante el 'rejuvenecimiento' de la sangre

Se podría argumentar que la extensión de la vida útil simplemente hace retroceder lo inevitable: que moriremos. Sin embargo, el problema con esta visión es que cualquier vida que se salve solo se salvará temporalmente. Es decir, extender la vida útil de alguien por diez años es similar a salvar a alguien que se ahoga para que se muere en un accidente diez años después. Con la medicina convencional sucede al fin y al cabo lo mismo: te pueden salvar de una pulmonía para que te mueras mañana. Eso no significa que el médico se vaya a arrepentir de haberte salvado, como es lógico.

Vale la pena tener una visión más amplia de hacia dónde nos podría llevar la investigación sobre la extensión de la vida útil: en los escenarios más optimistas, incluso las ganancias modestas a corto plazo podrían ayudar a las personas a agregar siglos a su vida, ya que los beneficios de cada intervención podrían generarse en cascada. Por ejemplo, cada año adicional de vida aumentaría la probabilidad de sobrevivir hasta el próximo gran avance.

Se podría argumentar que la extensión de la vida útil simplemente hace retroceder lo inevitable: que moriremos

En contra de la inmortalidad siempre está eso de que una vida muy larga podría ser aburrida, incluso indeseable. El filósofo Bernard Williams dijo que la vida se vuelve valiosa a través de la satisfacción de lo que él llama "deseos categóricos": deseos que nos dan razones para querer vivir. Williams esperaba que esos deseos se relacionasen con proyectos de vida importantes, como criar a un hijo o escribir una novela. Le preocupa que, dada una vida lo suficientemente larga, nos quedemos sin tales proyectos. Si es así, la inmortalidad se volvería tediosa. Incluso si la inmortalidad se volviera tediosa, esto no contaría contra las modestas extensiones de vida.

Otra preocupación con respecto a las tecnologías de extensión de la vida útil es la igualdad (o, en este caso, desigualdad). Estas tecnologías serán muy costosas y solo unos pocos podrían acceder a ellas, y parece injusto que los multimillonarios de Silicon Valley puedan celebrar sus 150 años mientras el resto de mortales fallecemos con 80 años (como tarde). Pero hay un matiz importante a considerar aquí. Considera que los sistemas de salud universales promueven la igualdad al mejorar la situación de aquellos que no están bien. Por otro lado, impedir el desarrollo de tecnologías de extensión de la vida empeorará la situación de aquellos que están bien.

Parece injusto que los multimillonarios de Silicon Valley puedan celebrar sus 150 años mientras el resto de mortales fallecemos con 80 años

La conveniencia ética de la igualdad basada en la " nivelación hacia abajo" no está clara. Los australianos más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de los 75 años que los más ricos. Sin embargo, pocas personas argumentarían que deberíamos dejar de desarrollar tecnologías para mejorar la salud de las personas mayores de 75 años.

El verdadero problema

Si los humanos vivieran vidas muy largas, esto podría reducir la capacidad de adaptación de nuestras poblaciones y conducir al estancamiento social. Incluso aumentos modestos en la esperanza de vida aumentarían radicalmente el tamaño de la población. Para evitar la superpoblación, necesitaríamos reducir las tasas de natalidad, lo que reduciría drásticamente el relevo generacional.

La inmortalidad podría: aumentar nuestra vulnerabilidad a las amenazas de extinción, poner en peligro el bienestar individual e impedir el progreso moral

La inmortalidad podría: aumentar nuestra vulnerabilidad a las amenazas de extinción, poner en peligro el bienestar individual e impedir el progreso moral. Incluso si los cerebros de los científicos mayores permanecieran en forma, su "sesgo de confirmación" (una tendencia a buscar e interpretar información de manera que confirme las creencias previas de uno) podría retrasar la adopción de nuevas teorías científicas. Las creencias morales también son propensas al sesgo de confirmación . En un mundo de longevidad prolongada, las personas cuyas opiniones morales se establecieron en su juventud (quizás hace más de 100 años) permanecerán en posiciones de poder.

Parece probable que el código moral de nuestra sociedad esté muy equivocado al menos en algunos aspectos. Después de todo, creemos que las sociedades del pasado estaban catastróficamente equivocadas, como cuando aprobaron la esclavitud o declararon ilegal la homosexualidad. La desaceleración del cambio generacional podría retrasar el punto en el que reconocemos y solucionamos nuestras propias catástrofes morales, especialmente aquellas que aún no podemos ver.

El ser humano ha pasado buena parte de su historia ansiando la inmortalidad, o, por lo menos, intentando alargar un poco más su vida. El miedo a la muerte es natural, y la búsqueda de esa fuente de la juventud eterna siempre ha estado ahí. En los últimos dos siglos, los avances en medicina y las medidas higienistas han contribuido a que la esperanza de vida aumente en Occidente. Sin embargo, la barrera de los 100 años está ahí, y muy poca gente logra superarla.

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