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La gentrificación puede estar detrás del auge de las orgías salvajes
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La gentrificación puede estar detrás del auge de las orgías salvajes

Las historias de soledad y aislamiento por parte de la comunidad LGTB+ en Londres están detrás del aumento de las prácticas de 'chemsex', según un nuevo estudio

Foto: Manos levantadas en una ebria noche de discoteca. (iStock)
Manos levantadas en una ebria noche de discoteca. (iStock)

Uno de los grandes núcleos de la cultura occidental, Londres, se ha erigido como epicentro de algunas prácticas bastante sórdidas y muy poco recomendables. Hablamos del 'chemsex' o sexo químico ('chemical sex' en inglés) es decir, experiencias sexuales potenciadas por el consumo de drogas recreativas y estupefacientes que pueden durar hasta 72 horas y que generalmente están protagonizadas por homosexuales, aunque por definición también se incluye a heterosexuales.

Identificado por los servicios de salud sexual por primera vez en 2011, los medios de comunicación británicos han alertado sobre esta práctica de una forma “parcial, distorsionada y, en ocasiones, histérica”, según afirman los expertos en medios digitales Jamie Hakim y Alison Winch en un reciente estudio de la Universidad de East Anglia titulado 'The Rise of Chemsex'.

La tesis que defienden se basa en que una de las principales causas del 'chemsex' tiene que ver con la gentrificación de los barrios en los que se practica: Lambeth, Southwark, Lewisham y Vauxhall, conocidos por ser los más poblados por la comunidad LGTB+ de toda la mastodóntica urbe londinense. Jamie Hakim critica la posición de algunos medios y personas del ámbito académico, como la del experto en salud y sexualidad Kane Race, quien justifica el 'chemsex' con la simple razón de “sentirse bien”, una perspectiva, según Hakim, “poco rigurosa e investigada”.

Estaba solo. Me sentía deprimido. No tenía amigos ni familia, solo un fin de semana entero sin saber qué hacer

Ante esta serie de explicaciones, el investigador sugiere que las razones para practicar sexo de esta forma tan autodestructiva se deben al “alto e insostenible” coste de vida de Londres, los recortes a los servicios de la comunidad local y los problemas a los que se enfrentan los extranjeros al entrar en este tipo de condiciones. “La química puede ser vista como una forma particularmente intensa de contacto para que diversos grupos formen vínculos íntimos colectivos en un momento en que las políticas sociales y económicas del gobierno pretenden hacer esto imposible”, asegura Hakim.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

"No tengo dónde ir"

Otra de las razones de la proliferación del 'chemsex' es la falta de espacios recreativos en la comunidad homosexual, bisexual y transexual londinense, ya que el 58% de los espacios nocturnos LGTB+ de la ciudad cerraron entre 2006 y 2017. “Estaba solo. Tan solo buscaba compañía. Me sentía deprimido en Londres. No tenía amigos ni familia, vivía en una gran ciudad… Tienes el fin de semana entero para ti y no sabes qué hacer”, relata un participante en este tipo de orgías a 'The Independent'. Muchas personas no tenían dónde ir.

Con la soledad y el aislamiento cercándoles, y habiendo llegado a la ciudad hace relativamente poco, tuvieron que recurrir a las aplicaciones de citas especializadas para relacionarse con el resto, las cuales constituyen el medio predilecto para concertar una intensa sesión de 'chemsex'.

Las altas rentas y la llegada de negocios más respetables neutralizaron el espíritu colaborativo de Vauxhall a golpe de gentrificación

Los lugares físicos donde hombres homosexuales y bisexuales se reunían históricamente en Londres están disminuyendo”, adiverte Jamie Hakim. Mientras que, “los espacios culturales homosexuales hedonistas que dieron a Vauxhall su identidad han decrecido en la última década, tanto por las rentas ahora inasequibles como por la llegada de negocios más 'respetables'”, que en este caso, lograron neutralizar el espíritu local y colaborativo del barrio a golpe de gentrificación.

Foto: Drogas para hacer el amor para tomar drogas para hacer el amor. (iStock)

Otro de los mitos sobre el 'chemsex' que Jamie Hakim y Aliston Winch quieren desmentir se basa en que su incremento no se debe especialmente al aumento de la población gay en Gran Bretaña. “Un número similar de hombres que solían consumir cocaína, éxtasis y otras drogas en la década de los 2000 ahora toman otros fármacos más nuevos de forma sexualizada, en alojamientos privados o saunas gay”, afirma Hakim. Por ello, la proliferación del 'chemsex' no se debe a que el número de homosexuales y bisexuales haya aumentado, sino a una nueva forma de llevar el exceso hedonista hasta los límites.

placeholder Una bolsa de 'blue meth'. (iStock)
Una bolsa de 'blue meth'. (iStock)

Drogas para no dormir en días

Mefedrona, hidroxibutirato (GHB), butirolactona (GBL) y metanfetamina de cristal. Estas son las sustancias químicas específicas que se suelen usar en estas sesiones de sexo sin fin. El cristal y la mefedrona incrementan el ritmo cardíaco e impulsan una sensación de euforia y agitación sexual; por su parte, el GHB funciona como un potente desinhibidor y analgésico. "La mefedrona y el cristal pueden crear una dependencia psicológica muy fuerte, mientras que el GHB crea una peligrosa dependencia fisiológica", advierten desde un editorial del 'British Medical Journal'. Una de las peores consecuencias, al margen de esto, son 'los días perdidos', es decir, no dormir ni comer durante 72 horas, algo que tiene efectos devastadores en la salud.

Muchas veces, el 'chemsex' funciona como “una forma de autolesión arraigada en la homofobia internalizada”, señala Hakim, que los usuarios ponen en práctica para manejar sus sentimientos negativos, como “la falta de confianza o de autoestima, así como el estigma por tener SIDA”.

Lo que necesitamos, además de programas de apoyo, es un enfoque tranquilo, medido y riguroso para comprender el 'chemsex'

En cuanto a su conexión particular con la transmisión del VIH, existe poco consenso académico. “Sabemos que el consumo de drogas puede provocar que las personas corran riesgos durante el sexo que normalmente no asumirían, lo que aumenta sus posibilidades de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual”, afirma Taku Mukiwa, jefe de la asociación de salud sexual Terrence Higgins Trust. “Compartir agujas para inyectarse drogas aumenta las posibilidades de contraer VIH o hepatitis B o C", como es evidente. Sin embargo, según la opinión de Hakim, el aumento de este tipo de infecciones es más probable que tenga que ver con “la mala calidad de la educación sexual gay en Gran Bretaña”.

placeholder Cartel de la clínica 56 Dean Street.
Cartel de la clínica 56 Dean Street.

Por último, el investigador reconoce que el 'chemsex' causa “problemas muy reales que precisan de más servicios de salud y programas de apoyo comunitario para ayudar a esas personas”, pero también dibuja un horizonte informativo que no alarme ni llame al pánico social: “Pero lo que igualmente necesitamos es un enfoque tranquilo, medido y rigurosamente investigado que nos ayude a comprender realmente no solo los problemas, sino también lo que el placer hace por los demás”.

Uno de los grandes núcleos de la cultura occidental, Londres, se ha erigido como epicentro de algunas prácticas bastante sórdidas y muy poco recomendables. Hablamos del 'chemsex' o sexo químico ('chemical sex' en inglés) es decir, experiencias sexuales potenciadas por el consumo de drogas recreativas y estupefacientes que pueden durar hasta 72 horas y que generalmente están protagonizadas por homosexuales, aunque por definición también se incluye a heterosexuales.

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