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El día que incineraron a un hombre sin saber que era radiactivo (y sus consecuencias)
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El día que incineraron a un hombre sin saber que era radiactivo (y sus consecuencias)

Un estudio sobre la cremación en personas que están siendo tratadas con medicina nuclear destapa los riesgos de esta práctica en los trabajadores de los centros

Foto: Las incineraciones suponen más de la mitad de los entierros en Estados Unidos (EFE/Juan Carlos Torrejón)
Las incineraciones suponen más de la mitad de los entierros en Estados Unidos (EFE/Juan Carlos Torrejón)

Un hombre de 69 años fue al hospital porque tenía una presión arterial anormalmente baja. Desgraciadamente, falleció dos días después y sus restos fueron incinerados. Lo que entonces no se sabía es que el día antes de ingresar en el hospital, ese mismo hombre había estado en otro centro médico para tratarse un tumor. Y el tratamiento incluía una inyección con un tratamiento radiactivo.

Por eso, cuando el cadáver fue incinerado, la sustancia radiactiva aún estaba presente en el cuerpo, por lo que las personas que llevaron a cabo el cremado del cuerpo estuvieron expuestos a una dosis de dotatato de lutecio Lu 177 potencialmente peligroso. Un caso de los muchos que se plantean cada año, sobre todo en un país como Estados Unidos donde se administran casi 19 millones de radiofármacos procedentes de la medicina nuclear.

Foto: Un hombre con obesidad abdominal, en Tenerife. (Tibor Végh)

Un equipo de investigadores de la Clínica Mayo estudió el caso y reconoce que "los radiofármacos presentan un desafío de seguridad post mortem único y, a menudo, pasado por alto. Cremar a un paciente expuesto volatiliza el radiofármaco, que luego puede ser inhalado por los trabajadores (o liberado a la comunidad adyacente) y provocar una mayor exposición que la de un paciente vivo".

Cómo controlar la situación

El hospital que había inyectado el medicamento radiactivo tuvo conocimiento de la muerte del paciente días después, por lo que se puso en contacto con el crematorio. Llevaron a cabo una medición de sustancias radiactivas con un medidor Geiger y, a pesar de que había pasado casi un mes, descubrieron que había partículas radiactivas en el crematorio.

placeholder Los trabajadores podrían estar a puestos a estas sustancias (EFE/Enric Fontcuberta)
Los trabajadores podrían estar a puestos a estas sustancias (EFE/Enric Fontcuberta)

Había niveles bajos de radiación que pudieron identificar como el lutecio Lu 177, la misma sustancia que se había usado con el fallecido semanas antes. Kevin Nelson, uno de los especialistas que analizó el caso, explica a Science Alert que "esto no fue como la catástrofe de Chernobyl o Fukushima, pero fue más alto de lo que esperábamos".

Los hechos sucedieron en 2019 y es la primera vez que se puede documentar un episodio de contaminación radiactiva en un crematorio. Pero lo más importante estaba aún por llegar: los investigadores hicieron un análisis de orina a la persona encargada de aquella incineración y no encontró rastros de lutecio Lu 177… pero sí de un isótopo radiactivo diferente: tecnecio Tc 99m.

"No creo que pueda implicar riesgo de cáncer, pero está claro que es una fuente de exposición"

Eso implicaría que el trabajador había estado expuesto a tecnecio Tc 99m sin saberlo y que, probablemente, hubiera llegado a él procedente de otro cadáver incinerado. Es decir, no se trataría de un caso aislado como el del anciano anterior, sino de la posibilidad de que las personas tratada con medicina nuclear puedan generalizar algún tipo de transmisión radiactiva cuando son incinerados.

La situación podría alarmar a los trabajadores de los crematorios, dado que más de la mitad de las personas que mueren en Estados Unidos son incineradas. La buena noticia, según el investigador Paolo Boffetta, es que "no creo que este sea un problema que pueda implicar algún riesgo de cáncer u otras enfermedades inducidas por la radiación. Eso sí, está claro que es una posible fuente de exposición y, si alguien está expuesto regularmente, cada semana o cada pocos días, entonces puede convertirse en una fuente de preocupación".

Un hombre de 69 años fue al hospital porque tenía una presión arterial anormalmente baja. Desgraciadamente, falleció dos días después y sus restos fueron incinerados. Lo que entonces no se sabía es que el día antes de ingresar en el hospital, ese mismo hombre había estado en otro centro médico para tratarse un tumor. Y el tratamiento incluía una inyección con un tratamiento radiactivo.

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