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La secretaria de Goebbels confiesa a sus 105 años: "No sabíamos nada, todo era secreto"
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UN TESTIMONIO DE LA MENTALIDAD ALEMANA

La secretaria de Goebbels confiesa a sus 105 años: "No sabíamos nada, todo era secreto"

70 años después. Brunhilde Pomsel, secretaria nazi, ha decidido saldar cuentas con el pasado en un documental. Eso sí, sin limpiar su conciencia ni pedir perdón

Foto: Brunhilde Pomsel en 'A German Life'.
Brunhilde Pomsel en 'A German Life'.

El 1 de mayo de 1945, el ministro de Propaganda de la Alemania nazi Paul Joseph Goebbels acabó con su vida y con la de su mujer y seis hijos, en el jardín de la Cancillería. Lo hacía siguiendo el ejemplo de Adolf Hitler, que había hecho lo propio un día antes, disparándose en la cabeza. 70 años después, la de Goebbels sigue siendo una de las figuras más inquietantes del Tercer Reich, sobre todo por el papel de diseñador del gran aparato propagandístico nazi que la Historia le ha atribuido.

Por eso ha llamado la atención de los medios un documental que ha sido estrenado en el festival de Múnich llamado 'Una vida alemana' (“A German Life”), que se apoya en una larguísima entrevista de 30 horas con Brunhilde Pomsel, una de las secretarias de Goebbels durante sus últimos cuatro años de vida, entre 1942 y 1975. Pomsel, de 105 años, decidió ofrecer su versión al ver que otros supervivientes estaban haciendo lo propio. Y lo más interesante en su caso es que no lo hace para pedir perdón o buscar la redención, sino que simplemente ofrece un revelador testimonio de la mentalidad alemana durante el nazismo, esa que tantas veces ha intentado ser acallada por resultar tremendamente incómoda.

Sé que nadie nos cree hoy en día, todo el mundo piensa que lo sabíamos todo, pero se mantenía en secreto

“Lo único que se puede decir sobre Goebbels es que era un actor sobresaliente”, explica en el tráiler del documental. “Ningún actor lo habría hecho mejor que él pasando de ser una persona civilizada y seria a ese bravucón vociferante y delirante”. De las dos caras de Goebbels, la que Pomsel conoció es la de un hombre cotidiano, elegante, noble y callado, que todos los días acudía desde la Puerta de Brandemburgo a las oficinas de la calle Unter den Linden, en el distrito de Mitte. Y ese es el único que recuerda la anciana, que ofrece un retrato que puede molestar a más de uno.

De un país olvidado

Más allá del documental dirigido por Florian Wigensamer, Roland Schrotthofer, Christian Krones y Olaf Muller, 'The Guardian' ha conseguido realizar una última entrevista con Pomsel, que aclara que, de entre todas las posibles motivaciones para ayudar en una película así, “desde luego no se trata de limpiar mi conciencia”. A pesar de encontrarse en el centro del organigrama propagandístico nazi, no sabía nada de todo lo que ocurría ni en su país ni en los territorios invadidos. “Sé que nadie nos cree hoy en día, todo el mundo piensa que lo sabíamos todo”, explica al rotativo británico. “No sabíamos nada, todo se mantenía en secreto”.

Tráiler de 'A German Life'.

¿Qué pasaba con los judíos, como su amiga Eva, que fue enviada a Auschwitz y eliminada en una cámara de gas? Pomsel creía en la versión oficial, es decir, que habían sido mandados a territorios de los Sudetes que necesitaban ser repoblados. En otra entrevista realizada con 'The New York Times', la secretaria reconoce que vio con sus propios ojos la deportación de los judíos berlineses, “pero se nos explicó que en el este había una oleada de refugiados desde lo que más tarde sería Yugoslavia hasta Alemania. Estaban abandonando sus granjas, sus campos, y alguien tenía que mantenerlos. ¡Entonces enviaban a los judíos!”

Como tantas otras personas en la Alemania del momento, Pomsel no era una nazi acérrima, pero probablemente sentía simpatía hacia el Partido y no se preocupaba demasiado por lo que ocurría fuera de las fronteras alemanas. Ella misma reprocha la actitud acusadora de muchas personas: “Hay gente que dice que habrían combatido a los nazis, y creo que son sinceros, pero créeme, la mayor parte no habrían hecho nada”, ha explicado a 'The Guardian'. La Alemania del Tercer Reich “había caído bajo un hechizo”, y ella fue obligada a trabajar en el Ministerio de Propaganda en 1942. “Me sentí halagada, porque era una recompensa por ser la mecanógrafa más rápida de la estación de radio”.

Demasiada gente se oculta tras falsos arrepentimientos. Pomsel miró a otro lado, y eso es lo que creo que la convierte en culpable

“Puedo reconocer las acusaciones de que no me interesaba la política, pero la verdad es que el idealismo de la juventud probablemente te habría conducido a que te rompiesen el cuello”, explica. Ella misma admite que parte de su trabajo consistía en maquillar las estadísticas de las bajas en el frente para no deprimir a la población, o hacer la vista gorda sin rechistar ante informes como el de Sophie Scholl, activista del movimiento de resistencia Rosa Blanca que fue decapitada en 1943. Tan solo se describe como “una de las cobardes” que prefería hacer la vista gorda. Como explica el director Weigensamer, “puedes confiar en ella, porque demasiada gente se oculta detrás de arrepentimientos falsos”. Sin embargo, ella “simplemente miró a otro lado, y eso es lo que creo que la convierte en culpable”.

Oficial, caballero y nazi

La actitud de la secretaria de Goebbels, que trabajaba codo con codo con otras tres, es ambivalente hacia su antiguo superior. Recuerda que era “bajito pero bien hecho”, bastante estiloso, que llevaba buenos trajes y siempre tenía un leve bronceado. Además, sospecha que se sometía a la manicura todos los días, por el aspecto de sus manos. “No había nada que pudieses criticar de él”, asegura, en referencia a la cara que ofrecía a sus compañeros en el Ministerio de Propaganda. Una imagen que no tenía nada que ver con la que mostró en febrero de 1943, en uno de sus discursos más famosos, el de la Guerra Total, que presenció en directo. “En la oficina tenía una especie de elegancia noble, y entonces verle como un enano furioso… No puede haber un contraste mayor”.

El discurso de la Guerra Total de Goebbels en febrero de 1943.

A pesar de la atractiva apariencia externa de Goebbels, Pomsel nunca llegó a sentirse atraída o a admirarle. “¡Era inaccesible!”, recuerda en declaraciones recogidas por 'The Independent'. “Nunca me preguntó nada personal. No tenía ni idea de cómo me llamaba hasta el final”. No obstante, los testimonios de sus compañeras han sido más favorables hacia el régimen nazi, como recoge el rotativo inglés. Es el caso de Traudl Junge, secretaria del Führer cuyas memorias jugaron un papel importante en 'El hundimiento' de Joachim Fest, y que reconoció que Hitler era “un amigo paternal”.

El final del nazismo topó a Pomsel con el pie cambiado, y el refugio de la élite del partido nazi en el búnker de Hitler tan solo hacía presagiar lo peor. La secretaria reconoce que en esos días se preocuparon por tener siempre alcohol a mano para “permanecer adormecidos”. El sueño se acabaría poco después, cuando los soviéticos entraron en Berlín. No dudó en contarles la verdad, que había servido como mecanógrafa en el Ministerio de Propaganda. La condena, cinco años en varias prisiones soviéticas, tanto en Berlín como fuera. “No fue un camino de rosas” es lo que recuerda de aquella época. Una vez liberada, trabajó durante dos décadas en la televisión alemana, hasta que decidió hablar por primera vez sobre Goebbels por su 100 aniversario, acusándole de ser un cobarde por acabar con su propia vida. “Tomó el camino fácil”, explicó en aquella ocasión. “Debería haber sido sentenciado a muerte, pero era demasiado astuto como para no darse cuenta de lo que le iba a ocurrir”.

El 1 de mayo de 1945, el ministro de Propaganda de la Alemania nazi Paul Joseph Goebbels acabó con su vida y con la de su mujer y seis hijos, en el jardín de la Cancillería. Lo hacía siguiendo el ejemplo de Adolf Hitler, que había hecho lo propio un día antes, disparándose en la cabeza. 70 años después, la de Goebbels sigue siendo una de las figuras más inquietantes del Tercer Reich, sobre todo por el papel de diseñador del gran aparato propagandístico nazi que la Historia le ha atribuido.

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