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No todo es Papá Noel: así es el Apalpador gallego que regala castañas en Navidad
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No todo es Papá Noel: así es el Apalpador gallego que regala castañas en Navidad

Hasta hace pocos años, uno de estos seres míticos parecía casi extinto, pero las voces más ancianas de los valles del Cebreiro, Courel, Louzara y Ancares, y también en el Bierzo gallego-parlante, no han dejado que desaparezca

Foto: Fuente: EFE.
Fuente: EFE.

"Ve entonces mi niñito, vete ahora a la camita, que va a venir el Apalpador a palparte la barriguita", cantan los mayores a los pequeños durante la navidad en Galicia. En los bosques de esta comunidad autónoma aguardan algunas de las criaturas mitológicas más curiosas de la península, una mitología además fuertemente ligada con la vida que sucede en las aldeas, pueblos e, incluso en las ciudades gallegas.

Hasta hace pocos años, uno de estos seres míticos parecía casi extinto, pero las voces más ancianas de los valles del Cebreiro, Courel, Louzara y Ancares, y también en el Bierzo gallego-parlante, no han dejado que desaparezca. Simboliza el final del año, la ruptura con el tiempo viejo que va a acabar y el nacimiento de una nueva época, nuevas épocas que ahora llegan, siempre, con un puñado de castañas de la cesta del Apalpador.

Foto: Fuente: Wikimedia. Elaboración propia.

Dicen de él que es gigante, algunos ancianos aseguran haberlo visto hace décadas, cuando eran pequeños: con una boina, una chaqueta vieja y remendada, alpargatas, siempre acompañado de su bastón y su pipa, se adentraba por las calles y las casas antes de la guerra sin otra intención que la de alimentar a todo niño o niña que se hubiera quedado sin comer lo suficiente en vísperas de la Navidad.

El gozo popular de las castañas

Para ello cargaba con su cesta de castañas. Ese era su regalo y esa era su misión: asegurarse de que, en épocas de escasez y pobreza, los más pequeños no dejaran de comer. "Por seres obediente e estares ben alimentado, con estas castañas e este agasallo desexote fartura e bon ano", le susurraba a cada criatura después de palpar su barriga para comprobar que estaba llena. De ser así, despertarían en la mañana con la sorpresa de saborear uno de los frutos más preciados en temporada de frío.

Ilustración del cuento "O Apalpador", de Xoán González.

No es casualidad, por supuesto, que se trate de castañas, pues la teoría científica más aceptada es que Galicia fue una zona de refugio de su árbol durante la última glaciación, lo que la sitúa como zona autóctona de esta especie. De los análisis polínicos se desprende, de hecho, que la presencia del castaño en Galicia se remonta al mismísimo Pleistoceno. Aunque por entonces no era demasiado abundante, con el paso de los siglos se iba a convertir en un gozo popular.

La introducción de su cultivo, aseguran desde la organización Castaña de Galicia, parece estar relacionada con la llegada de las legiones romanas a estas tierras, allá por el siglo l d.C., cuando Augusto era emperador de Roma. "Las legiones trajeron consigo una serie de variedades de fruto mucho más productivas que las que existían en el país, sirviendo de punto de partida para una expansión del castaño por toda la región".

Un gran significado histórico

Ya en el románico, los "soutos" o castañares se extendieron considerablemente, "lo que supuso una modificación a una escala bastante considerable de lo que por aquel entonces era el paisaje gallego", pero la gran extensión de este árbol llegó durante los siglos XVI y XVII, dando origen a la aparición de numerosas variedades autóctonas.

placeholder Un castaño milenario del bosque gallego. Fuente: iStock.
Un castaño milenario del bosque gallego. Fuente: iStock.

Su fama aparece constantemente en la documentación de diversas instituciones monásticas de la Galicia medieval, que pone de manifiesto la importancia y elevada apreciación, muy por encima de cualquier otro árbol, de que gozó el castaño, tanto por parte de los señores como de los campesinos. A partir del siglo XVII, las cosechas de castañas eran tan abundantes que comenzaron a comercializarse a través de una red de mercados y ferias por toda Europa.

En Galicia, las castañas secas llegaron a ser moneda con la que los campesinos cobraban sus jornales. Para estas familias, la castaña significó además una alimentación básica y primordial en los años de mala cosecha de cereal: "Primero verdes mientras durase la cosecha, consumiéndose crudas o asadas, después al secarlas y dado que conservaban sus propiedades alimenticias a lo largo del año, se podían consumir cocidas o bien destinarlas a la obtención de harinas".

El retorno del Apalpador

La concepción de aprovechamiento integral de todos los recursos de un árbol, explican desde la organización, nunca fue profunda como en el caso del castaño. Así, su madera se destina a múltiples usos; los erizos y las cáscaras de las castañas resultan un excelente combustible; las castañas malogradas sirven como extraordinario alimento para los animales. Un auténtico regalo que, pronto, sería también símbolo navideño.

placeholder Una mujer muestra en sus manos un puñado de castañas recién cogidas. Fuente: iStock.
Una mujer muestra en sus manos un puñado de castañas recién cogidas. Fuente: iStock.

En su obra La Navidad gallega y su ritualidad, en ritos y creencias gallegas, el historiador Xesús Taboada Chivite, dejaba constancia en 1982 de la existencia de un ritual tan típico para unos como desconocido para otros. El Apalpador iba recobrando su significado. Posteriormente, en 2007, Carlos Calvo Varela retomó este hilo evocador en El Apalpador y el Toro de Natal.

Para entonces, el colectivo A Gentalha do Pichel, se había propuesto trabajar en la recuperación de esta figura como parte de la Comisión de Recuperación de la Memoria Histórica que había creado. Publicaron para ello el libro Teoría de inverno, que supuso el primer estudio en profundidad sobre la figura del Apalpador que luego completaría Calvo.

Su relación con otras leyendas

Actualmente, existen junto a todos estos diferentes trabajos de campo que recogen la leyenda de manera oral, tal y como se construyó en algún momento. Este solitario carbonero ("carvoeiro" en su lengua natal) es hoy famoso en casi cualquier rincón de Galicia y claro, como recorrerla casa por casa requiere su tiempo, la gente habla de su llegada el 24, el 28, el 31 de diciembre e incluso durante el carnaval.

Ilustración del cuento "O Apalpador", de Xoán González.

Sea como sea, las fechas de su llegada coinciden con otras celebraciones precristianas del solsticio de invierno. En este sentido, señalan desde la Fundación Artábria en su guía sobre esta leyenda, los etnógrafos están de acuerdo en que el mito del Apalpador sirve como la versión moderna de un antiguo dios en correspondencia con el Sol, proveedor de buenas cosechas, abundancia e ilusión para los niños, también relacionado con la interpretación cíclica del tiempo esta figura viene a confirmar que el año que termina cumplió su papel, y se va para dar paso al nuevo año.

El Apalpador, con las funciones atribuidas de carbonero, posee las mismas virtudes antropológicas puestas en aquellas quemas de leña durante el Lume Novo

El Sol, productor de luz y dador de vida, es omnipresente en la estela de creencias que conforma Galicia en las profundidades del tiempo. Por ello, otra tradición de la Navidad en Galicia es la del "Lume Novo", en la que los vecinos salen en nochevieja a encender un fuego que prendiera alto, rozando con sus llamas el esplendor del cielo.

La magia de este rito del solsticio de invierno, "Yule" para los celtas, se celebraba el 21 de diciembre, el día más corto del año. Se trata de quemar concretamente una parte de un tronco como reconocimiento y veneración al nuevo sol. El resto del tronco era conservado durante todo el reciente año, ya que, según la leyenda, tenía poderes mágicos.

placeholder Fuegos de la celebración del “Lume Novo“. Fuente: iStock.
Fuegos de la celebración del “Lume Novo“. Fuente: iStock.

El Apalpador (en Tierra de Trives, en Ourense, recibe el nombre de "pandigueiro" y en la zona lucense de Monforte de Lemos se le conoce como "apalpabarrigas") con las funciones atribuidas de carbonero, es decir, cortador de árboles, proveedor de fuego y recolector de castañas, posee de esta forma las mismas virtudes antropológicas puestas en aquellas quemas de leña: buscar la protección, los cuidados comunitarios populares en una forma de alianza con la buena fortuna.

"Ve entonces mi niñito, vete ahora a la camita, que va a venir el Apalpador a palparte la barriguita", cantan los mayores a los pequeños durante la navidad en Galicia. En los bosques de esta comunidad autónoma aguardan algunas de las criaturas mitológicas más curiosas de la península, una mitología además fuertemente ligada con la vida que sucede en las aldeas, pueblos e, incluso en las ciudades gallegas.

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