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El Gran Plan o el verdadero interés de Hitler por España
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CUANDO LA PRENSA ESPAÑOLA ERA LA MEJOR

El Gran Plan o el verdadero interés de Hitler por España

Un nuevo trabajo publicado por una investigadora de nuestro país muestra que el interés alemán en nuestro país iba mucho más allá de intentar que entráramos en la guerra

Foto: Foto: Cordon Press.
Foto: Cordon Press.

'Hitler's Table Talk. 1941-1944', la controvertida recopilación de conversaciones privadas del líder nazi, recoge una llamativa observación realizada a principios de septiembre de 1942: la prensa española, en opinión de Hitler, es la mejor del mundo. Una reveladora confesión que mostraba la docilidad con la que sus aliados españoles, en concreto la Falange, estaban dando cancha a la propaganda nazi. Como recuerda la historiadora Mercedes Peñalba-Sotorrío, de la Universidad Metropolitana de Mánchester, el comentario se realiza “en un contexto en el que se muestra muy crítico con Franco y Serrano Súñer” y en el que considera que Falange, cuya prensa era la “vocera de la Alemania nazi”, era la única “capaz de instaurar un régimen verdaderamente afín y de prevenir la reinstauración de la monarquía”. Hitler soñaba con que un falangista (probablemente Agustín Muñoz Grandes) relevase al pesado de Franco.

La investigadora acaba de utilizar un artículo en el 'Journal of Contemporary History' que utiliza fuentes anteriormente inaccesibles, como el archivo de José Luis de Arrese (secretario general de Falange), y en el que pone de manifiesto que el objetivo de la propaganda nazi en España iba mucho más allá de conseguir que entrase en la guerra. Es más, como defendía Von Ribbentrop, la neutralidad de España era preferible; lo contrario era costoso y daba pocos réditos. “Una España neutral proveía materias primas clave para el esfuerzo de guerra y de trabajadores”, recuerda Peñalba-Sotorrío a El Confidencial. “Era también una cabeza de puente a América Latina, dado que uno de los objetivos era prevenir la entrada de las naciones latinoamericanas en la guerra a favor de EEUU, así como obstaculizar su comercio con este país”. Los puestos de vigilancia en las costas españolas y el repostaje de los submarinos estaban garantizados.

En un irónico giro propagandístico, para conseguir convencer a la España cristiana, se llegó a presentar a Hitler como “un arma de Dios”

Para ello, la propaganda era un factor clave. Se trataba de una herramienta de combinación de ideología, oportunismo y realpolitik en connivencia con la Falange que terminó convirtiendo la prensa española en la favorita de Hitler y a los españoles, en receptores de fantasiosa propaganda que ponía de relieve el victimismo alemán y que, en un giro con doble tirabuzón, llegaba a presentar a Hitler como una “arma de Dios”, como se podía leer en un panfleto de 1942, junto a otros como “El papa y los caudillos de Europa combaten el comunismo”. Era una manifestación de la campaña del Gran Plan ('Grosse Plan'), el gran movimiento de contrapropaganda nazi en España y que intentaba que ningún español confiase en los Aliados.

El verdadero cerebro detrás de la propaganda nazi en España era Josef Hans Lazar, un austriaco que había llegado a España en 1938 como confidente del embajador Eberhard von Stohrer. El político inglés Samuel Hoare lo calificó de “repulsivo”, y sus enemigos dentro del Partido Nazi le acusaban de ser judío. Como explica Peñalba-Sotorrío, pronto había “expandido su red de contactos, estableciendo una fuerte relación con altos oficiales en el gobierno español, la Falange y los editores de los principales periódicos”. Era, en sus palabras, uno de los mejores aparatos propagandísticos de los que dispuso Alemania durante la Segunda Guerra Mundial,.

placeholder Eberhard von Stohrer, embajador nazi en España, junto a Himmler en Madrid, 1940.
Eberhard von Stohrer, embajador nazi en España, junto a Himmler en Madrid, 1940.

Durante esos años previos a la guerra, Lazar consiguió que incluso aquellos medios españoles que mantenían una actitud negativa hacia Alemania, terminase apoyando los intereses nazis. Era una mezcla de habilidades sociales y pura corrupción. La autora recuerda que 175.000 pesetas mensuales (del presupuesto de 200.000) se destinaba a sobornar a periodistas y editores. Además, Lazar comenzó a establecer alianzas con los altos oficiales del gobierno español y la Falange. Cuando el gobierno rebelde creó 'Efe', utilizó 'a la 'Deutsches Nachrichtenbüro', la agencia de noticias nazi, y a la italiana 'Agenzia Stefani' como principales fuentes de información.

Duérmete ya o vendrá Churchill y te comerá

Una viñeta de 'Humor a bolsillo', uno de esos panfletos propagandísticos, muestra a Joseph Stalin convertido en un oso y a Winston Churchill como su domadora. “Eres insociable e insaciable”, le reprocha. “Te acabas de hinchar de carne polaca y todavía tienes hambre”. “Es que todavía no he probado la carne de domador”, le responde. En otra imagen de la misma revista, un Churchill con su puro y michelines se reclina ante un busto de Stalin mientras exclama “¡quién había de decirme a mí que para conservar 'la línea' había de llegar a tener que hacer estas flexiones!” No había mejor forma de ridiculizar a Churchill que a través del odiado dictador soviético.

La Falange buscaba capitalizar sus contactos con Alemania para hacer avanzar su agenda política en España por encima de otros grupos de poder

Son dos ejemplos de la maquinaria del Gran Plan en pleno rendimiento. Puesta en marcha en 1942, se trataba, en palabras de Peñalba-Sotorrío, de “el epítome de una relación simbiótica entre la Falange y la embajada alemana, una colaboración estrecha que beneficiaba a ambas partes”. Los beneficios para la Alemania nazi eran obvios, pero la Falange también tenía mucho en juego. “Buscaban capitalizar sus contactos con Alemania para hacer avanzar su agenda política en España por encima de otros grupos de poder, y para demostrar que sus propuestas y su ideología eran el futuro no solo de España, sino de Europa”. Por aquel entonces, nazis y falangistas creían firmemente en el advenimiento de un Nuevo Orden. Europa sería fascista, y había que posicionarse y trazar alianzas.

placeholder Una de las viñetas de 'Humor de bolsillo'.
Una de las viñetas de 'Humor de bolsillo'.

Esa entente tomó forma en el Plan aprobado en enero de 1942, y que distribuiría dos millones de panfletos al mes, todos ellos, de origen incierto para el lector. En la mayoría de casos era difícil saber quién estaba detrás. Eso sí, la perspectiva era española y apelaba a sus propias preocupaciones. Su presupuesto era de apenas 150.000 pesetas (en comparación con los seis millones aparentemente destinados a tal efecto por la embajada británica), pero les cundió en sus panfletos conformados a base de humor chusco, ironía, antibolcheviquismo y sentimientos antibritánicos. Era una constante desde el gobierno de Chamberlain, cuyos discursos eran manipulados para sugerir a la población de que su objetivo era abrir nuevos frentes de batalla en países neutrales como España, siempre lejos de los territorios del terrible Imperio Británico.

¿Calaba la propaganda antiinglesa? “Era fácil convencer a una gran parte de las élites, sobre todo a raíz de la actitud británica durante la guerra civil. Era fácil también fomentar estos sentimientos antibritánicos, que ya existían en una gran parte de la sociedad, en la prensa del movimiento, porque estaba en gran medida controlada por el partido. Pero de ahí a afirmar que fuera fácil convencer al español medio, es otra cuestión”. No era probablemente el caso de las clases más populares, añade la autora, porque en algunas ciudades había rumores de que muchos de los bienes de primera necesidad estaban siendo enviados a Alemania. Todo cambiaría, no obstante, en septiembre de 1942, con el nombramiento de Francisco Gómez-Jordana como Ministro de Asuntos Exteriores.

¿Nazi? ¿Quén, yo?

Mientras la Falange creía y necesitaba una victoria del Eje para incrementar su poder dentro del régimen franquista, el nuevo ministro tenía claro que debía cortar los lazos entre la Falange y Alemania en un momento en el que la balanza de la guerra comenzaba a inclinarse hacia el otro lado. Franco sabía que más pronto que tarde necesitaría mejorar su relación con los aliados a medida que las condiciones económicas de España emporaban. Un enfrentamiento que eclosionó en 1943, cuando España se negó a que se instalase una estación de radiodifusión pagada por el gobierno alemán en la frontera española, algo firmado previamente en junio de 1941 con Antonio Tovar, Subsecretario de Prensa y Propaganda.

Lazar era un oportunista que sabía identificar dónde se encontraba el poder en cada momento, uno de esos hombres que utilizó el nazismo en su beneficio

El signo de la guerra comenzaba a cambiar y, ahora, se el equilibrio de alianzas volvía a caer. Esta vez, por ejemplo, con el paulatino reconocimiento por parte de la Falange que el discurso totalitarista no era precisamente lo más adecuado. El final de la guerra supuso también el final de la colaboración entre la Falange y el escurridizo Lazar que, como recuerda la autora, llegaría a bromear años después con que quizá debería haber intentado que España fuese menos proalemana. No le fue mal, a pesar de haber sido un pilar de la propaganda del Tercer Reich. Gracias a su penetración en los corrillos de la élite española, conseguiría la protección del régimen franquista. Como tantos nazis, terminaría falleciendo en paz el 8 de mayo de 1961, en Viena, tras haber vivido durante unos años en Brasil.

Sin él, concluye la autora, la influencia de Gran Bretaña y Francia en la península habría sido mayor, la asistencia española a la causa nazi, menor, y posiblemente la influencia de EEUU en Latinoamérica y el norte de África habría sido mucho mayor. En otro trabajo, Peñalba-Sotorrío recuerda que la imagen de Lazar está rodeada por el misterio y la especulación, pero también, que resulta reveladora. Tanto del limitado poder de Goebbels fuera de Alemania como la importancia que la diplomacia tenía para el régimen nazi y que muchas veces se ha relativizado. Era, probablemente, “un oportunista que sabía identificar dónde se encontraba el poder en cada momento”. Uno de esos supuestos nazis que utilizaron al Tercer Reich como una lanzadera, y que no tuvieron problema en cambiar de chaqueta cuando les tocó hacerlo.

'Hitler's Table Talk. 1941-1944', la controvertida recopilación de conversaciones privadas del líder nazi, recoge una llamativa observación realizada a principios de septiembre de 1942: la prensa española, en opinión de Hitler, es la mejor del mundo. Una reveladora confesión que mostraba la docilidad con la que sus aliados españoles, en concreto la Falange, estaban dando cancha a la propaganda nazi. Como recuerda la historiadora Mercedes Peñalba-Sotorrío, de la Universidad Metropolitana de Mánchester, el comentario se realiza “en un contexto en el que se muestra muy crítico con Franco y Serrano Súñer” y en el que considera que Falange, cuya prensa era la “vocera de la Alemania nazi”, era la única “capaz de instaurar un régimen verdaderamente afín y de prevenir la reinstauración de la monarquía”. Hitler soñaba con que un falangista (probablemente Agustín Muñoz Grandes) relevase al pesado de Franco.

Hitler Ramón Serrano Súñer
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