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El método Singapur con el que Jeff Bezos está enseñando matemáticas a sus hijos
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"el renacimiento de la educación"

El método Singapur con el que Jeff Bezos está enseñando matemáticas a sus hijos

El fundador de Amazon fue uno de los primeros en hablar del sistema singapurense y desde entonces ha entrado poco a poco en las clases de matemáticas de todo Occidente

Foto: Niños en una clase de primaria en Singapur. (Reuters)
Niños en una clase de primaria en Singapur. (Reuters)

Desde el informe PISA hasta el estudio TIMSS, Singapur, la ciudad-Estado de apenas 5,5 millones de habitantes, ocupa habitualmente el primer puesto en los 'rankings' que evalúan el desempeño de los estudiantes en matemáticas. Cuenta, por tanto, con uno de los sistemas educativos más admirados y año tras año estas clasificaciones refuerzan la sensación de que los jóvenes occidentales se están quedando atrás con respecto a sus homólogos asiáticos. Como dice Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, cuando Singapur habla, ya sea en conferencias o reuniones de ministros, “todo el mundo escucha”.

Pero ¿qué tiene el sistema singapurense que permite a sus alumnos rendir más que sus pares europeos? La sensación de poder ser eclipsados por sus grandes vecinos se encuentra enraizada en la psique nacional, inspirada tanto desde el miedo como desde el orgullo. Como resumió el año pasado el actual primer ministro, Lee Hsien Loong, “para sobrevivir, hay que ser excepcional”. Esa misma mentalidad ha hecho que desde la década de los ochenta el país haya adoptado un enfoque innovador para enseñar matemáticas elementales. Antes del cambio, sus estudiantes ni siquiera aparecían en las clasificaciones internacionales, y en menos de una década ya optaban a los mejores puestos.

Foto: El examen que está causando tantos quebraderos de cabeza. (Facebook)

¿Y se puede importar su éxito? Por el momento, algunos países occidentales han empezado no solo a escuchar y envidiar sus fórmulas sino a implementarlas también en clase. De hecho, algunas escuelas de Estados Unidos y Australia ya coquetean con sus métodos y en verano del año pasado Reino Unido anunció que la mitad de los colegios de primaria serán reformados a imagen y semejanza de los del país asiático. Una iniciativa pública que ha sido aclamada desde el Ministerio de Educación como un “renacimiento de las matemáticas”.

Más que aprender a hacer operaciones, el modelo apunta a pensar como un matemático

En total, 43 millones de euros que servirán para formar a profesores y proporcionar nuevos libros de texto para que los centros adopten en el nuevo curso escolar el conocido como 'método Singapur', que se utiliza en los mejores colegios de la ciudad-Estado y Shanghái. “Confío en que las medidas que estamos adoptando garanticen que los jóvenes estén debidamente preparados para el trabajo del siglo XXI y que la manida frase de 'no puedo con las matemáticas' quede relegada al pasado”, ha señalado Nick Gibb, ministro de Educación.

placeholder Estudiantes a la salida de clase en Singapur. (Reuters)
Estudiantes a la salida de clase en Singapur. (Reuters)

No obstante, antes incluso de la medida inglesa, el primero en subirse al carro y por tanto atraer la atención sobre el método fue Jeff Bezos, fundador de Amazon y recién nombrado hombre más rico del mundo, que decidió que sus hijos aprenderían matemáticas bajo el modelo de Singapur. Lo desveló su esposa, MacKenzie Bezos, en una entrevista en 2013 a la revista 'Vogue'. Por su parte, la editorial SM ha sido la empresa que lo ha traído a España.

En qué consiste

“Más que aprender a hacer operaciones, el modelo apunta a pensar como un matemático”, ha dicho Schleicher. Se trata de un método en el que se trabaja en equipo utilizando un enfoque muy visual, con objetos, fotografías y materiales concretos para representar las ideas. Por ejemplo, si están aprendiendo a sumar, pueden dibujar las representaciones de los objetos antes de pasar a las ecuaciones abstractas. Otro elemento clave del estilo singapurense es que el profesor pasea por la clase y, con total autonomía, facilita un debate en el que los alumnos puedan aprenden los principios matemáticos por sí mismos. En vez de dictar la lección desde el atril y asignar los problemas para que los estudiantes los resuelvan individualmente, todo resulta más interactivo.

Confío en que gracias a este método la frase manida de “no puedo con las matemáticas” quede relegada al pasado

Con frecuencia, los maestros plantean preguntas a los alumnos, quienes deben explicar la solución y los porqués a sus compañeros de clase. La idea, por tanto, es centrarse en la resolución de problemas y entender el razonamiento lógico que hay detrás, dejando de lado el proceso de memorización que suele imperar en las clases. Tampoco se divide a los niños según sus habilidades intelectuales. Es más, todos deben alcanzar un nivel básico antes de que la clase pase al siguiente concepto.

placeholder Una clase de secundaria en Singapur. (Reuters)
Una clase de secundaria en Singapur. (Reuters)

En una de estas clases piloto, según se recoge en el 'Financial Times', el profesor David O'Connell pregunta a sus estudiantes de seis años: “¿Cómo llamarías a un cuarto que ha sido dividido en tres partes?”. Un niño levanta instintivamente la mano y dice: “Lo llamaría una doceava parte”. Otro disiente: “Creo que es un tercio”. Durante el debate, el profesor interviene con más preguntas y anima a los alumnos a que se desafíen entre sí, pero durante la discusión no interviene para decirles cuál es la respuesta correcta. De esta manera, al final el maestro puede tratar menos temas, unos 13 o 15 al año, pero sí darlos con mayor profundidad.

Contra el estudiante pasivo

Quizás el mayor referente mundial del método sea el doctor en educación matemática Yeap Ban Har, quien señala en el artículo del 'FT' que “si el profesor les cuenta todo, los estudiantes se vuelven pasivos y desarrollan una mentalidad en la que aprender matemáticas es algo aburrido. Gracias a este sistema, saben que estudiarlas es también desafiar las ideas de otros o defenderlas si creen que son correctas”.

En Reino Unido, no obstante, la medida tiene sus detractores, ya sea porque consideran que el presupuesto es insuficiente o porque las diferencias culturales son insalvables: “A diferencia de Singapur, en el Reino Unido es socialmente aceptable decir que 'no puedo hacer matemáticas', es casi como una insignia de honor”. Por su parte, John Jerrim, investigador en el University College de Londres, contó en la BBC que “hay evidencia de que pueda ser más efectivo que el 'statu quo' de algunos países occidentales, como Inglaterra", pero que "los cambios a corto plazo serán relativamente pequeños”. Lo cierto es que el ascenso de Singapur en los 'rankings' ha sido meteórico y ahora los países occidentales se están devanando los sesos para alcanzarlos.

Desde el informe PISA hasta el estudio TIMSS, Singapur, la ciudad-Estado de apenas 5,5 millones de habitantes, ocupa habitualmente el primer puesto en los 'rankings' que evalúan el desempeño de los estudiantes en matemáticas. Cuenta, por tanto, con uno de los sistemas educativos más admirados y año tras año estas clasificaciones refuerzan la sensación de que los jóvenes occidentales se están quedando atrás con respecto a sus homólogos asiáticos. Como dice Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, cuando Singapur habla, ya sea en conferencias o reuniones de ministros, “todo el mundo escucha”.

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