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Por qué crees que el tiempo pasa más rápido a medida que envejeces
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Por qué crees que el tiempo pasa más rápido a medida que envejeces

Todo se debe a una curiosa ley matemática pronunciada por Ernest Weber en 1834 cuyos efectos son más que sorprendentes

Foto: Y el mundo gira y gira, y con él, el tiempo. (iStock)
Y el mundo gira y gira, y con él, el tiempo. (iStock)

Seguramente te hayas preguntado más de una vez por qué cada vez los años pasan más rápido. Tus primeros doce meses pasaron tan rápido y a la vez tan lentos que ya no eres capaz de acordarte. Luego, llegaste a la niñez: las largas y soporíferas clases de la escuela. Después de los 10 años, contabas los días que quedaban para tu cumpleaños con nervios y ganas. Y nunca llegaba; la espera se hacía eterna. Una vez llegaste a ese hermoso y terrible páramo de la adolescencia, descubriste que tenías que estudiar más y las asignaturas que tenías que aprobar eran más complicadas. Las semanas se hacían infinitas.

Los profesores te aconsejaban aprovechar al máximo el tiempo, y no lo decían en broma: al cumplir los 20 todo el mundo asegura que el tiempo despega de una forma vertiginosa. Al igual que sucede con los 30 o los 40. El tiempo es ese caballo desbocado que nunca para y que parece acelerarse y adelantarnos, ganarnos la partida, y cada vez tu percepción de las semanas, meses y años se iba haciendo más corta hasta derivar en la persona que eres ahora. ¿Otra vez el verano? Si parece que fue ayer. Y dentro de poco asumes que la vida es eso que ocurre entre estaciones que se suceden sin parar.

Lo que probablemente no sabías es que esta sensación se debe a una curiosa ley matemática descubierta por Ernest Weber en 1834, pionero de la psicología experimental. Más concretamente, a una función logarítmica que atiende a dos variables: la intensidad y la sensibilidad. También llamado escalamiento psicofísico, este fenómeno se experimenta de forma muy clara en la percepción que tenemos entre dos pesos. La divulgadora matemática Hannah Fry lo ha demostrado y explicado en un fantástico vídeo subido al canal Numberphile.

En dicho documento, Fry reta a su cámara a sostener dos pesos en su mano. Uno de ellos pesa 100 gramos y el otro 120. Cuando le pregunta, el cámara acierta. A continuación, le sirve otros dos pesos, esta vez de 200 y 220 gramos. A pesar de tener la misma diferencia de peso (20 gramos), su percepción le falla y se equivoca a la hora de percibir cuál de ellos pesa más, eligiendo el más ligero.

Aunque todos los años duran lo mismo, la relación entre lo que dura uno y el tiempo que ya has vivido es cada vez más pequeña

"Esta ley de Weber puede aplicarse a diferentes situaciones", agrega Fry. "El tiempo se acelera cuando te haces mayor. Aunque un año tiene siempre la misma duración, la relación entre lo que dura uno y el tiempo que llevas vivido es cada vez más pequeña", o dicho de otro modo: un año completado añade perceptualmente menos al total de la vida que un año cuando somos niños de corta edad.

La experta matemática explica que este logaritmo se aplica de igual forma al marketing. "La gente que se dedica al marketing y a la publicidad sacan provecho de este efecto", sostiene, y pone de ejemplo una chocolatina Cadbury. "Estoy segura que la barrita Cadbury se ha ido haciendo más y más pequeña con el paso de los años y no tengo ninguna duda de que los responsables de esta decisión conocen la ecuación, saben que el modo en que percibimos las cosas es logarítmico. Ellos comprenden cuál es la cantidad exacta que le pueden restar para que no notemos que han ido alterando su tamaño gradualmente".

Todo lo que percibimos en la vida no se debe a una ecuación lineal, sino logarítmica

De igual modo, también lo aplica a las condenas de prisión: "Lo cierto es que un período de seis meses entre rejas se siente mucho más que un plazo de tres", avisa. "Pero una pena de 20 años y tres meses no se percibe mucho más que otra de 20 años". Por ello, al aumentar la cantidad o el tamaño, cada vez apreciamos menos las diferencias de tiempo o de peso. Para ilustrarlo, en el vídeo dibuja una curva ascendente sobre las variables de sensibilidad e intensidad. "Esto se debe a que todo lo que percibimos en la vida no sigue una ecuación lineal, sino una relación logarítmica", concluye Fry.

Seguramente te hayas preguntado más de una vez por qué cada vez los años pasan más rápido. Tus primeros doce meses pasaron tan rápido y a la vez tan lentos que ya no eres capaz de acordarte. Luego, llegaste a la niñez: las largas y soporíferas clases de la escuela. Después de los 10 años, contabas los días que quedaban para tu cumpleaños con nervios y ganas. Y nunca llegaba; la espera se hacía eterna. Una vez llegaste a ese hermoso y terrible páramo de la adolescencia, descubriste que tenías que estudiar más y las asignaturas que tenías que aprobar eran más complicadas. Las semanas se hacían infinitas.

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