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“El mundo debería ser como Houston”: la ciudad del futuro de EEUU (y del mundo)
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ENTREVISTA CON LAWRENCE WRIGHT

“El mundo debería ser como Houston”: la ciudad del futuro de EEUU (y del mundo)

En 'Dios salve a Texas', el Premio Pulitzer ofrece un retrato complejo de los claroscuros del Estado que permite entender cómo será el futuro de EEUU (y el del resto del mundo)

Foto: Wright, fotografiado por Lauren Gerson. (CC)
Wright, fotografiado por Lauren Gerson. (CC)

Cierre los ojos y piense en Texas. A su mente quizá acuda la imagen de su característico mapa, una especie de embudo amorfo con rectas líneas por su norte e irregular construcción por el sur, en la zona de la costa del Golfo de México. Pensará en sombreros de vaquero, hebillas sobredimensionadas, camisas de cuadros, competiciones de rodeo y aquel ranchero “estamos trabajando en ello” de nuestro expresidente José María Aznar. Puede que también piense en Albuquerque o en 'El bueno, el feo y el malo' y se equivocará; eso es Nuevo México. En lo que seguramente acierte es en pensar Texas como el lugar más estadounidense de todo EEUU, sin parecerse en nada al resto del país.

Esa es la paradoja que rodea al Estado de la estrella solitaria, que el Premio Pulitzer Lawrence Wright define como “el ello freudiano de Estados Unidos, un lugar en el que corren en libertad los impulsos más prohibidos y desaforados”, adoptando la mirada del extranjero. Él no lo es: aun nacido en Oklahoma en 1947, ha vivido la mayor parte de su infancia y vida adulta en Texas, lejos de los cantos de sirena de Nueva York o Washington, lo que le ha convertido en un espectador privilegiado de sus idas y venidas. 'Dios salve a Texas. Viaje al futuro de Estados Unidos' (Debate) es un libro fantástico precisamente porque elude las lecturas totalizadoras y abraza la complejidad –tópicos incluidos– de una región más extensa que toda Francia y cuyo PIB lo convertiría en la décima economía del mundo, por encima de España. Un lugar donde ciudades como Houston se han convertido en el ejemplo de convivencia, progresismo y diversificación económica.

Si el partido republicano no se abre a votantes más jóvenes y de color, no tendrá futuro, algo que es evidente en Texas

El rol que Texas desempeñará en el futuro inmediato es clave, el de un monstruo durmiente que puede dirimir el futuro de EEUU y, por extensión, el del resto del planeta. “Texas está creciendo muy rápido y la mayoría de la población ya está compuesta por minorías étnicas”, explica el autor a El Confidencial por correo electrónico. “América está encaminándose en esa dirección”. Algún que otro dato sorprendente: sus exportaciones superan casi a Nueva York y California juntas, y vence a esta última en cuanto a la tecnológica; en los últimos nueve años ha pasado de 25,1 millón de habitantes a 29,1. “Texas doblará su tamaño de aquí a 2050 y para entonces tendrá el tamaño de California y Nueva York juntas. Será el Estado demográficamente más importante”.

El Estado americano cada vez genera más inquietud, particularmente entre los progresistas, ya que cada año tiene más peso en el Congreso y hace dos décadas que no ha colocado ni a un demócrata en un puesto estatal. Pero el nerviosismo que genera es más extendido de lo que parece. “Los liberales tienen miedo de Texas porque lo ven políticamente conservador, tacaño y malvado; los conservadores lo ven como una Tierra Prometida del emprendimiento y del gobierno limitado”, explica Wright. Todo es verdad”, prosigue el autor. “Lo que los conservadores de Texas temen es que se está convirtiendo en algo parecido a California –liberal– y los progresistas rezan para que sea verdad, aunque no haya muchas pistas de que eso está ocurriendo”

Una tierra de sangre y carburante

Si ha visto 'Pozos de ambición' de Paul Thomas Anderson, quizá le suenen de algo las descripciones que Wright realizar del hallazgo petrolífero de 1901, cuando el empresario Patillo Higgins, que había perdido un brazo en una refriega con el sheriff. dio con un alijo de petróleo que le permitió llenar cien mil barriles en apenas nueve días tras llover por toda la colina de Sour Spring (Beaumont). La suerte de la Estrella Solitaria estaba echada, para bien y para mal. “Texas, sin petróleo, no sería más que un gran punto vacío en el mapa”, reconoce Wright. ¿Y con petróleo? Una de las regiones más poderosas de Occidente. Una maldición y una bendición al mismo tiempo.

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Imagen de 'Pozos de ambición'.

El premio Pulitzer por ' La torre elevada: Al-Qaeda y los orígenes del 11-S' rememora cómo el hallazgo cambió para siempre el destino del Estado. El boom de los años 70, que dio la sensación de que el dinero caía del cielo, condujo a la corrupción y el autoritarismo; la caída de los precios del petróleo desde principios de los años 80 hasta 1986, año en el que arrancó una gran crisis que no acabaría hasta 2008, cuando, en plena oscuridad, el 'fracking' lanzó a Texas al lugar que le había pertenecido. Un proceso que dejó una buena moraleja: “Cualquier país que sea únicamente dependiente del petróleo para su riqueza está buscando problemas, mira Rusia, Venezuela o Arabia Saudí”, añade Wright. “Texas aprendió una lección depositando demasiada fe en un único producto. Ahora es una economía más diversa”.

Texas fue el epicentro del conservadurismo estadounidense, que eclosionaría con el advenimiento neocon de la dinastía Bush. Una vinculación entre petróleo-Partido Republicano-Texas que reequilibraría sus fuerzas al orientarse recientemente hacia el eje sector inmobiliario-Donald Trump. De aquí que la relación entre el Estado conservador por antonomasia y el último presidente haya sido espinosa. Por ejemplo, pocos congresistas texanos apoyan el muro con México. Entre ellos, recuerda Wright, se encuentra Will Hurd, “un republicano negro en un distrito mayormente hispano en el sur de Texas, que recoge los deseos de sus electores” y que controla más de un tercio de la frontera con México. El republicano Hurd, que denominó el muro “una solución del siglo III para un problema del XXI”, es, en opinión de Wright, “un posible futuro para el partido republicano”. Un partido cada vez más envejecido, aún casi por completo blanco, y para el que resulta obvio que “si no se abre a nuevos votantes y votantes de color, no tendrá futuro”.

Si en Texas vencen los demócratas, y es posible que ocurra en 2020, es muy difícil que un republicano llegue a la Casa Blanca

“Pocas personas se dan cuenta de que Texas es mucho más progresista que su imagen, o la de sus representantes, te llevarían a creer”, desvela Wright. “Los analistas están diciendo que Texas estará en disputa en las elecciones de 2020, y si sale demócrata, será muy difícil que un republicano llegue a la Casa Blanca”. Una de las claves puede ser el congresista demócrata Beto O'Rourke, “el Obama de Texas” reconocido a nivel nacional tras la campaña que le enfrentó con el senador Ted Cruz y a quien una reciente encuesta le daba grandes posibilidades de vencer a Trump en Texas en las elecciones de 2020. Su principal electorado, jóvenes demócratas e inmigrantes desilusionados con el 'establishment' del partido.

Miedo a un estado progresista

Wright añade que el próximo año se celebrará el Censo que tiene lugar cada 10 años y que proporciona la posibilidad de redistribuir los distritos del congreso. “Texas ha sido objetivo de un 'gerrymandering' sin piedad”, explica el periodista. “Por ejemplo, Austin, donde vivo, es probablemente la ciudad más liberal de toda la franja sur de EEUU, y aun así está representada por cinco congresistas, cuatro de los cuales son republicanos”. La mayoría de ellos no viven en Austin, añade. Para disgusto del autor de ' Los años del terror', el más cercano lo hace a más de 300 kilómetros de distancia.

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Beto, ¿la gran esperanza demócrata? (Reuters/Lucy Nicholson)

La demografía de Texas reproduce algunas de las mismas dinámicas sociales que Reino Unido o algunas regiones de España, donde el voto progresista se concentra en las grandes sociales mientras que el conservador se extiende en el entorno fuera de ellas. Una tensión que en el Estado de la Estrella Solitaria es aún más acentuada. “Ahora mismo la legislatura estatal está en marcha, y como siempre, la Cámara de Representantes y el Senado están librando una guerra contra el derecho de las ciudades para gobernarse”, explica Wright. “Esto se debe a que las ciudades son demócratas y una mayoría de ambas cámaras está controlada por republicanos”.

Entre las urbes progresistas no hay otra como Houston, “la ciudad más diversa de América”, en palabras del redactor de 'The New Yorker'. “No hay ningún grupo étnico que englobe a la mayoría de la población”, recuerda. “La ciudad ha realizado un trabajo maravilloso a la hora de integrar diversas culturas y celebrar la diferencia”. Wright lo tiene claro: “Si el mundo pudiese seguir el ejemplo de Houston, viviríamos en un lugar mejor”. Es una ciudad donde casi el 40% de la población tiene menos de 24 años, más de la mitad de los cuales son de etnia hispana y el 20%, afroestadounidenses. Es ahí donde se encuentran los estereotipos de la nueva Texas, esa que el autor pinta a lo largo del libro con otros rasgos. Son los del “hípster, el gurú informático, del músico, del magnate de los videojuegos”. ¿Pero serán suficientes para reescribir la tradición conservadora del Estado americano?

Cierre los ojos y piense en Texas. A su mente quizá acuda la imagen de su característico mapa, una especie de embudo amorfo con rectas líneas por su norte e irregular construcción por el sur, en la zona de la costa del Golfo de México. Pensará en sombreros de vaquero, hebillas sobredimensionadas, camisas de cuadros, competiciones de rodeo y aquel ranchero “estamos trabajando en ello” de nuestro expresidente José María Aznar. Puede que también piense en Albuquerque o en 'El bueno, el feo y el malo' y se equivocará; eso es Nuevo México. En lo que seguramente acierte es en pensar Texas como el lugar más estadounidense de todo EEUU, sin parecerse en nada al resto del país.

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