Es noticia
Salud mental en personas mayores: ¿es posible mantener la calidad de vida?
  1. Alma, Corazón, Vida
CUIDADOS EN LA TERCERA EDAD

Salud mental en personas mayores: ¿es posible mantener la calidad de vida?

Han cumplido los 65 años, tienen diagnosticado un trastorno mental grave y necesitan atención sociosanitaria, pero también precisan conservar la autonomía personal y frenar la dependencia

Foto: Foto: cortesía.
Foto: cortesía.

“Me gusta decir cómo me siento. Sacar a la luz lo que está dentro, que es un foco de dolor y de aislamiento”. Juana, de 68 años, lleva desde muy joven viviendo con esquizofrenia. Amante del arte y de la literatura, reflexiona acerca de su enfermedad y de cómo sobrellevarla a medida que se hace mayor. Casi tan mayor como Manuel, de 73 años, que recuerda que a los 21 tuvo el primer brote de esquizofrenia: “Pasé toda mi juventud entrando y saliendo de unidades de psiquiatría. Sigo teniendo muchos brotes, sobre todo cuando estoy solo, y aquí estoy acompañado”.

Ese ‘aquí’ es la residencia donde pasa sus días. Una residencia diferente, porque está especializada en personas que han cumplido 65 años, tienen diagnosticado un trastorno mental grave y necesitan de apoyos sociales y sanitarios vinculados a su dependencia. Tanto Juana como Manuel son compañeros de enfermedad, pero también de distracciones: escriben, pasean por la ciudad, visitan museos, hablan de arte. Mantienen ese nivel de autonomía que les permite estar atendidos y cuidados pero, al mismo tiempo, seguir cultivando sus aficiones

Un tabú latente

Considerada un tabú durante décadas, la salud mental ha comenzado a salir del armario y cada vez son más los espacios de debate en los que se habla de ella con rigor y con naturalidad. En este contexto, cobra especial relevancia la atención y cuidado de las personas con trastornos mentales graves a medida que se van haciendo mayores.

Es una realidad incómoda: ¿qué puede hacer una persona diagnosticada de esquizofrenia, psicosis o trastorno bipolar una vez alcanza los 65 años? “Normalmente, estas personas con trastorno mental grave van a residencias geriátricas convencionales, donde no hay una especialización en la atención por su patología, explica Elena Hereza, directora de la residencia Grupo 5 Puerta de Hierro.

placeholder Foto: cortesía.
Foto: cortesía.

Grupo 5 surge precisamente para que los mayores con este tipo de trastorno puedan continuar con una atención especializada, sin pasar directamente a las residencias de mayores. "Fomentamos esa autonomía que aún mantienen para darle continuidad y que sigan desarrollando su vida y su ocio”, añade. La autonomía tiene muchas variables. Por ejemplo, hacer las tareas habituales de una casa, como cambiar la ropa de cama. También cuentan con una asamblea diaria para que se conozcan mejor y hacer sugerencias. Por la tarde, quien quiere sale por el barrio o se va a Madrid. "A mí me gusta ir a ver exposiciones y museos, o ir a conciertos" -explica Juana, una de sus huéspedes-. "Es algo que me agrada muchísimo, poder salir y entrar". Manuel, por su parte, disfruta de la escritura y de la oferta cultural madrileña: “Estoy preparando ya el curso de otoño invierno. Está muy bien esta autonomía y que te tengas que hacer tus cosas, no que vivas en un hotel con camareras”.

Pero, por supuesto, la enfermedad mental está siempre presente y ellos son plenamente conscientes. “Soy paciente mental, mi diagnóstico es esquizofrenia… pero bueno, tengo un poco de todo. La enfermedad me ha acompañado toda mi vida, constantemente”, explica Juana, y añade que, con Manuel, “he mejorado mucho, pongo tesón y voluntad. La enfermedad nos ha dejado secuelas, como el aislamiento y el sufrimiento; hemos ido dejando cabos sueltos, culpabilidad”. En el último gran brote, recuerda, su familia tomó el mando y la mandó a una residencia, más tarde a otra y, finalmente, a esta última.

La clave es una atención integral y multidisciplinar. “Se trabaja en equipo, haciendo un abordaje de todas las áreas de la persona desde que se levanta hasta que se acuesta, ofreciendo un trato individualizado”, señala Isabel Martínez, terapeuta ocupacional de Grupo 5. Esta atención va mucho más allá del apoyo farmacológico. “Eso lo pueden encontrar en cualquier sitio -explica la directora de la residencia-. Se trata de acompañar a la persona en su día a día, prestando atención a sus necesidades emocionales”. No siempre es sencillo, reconoce. “El trato con los pacientes de salud mental requiere experiencia. Son personas con cierto grado de vehemencia, y se pueden desestructurar ante una situación que ven hostil. No es lo mismo tratar a una persona con Alzheimer o con patologías asociadas al envejecimiento, que a otras que ante un factor externo puedan sufrir un desajuste que las desestabilice”.

placeholder Foto: cortesía.
Foto: cortesía.

Además, los objetivos pasan por “fomentar un estilo de vida similar al del entorno de referencia y atender las necesidades básicas que garanticen el mayor grado de autonomía personal y calidad de vida. También, por conseguir la integración de las personas en el centro y en su entorno social”. Buen ejemplo de ello es Manuel, quien recuerda sus dificultades para relacionarse: “Entré aquí mucho peor, la mejoría ha sido espectacular. Hablo con la psicóloga y con ella he trabajado mucho el problema del aislamiento social. He hecho progresos, tengo amigos… Y escribir es también fundamental. He escrito cuatro libros en los que vierto mis reflexiones sobre lo que me sucede”.

En la esfera emocional, la escucha ha de estar siempre presente, siempre al alcance del residente. Juana lo vive así: “Me gusta hablar con alguien que me escuche; me ayuda a asentarme, a ir pasando páginas de todos esos periodos, de esas lagunas de mi vida que se han cerrado en falso. Yo reflexiono para borrar culpabilidades”.

“Me gusta decir cómo me siento. Sacar a la luz lo que está dentro, que es un foco de dolor y de aislamiento”. Juana, de 68 años, lleva desde muy joven viviendo con esquizofrenia. Amante del arte y de la literatura, reflexiona acerca de su enfermedad y de cómo sobrellevarla a medida que se hace mayor. Casi tan mayor como Manuel, de 73 años, que recuerda que a los 21 tuvo el primer brote de esquizofrenia: “Pasé toda mi juventud entrando y saliendo de unidades de psiquiatría. Sigo teniendo muchos brotes, sobre todo cuando estoy solo, y aquí estoy acompañado”.

ECBrands