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¿Estás pensando volver a escribir a tu ex del instituto? Quizá no sea buena idea...
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RELACIONES HUMANAS

¿Estás pensando volver a escribir a tu ex del instituto? Quizá no sea buena idea...

Si alguna vez has echado en falta a un amor de la adolescencia y te has planteado retomar el contacto, dos psicólogas explican por qué solo ocurre una vez en la vida

Foto: Foto: iStock.
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Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero que también que allí donde hubo fuego siempre quedan ascuas o, como mínimo, cenizas. Evidentemente, si ya has cumplido unas cuantas decenas de años posiblemente ni se te pase por la cabeza la posibilidad de volver con una pareja del instituto. Pero tal vez, y si la nostalgia te sacude con más fuerza de lo normal y aquello que experimentaste fue tan intenso hasta el punto de no volver a sentir nada igual... es posible que, como mínimo, te lo plantees. De hecho, el referente histórico colectivo más cercano en el que, como reflejaron los estudios, más contactos se dieron con un amor lejano (que no olvidado) fue la propia cuarentena de 2020. Sí, y muchos de ellos con su origen en la adolescencia.

Lo cierto es que es prácticamente imposible que, de un día para otro, volváis a estar juntos. Haciendo un rápido cribado a amigos, conocidos y familiares, hay una aplastante unanimidad que decanta la balanza hacia un "no, nunca". Podría ser que, al pensar en volver con un amor de la adolescencia, esto también destaparía sensaciones y recuerdos de ese período vital tan convulso. ¿A qué se debe esta negativa general a sopesar una posible segunda oportunidad? En primer lugar, y como es lógico, tras tantos años separados, sois dos personas completamente distintas. Por esto mismo, en caso de volver a quedar, en realidad sería como si os estuvierais conociendo de nuevo.

"No es buena idea recuperar ese tipo de afectos, porque probablemente lo único que estés intentando recuperar es una idea y no algo real"

Así lo cree Ángela Aznárez, psicóloga y sexóloga española, quien está convencida de que correrás el riesgo de desencantarte con la persona en cuestión. Prepárate, porque lo que verás de ella tanto a nivel físico como emocional no será lo mismo que hace años. "Es probable que no nos parezca ya atractiva, ni mucho menos tenga nuestros mismos planes o valores", comenta a este diario. "Tu 'yo' del pasado la colocaba por las nubes, pero para el del presente ya no tiene ningún sentido. Es bastante común que ante la pregunta muchos lleguen a la conclusión de esto mismo: no tiene ningún motivo de peso querer saber cómo le va ahora".

En otro tiempo, en otro lugar

"Así de primeras, a mí no me parece recomendable", asegura por su parte Vanessa Fernández, doctora en psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "Si tu desarrollo social y afectivo ha evolucionado de la manera correcta, es muy probable que busques otras cosas, otro tipo de personas, otras aficiones... Lo que ocurre es que la persona en cuestión puede sentir muchas carencias y entonces acaba idealizando ese encuentro amoroso del pasado y las experiencias vividas, pero a mi juicio no es buena idea recuperar ese tipo de afectos, pues probablemente lo único que estés intentando recuperar es una idea y no algo real".

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Una conclusión en la que coincide Aznárez, quien cree que este tipo de intenciones suelen venir cuando la persona se siente desilusionada, aburrida o aplanada con su vida actual, lo cual hará que sea más probable que mire al pasado con más frecuencia e intensidad que de normal. La relación parece sencilla: si no estás demasiado ocupado viviendo el presente, si este te ha dejado de importar, es posible que busques la orientación y la emoción que necesitas en el pasado. Un ejemplo es la ya mencionada cuarentena, cuando el presente se basaba en una mera sucesión de días en los que no pasaba nada. Sí, el amor es un acontecimiento. Si no ocurren nada reseñable en tu rutina, el riesgo de buscarlo en el pasado es bastante alto.

Amor adolescente y amor adulto

Por otro lado, ¿hay alguna diferencia entre un amor adolescente, vivido con mucha intensidad por la novedad y las hormonas, que una primera relación amorosa cuando el individuo ya es joven pero no del todo adulto? ¿Qué pasa con aquellos que en su adolescencia concretamente no tuvieron esa experiencia, pero sí en sus primeros años de juventud? "La gran diferencia entre el amor adulto y adolescente es que el primero usa la cabeza y no solamente se basa en el chispazo", explica Fernández. "El adulto se enfoca en la pareja empleando la razón, y no solo la emoción, de ahí que sea muy difícil recuperar el amor adolescente siendo mayores porque tendemos a distinguir entre lo que nos conviene y no. Te puede parecer muy interesante o atractivo volver a ello, pero si eres adulto te acabarás planteando si esa persona encaja en tu esquema vital".

"El amor exige trabajo y conveniencia, ya que los implicados saben que las crisis serán inevitables"

Del mismo modo, "el amor adulto tiene una voluntad de crecer, ya que es consciente que las emociones fluctúan y muchas veces no sientes lo mismo por una persona a lo largo del tiempo", añade la profesora de la UCM, quien por cierto está preparando unos talleres con adolescentes en los que se tratará este tema del enamoramiento en la que se conoce como 'edad del pavo'. "El amor exige trabajo y conveniencia, ya que los implicados saben que las crisis serán inevitables". Por tanto, aquí tenemos otra conclusión: el amor en la pubertad siempre peca de la ingenuidad de creer que es para siempre o de caer en la ilusión del amor romántico, la cual puede llegar a ser muy peligrosa. Entrados en edad, somos más conscientes de las roturas e imperfecciones que saltan a simple vista y que también forman parte del propio atractivo de la relación.

Foto: Jóvenes comprometidos por el clima en el 'Fridays for Future', celebrado en Madrid en 2021. (EFE)

También puede ser que a lo largo de nuestra vida busquemos sentir lo mismo que cuando éramos jóvenes e inexpertos. En otras palabras, puede que no echemos de menos a la persona, sino a nosotros mismos, a quiénes éramos con ella y cómo nos sentíamos. Entonces, será muy fácil caer en la desesperanza al no poder sentir la misma intensidad con la que vivíamos el romance en la pubertad. Y, evidentemente, este deseo podría confundirse con un síndrome de Peter Pan. "Si has tenido ese amor adolescente, más platónico e intenso, lo que vas a vivir en el futuro es muy diferente, de ahí que muchos se cuestionen si en realidad sus sentimientos son genuinos o una mera imitación de lo que fue", asevera Aznárez. "Es muy fácil acabar cayendo en sesgos de tu vida amorosa pasada. Lo cierto es que sentimos de otra manera, hay una experiencia que hace que sea más difícil llegar a sorprendernos".

"Al final, la vida se basa en tomar decisiones. Y para aquellos que llevan toda la vida en una relación, se restringen muchas otras posibilidades"

"Las emociones van perdiendo intensidad conforme vamos creciendo", señala Fernández por su parte. "Y, a su vez, se vuelven cada vez más complejas". Basta con recordar la facilidad con la que podías hacer un amigo de niño y la gran dificultad que supone mantener unos lazos de amistad fuertes a medida que vas haciéndote mayor. "Las emociones están al servicio de nuestra supervivencia, formando un cúmulo de aprendizajes. Entonces, nos alertan menos y a la par cada vez aprendemos menos de ellas, por lo que van perdiendo esa función sin llegar a dejar de ser útiles. Es por lo que creo que es muy raro que una persona que haya evolucionado adecuadamente pueda tener éxito si decide volver con su pareja de la adolescencia. Otra cosa es que haya un reencuentro y una transformación respecto a lo que era antes. Pero esto es muy poco probable".

Amores para siempre

Por último, cabe reparar en aquellos casos en los que ni siquiera hace falta recuperar el contacto, sino que los dos implicados han conseguido sobrevivir satisfactoriamente a las diversas pruebas que la vida les ha tendido. Aquellas relaciones que, como en el muy comentado texto de la escritora Ana Iris Simón, no se han visto afectadas por la deriva líquida de las relaciones humanas, que desde el momento en el que comenzaron han permanecido unidas frente a todo.

Esto, evidentemente, suena muy idílico, y no deja de esconder una realidad que cuesta asimilar: no, la media naranja no existe, ninguna persona está destinada a vivir permanentemente con otra o no hay una serie de compatibilidades innatas entre dos personalidades que las conduzcan a encontrarse y no soltarse. Algo que, por cierto, investigamos en otro artículo. Pensar lo contrario nos llevaría a idealizar un amor que debe ser real, y por este motivo, tiene que tener un final. "Todo lo que existe merece perecer", que diría un filósofo, ya sea para que nazca algo nuevo o simplemente para llevar a cabo un proceso de transformación.

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"Este tipo de relaciones perduran porque ambas partes han tenido que renunciar a muchas cosas", opina Aznárez. "Lo que implica que puedan desembocar en relaciones no del todo sanas: la parte negativa es que al estar tanto tiempo juntos y sacrificarlo todo, la persona individual pierde un tiempo muy valioso que podría dedicar a explorar el crecimiento individual o a vivir experiencias que le podrían llevar a otros caminos. Al final, la vida se basa en tomar decisiones. Y al tener tan restringidas esas otras posibilidades, se crea una pompa hermética en la que los dos sujetos están metidos".

Además, cuanto más enfocado estás en el bienestar de una sola persona y en estar con ella, más posibilidades habrá de que os separéis de una forma traumática, como por ejemplo después de un caso de infidelidad o de un cambio en vuestra relación (abriendo la intimidad emocional o sexual a otras personas) para el que ninguna de las partes están preparadas al haber pasado tanto tiempo juntos. "Esto mismo o vivir con la frustración de no haber pasado un solo minuto de tu vida soltero o soltera, sin haberte ido de Erasmus o a trabajar a otra ciudad... todo por mantener la relación a flote", concluye la sexóloga. Y eso no, ya que alimenta el mito del amor romántico y, aunque no todas las parejas de este tipo caigan en él, "sí que es bastante frecuente que se dé en estos modelos relacionales".

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero que también que allí donde hubo fuego siempre quedan ascuas o, como mínimo, cenizas. Evidentemente, si ya has cumplido unas cuantas decenas de años posiblemente ni se te pase por la cabeza la posibilidad de volver con una pareja del instituto. Pero tal vez, y si la nostalgia te sacude con más fuerza de lo normal y aquello que experimentaste fue tan intenso hasta el punto de no volver a sentir nada igual... es posible que, como mínimo, te lo plantees. De hecho, el referente histórico colectivo más cercano en el que, como reflejaron los estudios, más contactos se dieron con un amor lejano (que no olvidado) fue la propia cuarentena de 2020. Sí, y muchos de ellos con su origen en la adolescencia.

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