Detenido por no verse en la lista de los más buscados y tratar de trolear a la policía

Para la mayoría de los delincuentes, las fuerzas de seguridad son su peor enemigo. Los policías de los diferentes cuerpos tratan cada día de detener a los malhechores para que las calles sean un lugar más seguro. Sin embargo, en el caso de Christopher Spaulding ha sido su propio ego (y un cerebro aparentemente no muy bien equipado) quien le ha llevado a prisión.

Tal y como publica el Mirror, Spaulding es un delincuente norteamericano de 40 años que vive en el estado de Georgia. Al parecer, estaba navegando por las redes sociales cuando vio uno de los típicos anuncios sobre los delincuentes más buscados del momento. Y no se le ocurrió nada mejor que contestar a ese post de Facebook provocando a la policía: "Y yo, ¿qué?"

Al día siguiente, la policía respondía en ese mismo post con un mensaje claro y elocuente: "Tienes razón, tienes dos órdenes de arresto pendientes, estamos en camino". Y fue dicho y hecho: la oficina del sheriff del condado de Rockdale se personaba en el domicilio de Christopher Spaulding y se lo llevaba esposado inmediatamente.

Le traicionó el ego

Dos días más tarde, la policía de Rockdale compartía en su cuenta de Facebook la foto de Spaulding ya detenido, junto a una imagen del comentario que había dejado en el post anterior y un texto más que explícito: "¡Te agradecemos tu ayuda en tu captura!"

Además, desde la oficina del sheriff mandaban "un agradecimiento especial a nuestra Unidad de Fugitivos por ser activa y eficiente en la detención del señor Spaulding, quien tiene 2 órdenes de arresto por delito grave de violación de la libertad condicional".

Y añadían que "nuestro Top 10 se compila únicamente en función de la gravedad de los cargos. El no estar en esta lista no significa que nuestra Unidad de Fugitivos no lo esté buscando si tiene una orden de arresto activa".

El post de la oficina del sheriff de Rockdale se ha hecho viral y son muchas las personas que han respondido aludiendo a la necesidad de protagonismo que tenía el delincuente. Esta vez, su ego le ha jugado una mala pasada.