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La historia de Kiki de Montparnasse, la abeja reina del París de entreguerras
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Vida y obra de la musa

La historia de Kiki de Montparnasse, la abeja reina del París de entreguerras

Con el pelo negro a lo 'garçon', los ojos rodeados de 'kohl' negro y los labios pintados de rojo intenso, Kiki se introdujo en los cuadros y los sueños de los pintores de la época

Foto: Kiki Noire et Blanche. Man Ray.
Kiki Noire et Blanche. Man Ray.

Antes de que hubiera influencers, ya estaba ella. Probablemente, a muchas personas su nombre no les diga mucho, pero la cosa cambia cuando ven el famosísimo 'violín de Ingres' del polifacético Man Ray: la fotografía surrealista de una mujer cuya espalda representa un violín. El rostro de la modelo no se ve, aunque puede sospecharse: es efectivamente Alice Prin, mejor conocida como Kiki de Montparnasse.

Alice Prin llegó al mundo en los albores del siglo XX, un 2 de octubre de 1901 en Châtillon-Sur-Seine, una pequeña ciudad de Borgoña. Fue su abuela la que se ocupó de ella durante sus primeros años, criándola en un ambiente muy pobre, hasta que decidió enviarla a París cuando tenía 12 años. En la ciudad del amor se reencontró con su madre, que la había tenido con tan solo 19 años, y que se decidió a introducirla en el mundo de la linotipia como aprendiz. Pero aquello no duró mucho.

En 1917 trabajaría como criada en una panadería de la place Saint Georges, aunque su nombre no pasaría a la posteridad por eso precisamente. Tan solo un año después, comenzaría a perfilar su futuro y se convirtió en amante del pintor judío-polaco Maurce Mendjizky, que era nueve años mayor que ella. Cuando su madre descubrió que posaba desnuda para él, la echó de casa.

La abeja reina de Montparnasse

Para entender la vida de Kiki habría que entender el Montparnasse de los años 20, al que estuvo ligada siempre. La guerra había terminado, y los jóvenes, que habían logrado sobrevivir a cuatro años de incertidumbre y terror, no tenían mucho tiempo para pensar en el mañana. Preferían centrarse en el hoy. París se convirtió en la capital artística de Europa, el centro del mundo, y todos los artistas que querían hacerse un nombre marchaban a ella en busca de una oportunidad. Algunos de los personajes más importantes de la época se reunieron entre sus cafés y sus bulevares, mientras surgían las vanguardias más importantes el siglo XX. La ciudad francesa fue testigo del surgimiento del cubismo, el futurismo, el dadaísmo o el surrealismo, entre otras.

"Sería bueno que te amara menos porque no estás hecho para ser amado, eres demasiado tranquilo"

Por sus calles pasearon no solo Picasso o Dalí, también pintores como Amedeo Modigliani, Maurice Utrillo, Moïse Kisling, Chaïm Soutine, Francis Picabia, Jean Cocteau, el mencionado Man Ray o Tsuguharu Fujita, y escritores de la talla de Ernest Hemingway o Scott Fitzgerald. Pobres, tristes e impacientes por tener una oportunidad. Para la mayoría de estos artistas posó Alice Prin. Solo que por entonces ya no era Alice, sino que como una serpiente se había desposeído de su primera piel para convertirse en la musa Kiki de Montparnasse, la mujer que conocería el mundo entero.

placeholder Retrato de Kiki por Moïse Kisling.
Retrato de Kiki por Moïse Kisling.

Con el pelo negro cortado a lo garçon, emblema absoluto de los años 20, los ojos rodeados de kohl negro y los labios pintados de rojo intenso, Kiki se introdujo en los cuadros y los sueños de estos pintores de entreguerras, aunque fue tan solo a uno al que eligió. El surrealista Man Ray acababa de llegar de Nueva York, dispuesto a embriagarse como tantos otros del aire bohemio de aquel París de los años 20, y quedó fascinado con ella. Y, por supuesto, ella con él. "Siento un dolor en el corazón al pensar que esta noche estarás solo en tu cama, te quiero demasiado, sería bueno que te amara menos porque no estás hecho para ser amado, eres demasiado tranquilo", le escribiría en 1921. Ray haría las que son probablemente sus más famosas fotografías.

"Todo lo que necesito es una cebolla, un poco de pan y una botella de vino tinto, y siempre encontraré alguien que me ofrezca eso"

No solo trabajó como musa, pese a también realizó sus propias pinturas y actuó en varias películas de vanguardia ('Ballet mécanique' de Fernand Léger, 'Emak bakia' y 'L'Étoile de mer', ambas de Man Ray). También bailaba en el Jockey Club de Montparnasse y entonaba canciones picantes y traviesas en su particular acento francés. Cuando tenía 28 años escribió sus memorias, de las cuales Ernest Hemingway hizo la introducción, y fue nombrada reina de Montparnasse. Todos se enamoraban de ella, todos querían que posase para ellos.

¿Y después? Como suele suceder, el paso del tiempo produjo estragos. "Montparnasse no es ya nada especial", escribió ella en sus memorias, pese a haber sido la abeja reina. Hemingway había asegurado de Kiki que definió "mejor la era de Montparnasse que la reina Victoria la época victoriana". Sin embargo, los años 20 pasaron y el ambiente artístico y libre, tan propio de las vanguardias, del que ella había sido el centro cual Maga de Rayuela, comenzaba a evaporarse. Su relación con Man Ray fracasó y lo abandonó por el periodista Henri Broca, y en los años 30 fue propietaria del cabaret L'Oasis de Montparnasse, que después pasaría a ser 'Chez Kiki'. Sus excesos provocaron su subida de peso (pasó de 50 a 80 kilos en poco tiempo), lo que no impidió que siguiera siendo musa y modelo de muchos artistas.

placeholder Retrato de una mujer con cigarrillo (Kiki) por Kees van Dongen.
Retrato de una mujer con cigarrillo (Kiki) por Kees van Dongen.

Aunque Montparnasse fue, gradualmente, dándole la espalda debido al cambio de tiempos, ella no se rindió nunca. "Todo lo que necesito es una cebolla, un poco de pan y una botella de vino tinto, y siempre encontraré alguien que me ofrezca eso". Para evitar el ejército alemán, tuvo que salir de París durante la Segunda Guerra Mundial, y se retiró en la Costa Azul hasta que finalizó la guerra.

"La puerta del bar se abrió... la vi entrar. Llevaba un abrigo de piel de foca muy gastado y un sombrero de un tamaño ridículo, con un velo que ocultaba sus ojos"

La mujer que, pese a su escasa educación, había llegado a formar parte de los círculos intelectuales parisinos, comenzó a ser olvidada. En una ocasión, antes de la guerra, fue arrestada por posesión de cocaína, y en 1952 (19 años después de que se perdiese su rastro) el profesor estadounidense Fréderic Kohner la descubrió de nuevo: "La puerta del bar se abrió... la vi entrar. Llevaba un abrigo de piel de foca muy gastado y un sombrero de un tamaño ridículo, con un velo que ocultaba sus ojos... me sorprendió... su rostro estaba devastado por la edad hasta el punto de hacerla irreconocible". Por aquel entonces deambulaba por las calles como cantante callejera y leía la mano de los turistas que se acercaban a los bistrós y los cafés.

placeholder 'Le violon d'Ingres', de Man Ray.
'Le violon d'Ingres', de Man Ray.

La 'it girl' de Montparnasse se reencontró con su antiguo amor Man Ray después de la guerra que sacudió al continente europeo. Aunque Fujita había dicho que Montparnasse cambiaba, pero Kiki nunca lo hacía, al final la musa también se convirtió en una sombra desdibujada de lo que había sido. Estaba bastante enferma, hinchada, alterada, sufría edema, algunos de sus males provocados probablemente por el abuso de sustancias. Moriría poco tiempo después, en 1953, con 51 años, tras desmayarse en su apartamento en Montparnasse.

"Con Kiki, los gloriosos días de Montparnasse fueron enterrados para siempre"

Igual que la Goulue fue la reina de Montmartre durante un tiempo breve, hasta ser olvidada por todos, con la muerte de Kiki se enterró para siempre ese periodo de tiempo en el que todo parecía posible: la época del jazz en Montparnasse. Su legado parece irremediablemente unido al de los artistas que la retrataron, que alcanzaron una fama mucho más imperecedera que la de ella. Sin embargo, para muchos, Kiki supone uno de los primeros ejemplos de mujer libre e independiente. La que en vida fue coronada reina de Montparnasse y que después fue olvidada por sus amigos, descansa en el cementerio de dicho barrio, como no podía ser de otro modo. Gran multitud de artistas fueron a su entierro. Citando a Fujita: "Con Kiki, los gloriosos días de Montparnasse fueron enterrados para siempre".

Antes de que hubiera influencers, ya estaba ella. Probablemente, a muchas personas su nombre no les diga mucho, pero la cosa cambia cuando ven el famosísimo 'violín de Ingres' del polifacético Man Ray: la fotografía surrealista de una mujer cuya espalda representa un violín. El rostro de la modelo no se ve, aunque puede sospecharse: es efectivamente Alice Prin, mejor conocida como Kiki de Montparnasse.

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