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La guerra de los cruceros y la batalla en los puertos españoles
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ESPAÑA, EN SITUACIÓN PRIVILEGIADA

La guerra de los cruceros y la batalla en los puertos españoles

Desde hace 20 años se ha convertido en la parte del turismo que más crece. Por eso la inversión es mayor y lugares como nuestro país se encuentran en el ojo del huracán

Foto: El Symphony of the Seas, durante su presentación en el puerto de Málaga. (Reuters/Jon Nazca)
El Symphony of the Seas, durante su presentación en el puerto de Málaga. (Reuters/Jon Nazca)

El pasado martes 27 de marzo, el Symphony of the Seas zarpó desde Málaga hasta Barcelona, su puerto base. No se trata de un barco más. El mastodonte, propiedad de la compañía Royal Caribbean, con sede en Miami, es el navío más grande de todos los tiempos, la gran apuesta de esta compañía de cruceros para hacerse con el mercado mediterráneo. Su longitud de 362 metros de eslora hace que supere en unos 100 a la del Titanic (con 269), algo así como tres veces y media el césped de un campo de fútbol. Con 2.775 camarotes, 2.200 miembros de tripulación, 40 restaurantes, 23 piscinas y dos teatros es, en definitiva, una pequeña urbe flotante.

Se trata también del símbolo más visible de la evolución de uno de los negocios globales que mayor crecimiento han experimentado durante las últimas décadas, y que aún tiene un amplio margen de expansión después del bache de la crisis. Durante 2015, la industria generó alrededor de 39.600 millones de dólares (unos 32.151 millones de euros) transportando a cerca de 23 millones de pasajeros en todo el mundo y proporcionando alrededor de un millón de empleos a nivel global. Más importante aún es el crecimiento continuo de la demanda desde finales de los noventa, cuando se redefinió el negocio, lo que ha provocado que en España el crecimiento interanual se encuentre cerca del 5%.

9 millones de pasajeros pasaron por nuestro país en 2017, un 0,6% más que el año anterior, gracias al auge del Mediterráneo

¿Qué ha ocurrido para que esta pata del negocio turístico haya pasado de ser un reducto para jubilados a una de las grandes atracciones globales? El propio Symphony of the Seas, con sus salas de teatro y espectáculos a bordo nos puede dar una pista: como sugiere en un reportaje publicado en 'Wired' el presidente de Royal Caribbean desde finales de los años ochenta, Richard Fain, la clave se encontraba en aplicar a los cruceros la fórmula del 'blockbuster' cinematográfico: más grande, más espectacular y para todos los públicos. No es de extrañar, por lo tanto, que Disney haya puesto en marcha sus propias líneas basadas en conocidas franquicias como 'Star Wars'.

El imparable crecimiento de los cruceros y la diversificación de su oferta también ha llegado a España, que se beneficia de tener salida directa al segundo de los mercados más transitados del mundo, el Mediterráneo (18,7%), tan solo superado por el Caribe y las Bahamas (33,7%), el más pujante y que convierte a Estados Unidos en el país líder en el sector con gran diferencia. 9 millones de pasajeros pasaron por nuestro país en 2017, un 0,6% más que el año anterior, gracias al auge del Mediterráneo como destino vacacional. Según Puertos del Estado, el volumen de pasajeros se ha multiplicado por 18 desde el año 1992, cuando circulaban alrededor de 480.000 turistas.

Un cambio de paradigma

El punto de inflexión puede situarse a finales de los años 90, cuando el Voyager of the Seas dio el pistoletazo de salida a la era de los grandes cruceros transatlánticos. Con un coste de unos 580 millones de euros, el crucero construido por el finlandés Kvaerner Masa-Yards introdujo reclamos como el primer muro de rocas para escalada o el teatro La Scala, en el que se llevaban a cabo representaciones de obras de Broadway. El año siguiente, no obstante, ya había sido superado por el Explorer of the Seas, también de Royal Caribbean, la compañía que controla el 23% del mercado global, tan solo superada por Carnival Cruise, con alrededor de un 38% juntando a todas sus filiales.

Campos de minigolf, restaurantes con menús de Estrellas Michelin, pistas de patinaje sobre hielo, tiovivos o carruseles son reclamos habituales

“Las compañías comenzaron a tratar los cruceros como un resort flotante, no como barcos”, recuerda en el reportaje de 'Wired' Trevor Young, vicepresidente de MSC Cruises. Y, como tal, la clave se encontraba en ofrecer algo distinto, un poco más espectacular, que los competidores. El Symphony of the Seas incluye atracciones conocidas como casino, cine, spa, gimasio o un gran paseo por la parte central de la embarcación, pero también incluye un campo de minigolf, atracciones de agua, restaurantes con menús de Estrellas Michelin, una pista de patinaje sobre hielo, un simulador de surf, tirolinas, un tiovivo o toboganes. Es una peculiar mezcla de entretenimiento y lujo que, además, tiene una ventaja contra la que no se puede competir: permite a sus viajeros desplazarse de un punto a otro del Mediterráneo o del Caribe sin tener que mover ni un dedo.

El objetivo de estas caras inversiones (las embarcaciones clase Oasis de Royal Caribbean cuestan alrededor de mil millones de dólares, aparte del mantenimiento) es llegar a mercados como el de los turistas asiáticos o los jóvenes, que hasta hace poco consideraban (razonablemente) los cruceros como una atracción para jubilados. De ahí que se hayan popularizado cruceros como el Monsters of Rock, un festival de heavy metal a bordo de un barco en el Caribe, o productos nostálgicos como El Barco Ochentero, que promete “un viaje a los 80's junto a los mitos de la música española”. Una diversificación que también refleja la voluntad de conquistar a públicos de nicho a través de otros reclamos distintos al turismo o el esparcimiento, como ocurre con la música, la gastronomía o el deporte.

placeholder El Symphony of the Seas por dentro. (Reuters/Jon Nazca)
El Symphony of the Seas por dentro. (Reuters/Jon Nazca)

Como recuerda el último informe de la FCCA (Florida-Caribbean Cruise Association), “la industria de los cruceros es la de más rápido crecimiento en el mercado del turismo de ocio”. En el mercado americano, la tasa de crecimiento se encuentra en alrededor de un 7% desde principios de los años 80, cuando 'Vacaciones en el mar' aún estaba en antena, y se han disparado un 62% entre 2005 y 2015. Las perspectivas son halagüeñas: se espera que los ingresos globales lleguen a los 46.300 millones de euros en 2027, de seguir este ritmo. Una media en la que también se encuentra España, que a mediados de los años 90 comenzó a crecer anualmente al 10% y llegó a alcanzar el 20% en el año 2000, al mismo tiempo que Royal Caribbean revolucionaba los viajes por mar.

Batalla en los puertos españoles

En nuestro país, 2017 fue otro año de récord con 9 millones de cruceristas. Puertos del Estado vaticina un crecimiento continuado entre el 1,5 y el 3% durante las próximas temporadas, lo que probablemente nos llevará a 9,5 millones en 2020. Entre los factores para el optimismo se encuentra el abaratamiento del transporte, que ha llevado a que estos viajes sean accesibles para un mayor porcentaje de la población, la popularización durante todo el año y la diversificación del producto. Según sus cálculos, la industria de los cruceros genera en España 1.255 millones de euros, produce 26.400 puestos de empleo y representa un 10,9% del PIB del turismo español.

Como ocurre en el sector de la aviación comercial, el margen de beneficio no es muy elevado: en Royal Caribbean, alrededor de un 8% del precio del billete

Los puertos con mayor tráfico son los que se encuentran en el Mediterráneo, con Barcelona a la cabeza (más de dos millones y medio de viajeros), seguidos por las Islas Baleares (alrededor de dos millones), Málaga y Valencia. Entre los puertos que mayor crecimiento han experimentado durante los últimos años se encuentran Cartagena y Almería. Por el contrario, España parece estar perdiendo la batalla con Portugal en el frente Atlántico, como recordaba Puertos del Estado el pasado año. Las bases atlánticas perdieron un 4,2% de su tráfico, aunque Cantabria, Gijón o Bilbao mejoraron su rendimiento.

¿Dónde está el límite? Posiblemente, tanto en la dura competencia global como en las actuaciones de los Estados y en los ayuntamientos. Barcelona es un buen ejemplo, donde el Ayuntamiento de Ada Colau se resiste a la creación de una nueva terminal de cruceros gestionada por MSC (que se añadiría a las siete que ya existen), como parte de su lucha contra el turismo masivo y la contaminación. En cambio, el Ministerio de Fomento promete que el tratamiento tributario especial para los cruceros seguirá manteniéndose en los Presupuestos General esdel Estado de este año, rebajando por ejemplo las cuantías de las tasas portuarias y de ocupación.

placeholder La inauguración del Harmony of the Seas en Southampton. (Reuters/Peter Nicholls)
La inauguración del Harmony of the Seas en Southampton. (Reuters/Peter Nicholls)

Mientras tanto, este jueves el Symphony of the Seas zarpará desde el Puerto de Barcelona inaugurando su primera temporada de viajes, que le llevará a Palma de Mallorca, Marsella, Florencia, Pisa, Roma y Nápoles. El precio mínimo del billete, 1.199 euros. Esa es la última consecuencia de la moda de los cruceros: a mayor demanda, es probable que el precio de los billetes aumente en consecuencia ya que, como recuerda 'Statista', hay algo que el sector de los cruceros tiene en común con el de la aviación comercial: un bajo margen de beneficio por cada viajero. Según los cálculos de 'Cruzely', cada pasajero de Royal Caribbean proporciona un beneficio de 123 dólares, un 8% del precio del billete.

El pasado martes 27 de marzo, el Symphony of the Seas zarpó desde Málaga hasta Barcelona, su puerto base. No se trata de un barco más. El mastodonte, propiedad de la compañía Royal Caribbean, con sede en Miami, es el navío más grande de todos los tiempos, la gran apuesta de esta compañía de cruceros para hacerse con el mercado mediterráneo. Su longitud de 362 metros de eslora hace que supere en unos 100 a la del Titanic (con 269), algo así como tres veces y media el césped de un campo de fútbol. Con 2.775 camarotes, 2.200 miembros de tripulación, 40 restaurantes, 23 piscinas y dos teatros es, en definitiva, una pequeña urbe flotante.

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