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La hipótesis de la elevación: el nuevo factor que hace que algunos pisos suban de precio
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¿ES EXTRAPOLABLE A ESPAÑA?

La hipótesis de la elevación: el nuevo factor que hace que algunos pisos suban de precio

Cuanto más cerca está un apartamento de la primera línea de playa, más cuesta. Parece lógico, pero no en todas partes es así. La tendencia puede estar cambiando para siempre

Foto: Las playas atestadas de la capital catalana. (iStock)
Las playas atestadas de la capital catalana. (iStock)

Durante décadas, y especialmente desde el estallido de la industria turística con sus nórdicos colorados y familias apretujadas en Benidorm, el sueño dorado del español fue un apartamento con vistas a la playa. El acceso directo al mar (“¡me bajo y ya estoy!”) era un lujo por el que suspiraban inmobiliarias, hoteles y propietarios, que metían los codos para ocupar el contado espacio que las ciudades costeras ofrecían en primera línea. Una subida de precios constante que no se ha detenido en las últimas décadas salvo baches puntuales. Mientras tanto, los pisos que se agolpaban en el interior de las ciudades corrían mucha peor suerte. ¿A 20 minutos de la playa? ¡Puf!

Es posible, no obstante, que en algún momento de las próximas décadas la tendencia cambie y que los últimos sean los primeros. O, mejor dicho, que el precio de los pisos en primera fila comience a descender a medida que aumenta el del terreno interior. La razón es muy sencilla: el aumento de las temperaturas globales causado por el cambio climático provocará que los polos se derritan, el nivel del agua ascienda y, con ello, la probabilidad de que estas zonas terminen anegadas en algún momento del año. ¿Un piso en la Barceloneta? Quizá sea preferible subirse a Montjuic, por lo que pueda pasar, y que el mar se lleve a los turistas.

Acontecimientos como el aumento del nivel del agua o los incendios pueden provocar que unos barrios se abandonen y se ocupen otros

Fue Jesse M. Keenan, investigador de la Escuela de Arquitectura de Harvard, quien enunció esta teoría de la 'gentrificación del clima' en 2013. Según esta, “el impacto del cambio climático hace que algunas propiedades ganen o pierdan valor dependiendo de su capacidad para acomodar una cierta densidad de población humana y la infraestructura asociada a esta”. En otras palabras, acontecimientos como el aumento del nivel del agua o los incendios cercanos a las zonas residenciales pueden provocar que determinados barrios se abandonen y se ocupen otros que estén mejor preparados para enfrentarse a una nueva situación climática.

Como Keenan ha explicado a 'Scientific American', “estar cerca de la playa y el agua cuesta mucho más dinero, y las zonas más baratas de la ciudad solían estar lejos, pero ahora resulta que estas zonas más baratas y altas cuestan mucho más dinero que antes”. Algo que está siendo explotado por los agentes inmobiliarios que, según el investigador, dicen a sus clientes cosas como “cuidado con este barrio, hay agua estancada todo el rato. Pero aquí, más alto, es mejor si quieres vivir una buena temporada”. Así que los antiguos barrios olvidados del interior han pasado a ser los nuevos niños bonitos de los bolsillos más agraciados.

Miami, el ejemplo por antonomasia

Si hay una ciudad donde pueda comprobarse esta teoría, esa es Miami, la víctima más vulnerable ante el calentamiento global. Una investigación publicada el pasado mes de abril en 'Environmental Research Letters' desvelaba que allí la hipótesis de la gentrificación climática es real. Según los autores, con Keenan al frente, las decisiones de compra o venta de vivienda en la ciudad están determinadas en un alto grado por el miedo a las inundaciones, lo que ha hecho bajar el precio de las viviendas más cercanas al mar y subir el de las que se encuentran a una mayor altura. Ese el nuevo arca de Noé de las personas con posibles.

placeholder Lista para la inundación. (iStock)
Lista para la inundación. (iStock)

Los autores han podido confirmar dos hipótesis. La primera es la de la elevación ('elevation hypothesis'), según la cual la subida del precio de la vivienda familiar en el condado de Florida está asociada de forma positiva con la altura a que se encuentra. También la llamada 'hipótesis de la molestia' ('nuisance hypthesis'), que sostiene que, debido al aumento de inundaciones durante los últimos tiempos, la escalada de los precios registrada desde 2000 en los estratos más bajos de la ciudad no ha sido tan alta como en las regiones de mayor altura. Keenan lo resume de forma más elocuente en una entrevista: “Todos los que conozco que tienen una vivienda en propiedad y no son multimillonarios (gente de Miami de clase media o media-alta que tienen pisos en la playa) están intentando vender sus propiedades y mudarse tierra adentro”.

Keenan detallaba lo que ha ocurrido en barrios de Miami como Little Haiti, un vecindario donde generalmente vivían familias de inmigrantes y que se ha convertido en el último grito entre la burguesía de la ciudad. Uno de los problemas de esta es que su crecimiento está limitado tanto por el mar como por el parque nacional de los Everglades, lo que aumenta la presión sobre los precios… Algo que también puede ocurrir con Barcelona, que se expande a lo largo y no a lo ancho debido a la barrera natural de la Sierra de Collserola. La diferencia es que Florida se encuentra a 1,8 metros sobre el nivel del mar, con su punto máximo en todo el condado a 7,62 metros, mientras que la capital catalana está de media a 12 metros sobre el nivel del mar, aunque zonas como Montjuic asciendan hasta casi 200. Un dato tranquilizador.

Y en España, ¿qué?

¿Es posible extrapolar la situación de Miami a las ciudades españolas? En principio, podemos respirar tranquilos, ya que ninguna ciudad española figura entre las 20 candidatas a ser tragadas por la furia de Neptuno, según una investigación canónica publicada en 'Nature Climate Change'. Peor suerte tendrán Nueva York, Nueva Orleáns o Bombay, grandes urbes que figuran cerca de lo más alto del 'top'. ¿La primera de la lista? Miami, por supuesto. Según los autores, las pérdidas económicas en estas ciudades saltarán de los 6.000 millones anuales de 2005 a los 52.000 en el año 2050.

Santa Cruz de Tenerife es la capital de provincia española con un mayor riesgo, ya que se encuentra apenas a cinco metros sobre el nivel del mar

No obstante, el pasado mes de junio, un estudio sobre el futuro de la Antártida especulaba con la posibilidad de que el nivel del las aguas aumentase 27 centímetros de aquí al año 2070. Entre las capitales de provincia con mayor riesgo se encuentran Santa Cruz de Tenerife, con cincoi metros sobre el nivel del mar; Bilbao, con seis; Alicante, con ocho; Santander, Sevilla y Málaga, con 11; San Sebastián y Barcelona, con 12; Las Palmas de Gran Canaria, con 13; Cádiz, con 14; Valencia y Melilla, con 15, y Almería, con 16. Podemos estar más o menos tranquilos en el interior de la Península, ya que España es uno de los países con mayor altura media en toda Europa. Aun así, se están tomando diversas medidas para atajar el problema antes de que sea tarde.

El Ayuntamiento de Barcelona promovió el pasado año un estudio para conocer el impacto del cambio climático en la ciudad. Este mostraba un pequeño retroceso de la playa y un hipotético aumento del nivel del mar de entre 46 y 133 centímetros en el peor de los escenarios, lo que podría comprometer algunas infraestructuras portuarias si no se actuaba para reducir los niveles de contaminación de CO2. Paradójicamente, la gentrificación climática no se refleja únicamente en el nivel del agua, sino que, como sugería otro 'paper' del 'International Journal of Urban and Regional Research', también lo hace en la expulsión de ciudadanos más pobres de los barrios céntricos debido a la construcción de viviendas bajas en emisiones. La guerra no ha hecho más que empezar, y sus consecuencias pueden ser imprevisibles.

Durante décadas, y especialmente desde el estallido de la industria turística con sus nórdicos colorados y familias apretujadas en Benidorm, el sueño dorado del español fue un apartamento con vistas a la playa. El acceso directo al mar (“¡me bajo y ya estoy!”) era un lujo por el que suspiraban inmobiliarias, hoteles y propietarios, que metían los codos para ocupar el contado espacio que las ciudades costeras ofrecían en primera línea. Una subida de precios constante que no se ha detenido en las últimas décadas salvo baches puntuales. Mientras tanto, los pisos que se agolpaban en el interior de las ciudades corrían mucha peor suerte. ¿A 20 minutos de la playa? ¡Puf!

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