La otra cara del coronavirus: "Una multa y una pena de cárcel por no haber hecho nada"

Desde el pasado 15 de febrero, todo aquel que quiera viajar al Reino Unido procedente de países de riesgo extremo tienen que pasar un aislamiento obligatorio en un hotel cuando llegan a territorio británico. El coste es fijo, 1.750 libras por los diez días, casi 2.000 euros al cambio, y tiene que pagarlo el viajero. Pero esa cifra está provocando muchos problemas inesperados.

Un buen ejemplo es el caso de Carla Banfi, su marido Mauricio Díaz y su hija Leonor. Esta familia chilena afincada en Londres viajó en diciembre a ver a su familia al otro lado del mundo. El padre de Carla había fallecido meses antes y, hasta ahora, no pudieron reunirse con su madre. Sin embargo, no pueden volver a su hogar porque no tienen esas 1.750 libras para pagar el hotel del aislamiento, pero mientras todos los gastos siguen acumulándose.

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Carla explica a la BBC que, además de las 2.000 libras de alquiler (unos 2.300 euros) que pagan por su apartamento de Londres, hay que hacer frente a la luz, el agua, la conexión a internet, los impuestos… una cifra que va engordando y a la que hay que, si quieren volver a casa pronto, tienen que sumar el coste del hotel del aislamiento. Demasiado para su economía.

"Una multa y una pena de cárcel"

La situación de esta familia se está volviendo cada vez más peligrosa. Carla puede teletrabajar y lo está haciendo desde casa de su madre, donde afortunadamente no tienen que pagar nada durante el tiempo que estén en Chile. Pero el hecho de no poder regresar a Reino Unido a corto plazo lo califica como "una multa y una pena de cárcel por no haber hecho nada".

El problema radica en la cepa brasileña del coronavirus, la que llevó a las autoridades británicas a decretar el aislamiento obligatorio para todos los viajeros procedentes de Sudamérica. Sin embargo, Carla Banfi explica que no tiene sentido "que incluyan a Chile, un país que no debiera ser considerado de alto riesgo" porque apenas tiene casos de esta cepa. Eso "me hace pensar que no se han tomado el tiempo de hacer ese estudio en serio y han metido a todos los países en el mismo saco".

De momento, han pensado ampliar su estancia en Chile un mes más, esperando que las restricciones se suavicen. Sin embargo, corren el riesgo de perder su residencia por estar fuera del país más de seis meses, por lo que tendrán que volver a pensar cuál es su situación dentro de algunas semanas, si no hay cambios.

El coste del hotel (más de 2.000 euros) debe ser asumido por cada pasajero

Y mientras, a la factura económica se suma la psicológica: "La falta de seguridad es una carga emocional muy grande. No hay certeza de nada. No se puede decidir nada porque no sabemos qué va a pasar. Y, como en toda relación, de repente hay roces. No estamos en nuestra casa. Queremos estar en nuestro espacio. Mi hija echa de menos su casa también y lo dice explícitamente, que quiere volver a la casa". Pero, de momento, no será a corto plazo.