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La historia de la tapada limeña: cuando cubrir el rostro era sinónimo de libertad
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La historia de la tapada limeña: cuando cubrir el rostro era sinónimo de libertad

Nunca una vestimenta dio tanto que hablar ni produjo tantos quebraderos de cabeza a las autoridades o la Iglesia. Surgió en el siglo XV durante el virreinato de Perú

Foto: Una señora de paseo con la saya. Acuarela de Pancho Fierro.
Una señora de paseo con la saya. Acuarela de Pancho Fierro.

Una saya de seda grande y larga, quizá verde, azul o marrón, según la facción política preferida. Un pie pequeño calzado con un zapato de raso bordado, un manto de seda atado a la cintura y que subía hasta el rostro, tapándolo completamente a excepción de un ojo. Nunca una vestimenta dio tanto que hablar: era la tapada limeña, la moda durante la época del virreinato de Perú, que dio tantos quebraderos de cabeza a la Iglesia y a las autoridades.

Si tenemos en cuenta que las mujeres iraníes llevan meses luchando por poder quitarse el velo para, de esta manera, emanciparse y conseguir derechos, puede resultarnos un poco extraño eso de que las mujeres tapadas fueran un sinónimo de libertad. Sin embargo, así fue. El uso de los mantones de seda para tapar el rostro y dejar al descubierto tan solo un ojo comenzó a partir del siglo XVI (hacia 1590) y se extendió hasta bien entrado el siglo XIX. En Lima permaneció hasta entrada la República, cuando fue relegada por las modas francesas.

El uso de los mantones de seda para tapar el rostro y dejar al descubierto tan solo un ojo comenzó a partir del siglo XVI y se extendió hasta bien entrado el siglo XIX

Como todo, durante los tres siglos que duró la moda, fue evolucionando. Al principio la saya (predecesora de la falda) era muy ajustada al cuerpo, por lo que muchas personas consideraban el atuendo demasiado provocativo, y después fue volviéndose más ancha y útil para hacer vida diaria, pues al fin y al cabo las tapadas limeñas eran mujeres de todas las clases sociales que, simplemente, se ocultaban al salir de casa con la idea de tener mayor libertad.

placeholder Fotografía de Eugenio Maunoury (1865)
Fotografía de Eugenio Maunoury (1865)

Era una época en la que las mujeres tenían muchas limitaciones, por lo que llevar un disfraz que las permitía confundirse entre la multitud las dejaba mayor libertad para hacer lo que quisieran. Salían a la calle mostrando solo un ojo y podían ser cualquier persona, hacer lo que quisieran. Iban al mercado, salían a bailar, coqueteaban o acudían a la Iglesia sin que nadie supiera quién se escondía detrás de aquel manto. Durante aquel tiempo surgieron multitud de anécdotas al respecto, como que se habían dado casos de maridos que cortejaban a chicas tapadas sin saber que, en realidad, estaban coqueteando con sus propias mujeres.

En España existía una tradición muy similar: las llamadas cobijadas de Vejer de la Frontera, mujeres que en ciertos pueblos de Cádiz se cubrían parte del rostro con el manto, de color negro

Su origen ha sido frecuentemente discutido. La teoría más aceptada es que, por su semejanza con los trajes de las musulmanas, probablemente vendría de la influencia árabe (morisca) en los españoles, que influyeron a su vez al llegar a Lima. En España existía una tradición muy similar: las llamadas cobijadas de Vejer de la Frontera. Estas eran mujeres que en ciertos pueblos de Cádiz se cubrían parte del rostro con el manto, de color negro, de tal manera que solo era visible uno de sus ojos.

En 1561, don Diego López de Zuñiga y Velasco (cuarto virrey de Perú) prohibió las limeñas. "En Corpus, Viernes Santo o cualquier otra ocasión en la que se realicen procesiones solemnes desde la Iglesia que ninguna mujer se pasee por la calle o se asome a la ventana con el rostro cubierto. Esta prescripción ha de ser acatada por todos so pena de excomunión inmediata" escribió Santo Toribio de Mogrovejo, que comenzó una cruzada contra las tapadas entre 1582 y 1583, sin mucho éxito. Aunque consideraban la vestimenta demasiado insinuante, no consiguieron prohibirla.

placeholder 'Espedición científica al Pacífico, limeña en traje antiguo', en la revista española El Museo Universal.
'Espedición científica al Pacífico, limeña en traje antiguo', en la revista española El Museo Universal.

De hecho en 1833 la escritora Flora Tristán, francesa de ascendencia peruana, relataba sorprendida cómo podía ver a estas mujeres fumando en los teatros, cosa harto improbable tiempo después. Se dice que las tapadas influyeron en el ámbito político, llevaron mensajes durante la guerra, presionaban en la toma de decisiones o esparcían rumores. Quizá por su poder, muchas personas estuvieron en contra de esta polémica vestimenta y se quejaban de que era una ofensa para Dios y que no era natural que los padres no pudieran reconocer a sus hijas por la calle o los maridos a sus mujeres.

"En Corpus, Viernes Santo o cualquier otra ocasión en la que se realicen procesiones solemnes desde la Iglesia que ninguna mujer se pasee por la calle o se asome a la ventana con el rostro cubierto"

Hemos dicho moda, pero para algunos expertos realmente fue mucho más allá debido a los siglos que duró. Aunque es cierto que no fue algo pasajero, el irremediable paso del tiempo también acabó con ella. Hacia 1860, la moda afrancesada había desplazado a la saya y el manto, aunque su fascinación y los misterios que parecen intuirse a través de ese rostro tapado con seda, siguen hoy en día vigentes.

Una saya de seda grande y larga, quizá verde, azul o marrón, según la facción política preferida. Un pie pequeño calzado con un zapato de raso bordado, un manto de seda atado a la cintura y que subía hasta el rostro, tapándolo completamente a excepción de un ojo. Nunca una vestimenta dio tanto que hablar: era la tapada limeña, la moda durante la época del virreinato de Perú, que dio tantos quebraderos de cabeza a la Iglesia y a las autoridades.

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