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Querían hacer negocios y nadie las tomó en serio. Y se inventaron un truco
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Querían hacer negocios y nadie las tomó en serio. Y se inventaron un truco

Para que la 'startup' que habían creado comenzara a funcionar, estas dos mujeres tuvieron que saltarse muchas convenciones e interpretar un papel distinto al que se esperaba de ellas

Foto: Kate Dwyer (izquierda) y Penelope Gazin (derecha). (Witchsy)
Kate Dwyer (izquierda) y Penelope Gazin (derecha). (Witchsy)

Hace apenas un año, Penelope Gazin, Kate Dwyer y Keith Mann abrieron Witchsy, una plataforma online excéntrica, obscena y cargada de humor negro destinada a la venta de arte y de ropa de diseño. Un proyecto que acabó captando rápidamente la atención de importantes medios especializados.

¿A qué se achaca su rápida notoriedad? Gazin y Dwyer reconocen que no estarían donde están ahora si no fuera por la imprescindible labor que llevó a cabo su tercer socio. Existe solo una particularidad: Keith Mann no existe, es un individuo creado por ellas mismas a través de correos electrónicos.

La comunicación dentro de su sector parecía una cuestión de colegas, y las mujeres estaban excluidas de tales códigos

Se trata de una historia que se repite desde tiempo inmemorial. Diferentes personajes femeninos del teatro del siglo XVII demostraban que la única vía que tenían las mujeres para participar en la vida pública era la de travestirse (basten los ejemplos presentes en las obras de Lope o Shakespeare). Mary Anne Evans y Cecilia Böhl de Faber tuvieron que esconder su talento bajo las firmas de George Eliot y Fernán Caballero. A pesar de todos los avances sobre igualdad de género que tanto se propugnan, ¿haber nacido con uno u otro sexo sigue siendo un condicionante que determina el éxito final en ámbitos como el mundo de la empresa?

No es territorio para mujeres

Casi 200.000 euros en ventas en estos doce primeros meses corroboran el buen trabajo que se ha llevado a cabo desde Witchsy. La compañía paga a sus colaboradores un 80% por cada una de las transacciones obtenidas. Según las fundadoras, el objetivo no es el de crear una empresa de grandes dimensiones, sino una plataforma sostenible para que los diseñadores puedan vender sus trabajos sin censura. Cuando el medio ‘Fast Company’ entrevistó a estas dos jóvenes emprendedoras para conocer las claves de su éxito se toparon con una estrategia corporativa bastante inusual.

No se llevaba bien con nosotras, pero le ilusionaba participar en nuestro proyecto. Decía que deberíamos buscarnos marido

Gazin y Dwyer aseguran que les bastó fijarse en los artistas y diseñadores masculinos que trabajaban para ellas. A pesar del rol jerárquico que les correspondía como superiores, dichos colaboradores utilizaban un lenguaje a menudo grosero en los correos electrónicos que les enviaban. Fórmulas irrespetuosas del tipo: “Mirad, chicas...” aparecían por doquier.

La comunicación dentro de su círculo parecía una cuestión de colegas, y las mujeres estaban excluidas de tales códigos. “Estaba claro que nadie nos tomaba en serio. Pensaban que éramos idiotas”, cuenta Dwyer a 'Quartz'.

El hombre con el que todos querían hablar

Es entonces cuando decidieron que apareciera en escena el gran fichaje de Witchsy, Keith Mann. Todo un estereotipo engendrado como tal a propósito: “Él era el clásico hombre exitoso que había jugado al fútbol americano en la universidad. Todo un devoto de su mujer con la que llevaba cinco años casado”, desvela Gazin. “No se llevaba bien ni con Kate ni conmigo, pero le ilusionaba participar en nuestro proyecto, si bien opinaba que deberíamos buscarnos un marido”.

A Keith no solo le daban una respuesta inmediata sino que le preguntaban si podían ayudarle en algo

Interpretar el papel de Mann favoreció que pudieran mostrar una actitud diferente a la que sus socios comerciales esperaban de ellas por su condición femenina. Aclara Dwyer que “como mujeres, muchas veces nos adaptamos primero a las emociones de los demás. Esto no es correcto en el mundo de los negocios. Así pudimos dejar de lado esta circunstancia”. La situación les permitió conocer otras facetas de escondidas. Cuando su socio masculino tuvo que pedir la baja por el nacimiento de su primer retoño empezaron a sentirse más a gusto ”siendo más directas, como cuando interpretábamos a Keith”.

placeholder Foto: Witchsy
Foto: Witchsy

Las dos empresarias califican el sexismo que han sufrido como sutil: “podía costarme varios días tener una respuesta. A Keith no solo se la daban inmediatamente sino que le preguntaban si quería algo más o si podían ayudarle en algo”, explica Gazin, quien ilustra estos pequeños micromachismos con otro ejemplo ocurrido con un colaborador: “Siempre que hablaba con Keith se dirigia a él por su nombre. Cuando lo hacía con nosotras, nunca utilizaba los nuestros”.

La ficción puede a la realidad

En un correo electrónico remitido a ‘Bussiness insider’ Dwyer reflexiona sobre la reacción que ha generado en los medios la historia de Witchsy: “La gente no podía creerse que le hubiéramos puesto como apellido Mann, tan descaradamente masculino. Se han quedado asombrados ante la posibilidad de se haya tomado más en serio a un personaje de ficción que a nosotras mismas. Él se ha convertido ahora en un instrumento que hace patente cuán descontrolado está el sexismo tanto en el sector de la tecnología como en cualquier otro puesto. Ha sido maravilloso ver a tantas personas responder de manera positiva. Keith ha hecho, otra vez más, un gran trabajo”.

Parece ser que Keith Mann no tiene intención de volver a ejercer como cargo directivo en la empresa. Con todo, Gazin y Dwyer reconocen a ‘Quartz’ que prefieren ser previsoras, así que ya tienen en la recámara un nuevo fichaje. Por el momento solo han podido revelar su nombre de pila: Ted.

Hace apenas un año, Penelope Gazin, Kate Dwyer y Keith Mann abrieron Witchsy, una plataforma online excéntrica, obscena y cargada de humor negro destinada a la venta de arte y de ropa de diseño. Un proyecto que acabó captando rápidamente la atención de importantes medios especializados.

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