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Las empresas en las que no puedes trabajar si tienes más de 30
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LA GUERRA SIN FIN CONTRA EL EDADISMO

Las empresas en las que no puedes trabajar si tienes más de 30

Diversos casos como el de IBM, Google o ZTM muestran que la edad es un habitual factor de discriminación a la hora de elegir entre trabajadores. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Foto: Las oficinas de IBM, una de las empresas señaladas, en Buenos Aires. (iStock)
Las oficinas de IBM, una de las empresas señaladas, en Buenos Aires. (iStock)

Hace poco más de un mes, el escándalo IBM sacudió Estados Unidos. Como reveló la agencia independiente de investigación 'ProPublica', el gigante informático había despedido sistemáticamente durante los últimos años a decenas de miles de sus empleados mayores de 40 años. La revelación fue particularmente dolorosa no solo porque existe una clara legislación en el país americano que impide la discriminación en materia de edad, sino porque IBM “había portado la antorcha del sueño americano”. El caso era una muestra de que el viejo pacto entre empresa y fuerza de trabajo que durante décadas había caracterizado su cultura laboral se había venido abajo.

No es el único caso que ha emergido durante las últimas semanas. Una investigación publicada en 'Bloomberg' a partir del suicidio de un trabajador de la empresa de telecomunicaciones ZTE llamado Ou Jianxin –que a sus 42 años se le podía considerar “demasiado mayor para ser ingeniero en China”– mostraba que el mundo laboral chino, y en concreto el relacionado con la tecnología, no era lugar para “mayores”. Entre comillas, porque la edad que marca en este caso es muy baja. Como reza el subtítulo del artículo, “si tienes más de 30 años, no te molestes ni siquiera en intentarlo”. En el caso de China, recuerda la autora, Shelly Banjo, “el frenesí por contratar talento joven revela hasta qué punto llega el deseo del país de convertirse en un líder global”. Tres cuartas partes de los empleados del sector tecnológico aún no han cumplido su tercera década.

Muchos de los despedidos figuraban entre los más productivos de la empresa, pero sus sueldos se destinaron a pagar trabajadores más jóvenes

Estas noticias apuntan a distintas tendencias. En primer lugar, el carácter global del edadismo, la discriminación por edad, que no solo afecta a la efeverscente y joven industria estadounidense, sino también a la china, uno de los países que tradicionalmente más atención presta a sus ancianos. En segundo lugar, la dificultad para identificar esos casos aunque afecten a miles de personas y se lleven a cabo en una de las empresas más grandes del país, con más de 300.000 empleados. Por último, la popularización de ciertos prejuicios según los cuales los veinteañeros no solo se adaptan de forma mucho más fácil a los cambios en el mundo tecnológico, sino que también están dispuestos a realizar más sacrificios y presentan un menor riesgo de fuga que sus mayores.

¿'Baby boomers' vs. 'millennials'?

La investigación realizada por 'ProPublica' no pone solo de manifiesto que en los últimos cinco años, la otrora compañía pionera había despedido a más de 20.000 empleados de más 40 años (un 60% del total de las salidas), sino también otros detalles llamativos como que muchos de ellos estaban considerados como los más productivos, que gran parte del dinero ahorrado con sus sueldos fue destinado a contratar a trabajadores más jóvenes y, por último, que muchas de estas salidas no fueron despidos no procedentes ['firing'] sino que “se dieron pasos para impulsar las dimisiones y los despidos procedentes ['lay-off']”. De esa manera se pudo maquillar los datos, que si hubiesen sido más elevados habrían conducido a la empresa a detallar públicamente dichos procesos.

placeholder La sede de Shenzhen de ZTE desde la que saltó el trabajador. (Reuters/Bobby Yip)
La sede de Shenzhen de ZTE desde la que saltó el trabajador. (Reuters/Bobby Yip)

Esa es una de las dificultades que surgen para identificar y castigar estos casos de discriminación: la dificultad para trazar una línea entre la edad y otros factores que pueden aducirse para justificar el futuro de un trabajador. Como indicaba en nuestro país el informe 'Evolución de la discriminación en España' recién publicado, la discriminación por edad es la segunda más experimentada por detrás de la discriminación por género, ya que “puede afectar a toda la población, indistintamente de su origen étnico, nacional o cualquier característica que contribuya a su distintividad social”. Durante los años de la crisis, el porcentaje de parados de más de 55 años casi se cuadruplicó en España, de 137.500 a 580.130 entre 2007 y 2016.

No obstante, es probable que esta tendencia no sea meramente coyuntural y presente una evolución en el pensamiento (y los prejuicios) de los responsables de Recursos Humanos. Victoria Lipnic, de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo estadounidense, señala que la discriminación por esta cuestión es “un secreto a voces como lo eran los abusos sexuales hasta hace poco”, ya que “todo el mundo sabe que está ocurriendo, pero es muy difícil de probar”. Una de las causas, en parte, proviene dela idealización de la juventud” que han favorecidos mitos como el de Mark Zuckerberg, que abrió Facebook mientras aún estaba en la universidad. Google, por su parte, también ha tenido que enfrentarse a una demanda por parte de una trabajadora que consideraba que no había sido contratada por su edad.

Es un secreto a voces como lo eran los abusos sexuales; todo el mundo sabe que está ocurriendo, pero es muy difícil de probar

Esa preferencia por la eterna juventud que en principio parecía circunscrita a un sector y un lugar muy determinados –el tecnológico de Silicon Valley– ha terminado trascendiendo a a otras culturas laborales como la asiática. Pero también se encuentra imbricada en las nociones que se han promovido desde grandes instituciones durante los últimos años: que esos valores positivos en el mundo laboral moderno como la capacidad de reinventarse, de soportar la inestabilidad y de sacrificarse así como de formarse continuamente son propios de la juventud. Es algo que también ocurre en España: un informe de la OCDE publicado la pasada semana ponía de manifiesto que los adultos de nuestro país obtienen peores resultados en competencias básicas como razonamiento matemático y comprensión lectora que sus hijos, y anima al desarrollo de nuevas competencias para seguir siendo “competitivos ante la cambiante demanda”.

Un relato oculto

Hay otro factor que influye en dicha ecuación, y es la creciente equiparación de estas carreras con el deporte. Es decir, se trata de una actividad que se lleva a cabo con intensidad durante unos años, en los que el empleado se sacrifica en cuerpo y alma a su trabajo –de ahí que, por ejemplo, Facebook o Apple ofrezcan a sus empleadas congelar sus óvulos– y que se prolonga hasta que el cuerpo aguante. Lo refrendan las palabras de uno de los inversores de Twitter o Xiaomi, Robin Chan, cuando dice que “trabajas muy duro entre los 20 y los 40 y esperas llegar lejos. Después, es hora de hacer otra cosa y dejar paso a alguien más joven”. El problema se encuentra en qué ocurre con aquellos que no consiguen llegar lejos.

Foto: No vales: tienes 45 años y ni eres flexible ni te adaptas

En España, la Ley Integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación aprobada en 2011 vela por la igualdad en diversos aspectos, entre los que se encuentra la edad. Su aplicación en entornos laborales, no obstante, es mucho complicada, y lo será aún más a medida que los procesos de contratación se automaticen, eximiendo de responsabilidad a aquellos que toman las decisiones de forma activa. Como sugiere en 'Forbes' un artículo llamado 'La fea verdad sobre la discriminación por edad', a diferencia de otros factores que pueden no ser obvios en una selección ciega, como la raza o la edad, podemos deducir a partir del currículum de cada trabajador la edad que tiene… hasta el punto que puede haber quien decida eliminar parte de su experiencia para simular su juventud.

A principios de este año, Oxford publicó su manual sobre la discriminación por edad en el trabajo, que advierte que el alargamiento de la longevidad humana plantea un nuevo reto ante esta situación, ya que los humanos podremos trabajar a pleno rendimiento durante más años y, sin embargo, la tendencia parece estar siendo la opuesta, la de desaprovechar una gran cantidad de fuerza de trabajo y de experiencia. Algunas investigaciones, no obstante, señalan otra llamativa realidad: que la discriminación por este motivo se produce a todas las edades, por paradójico que pueda parecer. En otras palabras, uno siempre puede ser o demasiado joven o demasiado viejo para determinados empleos.

Es posible que entremos tarde al mercado laboral y salgamos pronto, lo que conformará carreras tan breves como precarias

España es uno de los países en los que esta discriminación en cuestión de edad tiene forma de U, como recordaba una investigación publicada este mismo año en 'Developmental Psychology'. Es decir, son los más jóvenes y los más mayores quienes peor lo pasan, algo que nos asimila a otros países como Alemania, Polonia o Ucrania. Por el contrario, otros como Rusia o República Checa presentan una discriminación en forma de J, es decir, localizada únicamente entre aquellos de mayor edad. ¿Es una buena noticia? No necesariamente; es posible, vistos los altos niveles de paro juvenil y la discriminación hacia los mayores de 40 que más pronto que tarde nos veamos atrapados entre una entrada tardía al mercado laboral y una salida muy temprana… lo que conformará trayectorias profesionales tan breves como precarias.

Hace poco más de un mes, el escándalo IBM sacudió Estados Unidos. Como reveló la agencia independiente de investigación 'ProPublica', el gigante informático había despedido sistemáticamente durante los últimos años a decenas de miles de sus empleados mayores de 40 años. La revelación fue particularmente dolorosa no solo porque existe una clara legislación en el país americano que impide la discriminación en materia de edad, sino porque IBM “había portado la antorcha del sueño americano”. El caso era una muestra de que el viejo pacto entre empresa y fuerza de trabajo que durante décadas había caracterizado su cultura laboral se había venido abajo.

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