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La cultura de la infidelidad en España (incluso en plena cuarentena)
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La cultura de la infidelidad en España (incluso en plena cuarentena)

Una encuesta muestra que alrededor de un 52% de los españoles pensaron en tener algún tipo de aventura en el confinamiento. ¿Cuántos la consumaron?

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Rosalía* estaba preocupada. Más allá de las dramáticas noticias que escupía la televisión a diestro y siniestro sobre contagios y muertes, afluía en ella un lamento palpable, que su marido, Carlos*, era incapaz de percibir. Echaba mucho de menos a Antonio*, un apuesto ejecutivo diez años menor que ella, quien le había hecho reconectar consigo misma y con su intimidad. Después de quince años casada, la relación con su marido tan solo consistía en compartir silenciosas cenas al filo de la medianoche y pagar las facturas. Su complicidad y admiración mutua se fueron desgastando con el paso del tiempo, y ahora solo hablaban de temas mundanos cuando no entraban en farragosas discusiones sobre lo que hacía o decía la familia del otro. Antonio, sin embargo, la hacía sentir importante, deseable e inteligente. Su perspicacia a la hora de planificar una breve escapada romántica a su piso, en la otra punta de la ciudad, también añadía un gran punto de emoción a una vida conyugal excesivamente aburrida.

Como ella, son muchas las personas que durante esta cuarentena han sufrido la ausencia de sus amantes, o bien han tenido que dejar para otro momento sus escarceos amorosos puntuales. A medida que crece la insatisfacción en el matrimonio o las parejas de hecho, la posibilidad de lo que vulgarmente conocemos como “cuernos” aumenta, y más después de haber afrontado un confinamiento de más de dos meses de duración. Los datos lo confirman. Una encuesta de la plataforma de citas Ashley Madison refleja que el 52% de los españoles tuvieron la intención de conocer personas nuevas a pesar del encierro, la mayoría de ellos simplemente para encontrar una distracción a su vida diaria. Nuestro país es el segundo de Europa en el que más usuarios figuran dentro esta página web después de Reino Unido, lo que certifica la tendencia creciente de muchas parejas a cometer traición o, en otros casos, a abrir la relación.

El perfil del infiel español tiene una edad entre los 36 y 37 años y buen nivel adquisitivo que está por encima del salario medio

“Hay un número creciente en el número de suscripciones, ya no solo en España, sino a nivel global”, asevera Christoph Kraemer, director general de Ashley Madison para Europa Occidental, a este periódico. “Si normalmente al día teníamos 15.000 nuevos usuarios en todo el mundo, han aumentado hasta los 17.000 pese al encierro”. ¿Cómo es el perfil del infiel español? “La mitad son hombres y la otra mitad mujeres. La edad media está entre los 36 y 37 años. Tienen un buen nivel adquisitivo por encima del salario medio aunque más de un tercio de nuestros usuarios son universitarios”.

Los catalanes, los primeros

Esta empresa de citas ha elaborado un estudio en el que desvela el mayor número de infieles en España por densidad de población a partir de los datos de nuevos ingresos en su página web desde el inicio de la cuarentena. Lo más sorprendente es ver a tantas ciudades catalanas en su top 20, concretamente Girona (1), Barcelona (2) y Tarragona (5). En la Comunidad de Madrid, salta a la vista Pozuelo de Alarcón, que ocupa el sexto puesto, mientras que la capital, Madrid, figura en el octavo. Solo tienen representación andaluza Granada (7) y Alcalá de Guadaíra (17), por delante de grandes ciudades como Sevilla o Málaga.

placeholder Fuente: Ashley Madison.
Fuente: Ashley Madison.

"Es normal que se note más en centros urbanos más pequeños, ya que el cálculo está hecho en base a la densidad poblacional, pero también es verdad que en estos territorios es más fácil buscar la discreción a la hora de cometer la infidelidad, sobre todo teniendo en cuenta que hay menor vigilancia por parte de las fuerzas de seguridad a la hora de saltarse la cuarentena”, observa Kraemer.

Se buscará más una infidelidad emocional que sexual, ya que estamos muy tocados emocionalmente después de lo ocurrido

Pero otras personas, como Rosalía, les ha resultado imposible quedar con su amante y aliviar el aburrimiento que produce el encierro. De ahí que muchos psicólogos se atrevan a vaticinar una gran ola de separaciones después de que todo esto pase, tanto en parejas de hecho como en matrimonios. “Muchas parejas ven la infidelidad como una motivación extra para vivir después del confinamiento”, asegura Lara Ferreiro, psicóloga y experta en relaciones de pareja, a El Confidencial. “Pero no solo para consumar un acto sexual, sino como alivio emocional, ya que esta situación nos ha dejado a todos muy resentidos emocionalmente”. Según ella, “primaría la intención de divorciarse una vez pase este período, pero muy pocos lo harán, ya sea por cuestiones económicas (una separación matrimonial es 3,6 veces más cara que tener un ‘affaire’) o por motivos familiares, ya que en la decisión influye muchísimo el tema de los hijos”.

Una vez termine el confinamiento, ¿seremos más promiscuos o por el contrario pondremos más barreras a la hora de conocer a nuevas personas y querer tener algo? Ferreiro teoriza que una vez salgamos del confinamiento habrá tres perfiles de personas. “Uno será el conservador, cuya emoción predominante será el miedo, y son aquellos que buscan más parejas estables y duraderas, a la par que menos relaciones esporádicas, ya sea por miedo al contagio o por carácter. El segundo grupo será el arriesgado, quienes se dejarán llevar, buscarán la diversión y liberarán su sexualidad para recuperar el tiempo perdido. Y el tercer y último grupo serán los infieles, los cuales volverán a reencontrarse con su amante después de tanto tiempo separados. Estos no van a renunciar a nada y pensarán mantener una relación duradera con su marido o esposa, mientras a la par disfrutan a nivel sexual y emocional con otra tercera persona”.

Infieles en la televisión, ¿y en la calle?

A pesar de ser uno de los países de Europa que más abiertos están a tener una aventura, también parece que somos una de las sociedades que ven con peores ojos el adulterio. “España tiene una moral conservadora que forma parte de nuestro carácter latino”, comenta Ferreiro. “Tenemos predisposición a estar abiertos a la experiencia y no nos queremos atar a nada. Al fin y al cabo, una persona que te lo dé todo de por vida es inasumible”. Así opina también Paula Álvarez, sexóloga del gabinete Sexología con Pedagogía, quien asegura que “hay más gente fiel que infiel”. Para ella, “la monogamia es un invento; por lo general, no funciona, todo el mundo ha sido infiel alguna vez, la diferencia es si te han pillado o no”.

La Isla de las Tentaciones demostró que todos tendemos en mayor o menor medida a la infidelidad

Tal vez por eso algunas escenas de la telerrealidad que tratan la infidelidad o la muestran corran como la pólvora en nuestro país; sin ir más lejos, el reciente caso del periodista Alfonso Merlos que en una videollamada en un programa en directo apareció por detrás su amante. O si nos remontamos más atrás en el tiempo, merece la pena apreciar las audiencias y seguimiento por parte de los espectadores de programas como La Isla de las Tentaciones. “Este programa es muy paradigmático, porque de algún modo demuestra que todos tendemos en mayor o menor medida a la infidelidad”, asevera Álvarez. “Saca a la luz lo que habríamos hecho todos de vacaciones con nuestros amigos o amigas si no estuvieran nuestras parejas delante, la única diferencia es que hay una cámara. Es una representación perfecta de que la monogamia no existe, y que lo que de verdad hace falta es más diálogo, llegar a acuerdos mutuos, establecer normas… y que eso fluya a lo largo del tiempo”.

placeholder Merlos y Marta... ¿juntos para siempre? (Mediaset)
Merlos y Marta... ¿juntos para siempre? (Mediaset)

“La percepción de la infidelidad varía mucho según cómo te vean los demás, el hecho de ser ‘un cornudo’ o bien un traidor”, prosigue la sexóloga. “El caso de Estefanía me parece fabuloso, porque se la empezó a condenar públicamente y el novio ejercía el papel de víctima. Creo que a medida que ha ido pasando el tiempo la gente ha cambiado su visión respecto a ella, conectando también con su lado humano. Esto supuso una lección para todo el mundo, ya que habría que hacer una reflexión sobre por qué ha pasado de ser odiada a ser querida por el público”.

Más concienciados

Álvarez está especializada en sexología con perspectiva de género. En este sentido, el concepto de infidelidad no deja de arrastrar consigo una connotación negativa que en muchos casos parte de una época en la cual había una serie de principios morales o éticos mucho más férreos en lo concerniente a las parejas. Pero que en el presente, y sobre todo de cara al futuro, está perdiendo fuerza en detrimento de relaciones mucho más líquidas en un contexto también de géneros cada vez más fluidos. “El pensamiento feminista y las redes sociales han hecho mucho para que la generación Z se cuestione lo que desea”, admite Álvarez.

“El debate entre los millennials es mucho más suave, pero la generación que viene por detrás está haciéndose muchísimas preguntas que antes no se hacían. Tienen mucho más cuidado con el tema del consentimiento, así como el respeto hacia las personas trans o el movimiento LGTBI. Y esto también ocurre con el modelo relacional. Yo ahora veo a chavales leyendo ‘Testo Yonqui’ o ‘Ética promiscua’. Hay algunos que establecen diferencias hasta dentro de la propia poligamia, como la anarquía relacional o el poliamor”, sentencia la sexóloga.

Rosalía* estaba preocupada. Más allá de las dramáticas noticias que escupía la televisión a diestro y siniestro sobre contagios y muertes, afluía en ella un lamento palpable, que su marido, Carlos*, era incapaz de percibir. Echaba mucho de menos a Antonio*, un apuesto ejecutivo diez años menor que ella, quien le había hecho reconectar consigo misma y con su intimidad. Después de quince años casada, la relación con su marido tan solo consistía en compartir silenciosas cenas al filo de la medianoche y pagar las facturas. Su complicidad y admiración mutua se fueron desgastando con el paso del tiempo, y ahora solo hablaban de temas mundanos cuando no entraban en farragosas discusiones sobre lo que hacía o decía la familia del otro. Antonio, sin embargo, la hacía sentir importante, deseable e inteligente. Su perspicacia a la hora de planificar una breve escapada romántica a su piso, en la otra punta de la ciudad, también añadía un gran punto de emoción a una vida conyugal excesivamente aburrida.

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