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Cuando Roma atacó el País Vasco
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Cuando Roma atacó el País Vasco

Una lucha entre dos pueblos en la que una de las civilizaciones más importantes intentó sumir a otra en sus costumbres y conquistar sus territorios. Y lo consiguió

Foto: Estatua del emperador Constantino. (iStock)
Estatua del emperador Constantino. (iStock)

"Cariño , ¿te pasa algo?

No sé. Tú sabrás..."

- Oído en un bar de Malasaña.

Al igual que Arquímedes usó sus famosos espejos como sistema de comunicación heliográfico, que los autóctonos de la antigua Norteamérica utilizaban las señales de humo para entenderse en casos graves de agresión o para concretar ceremonias importantes, que los pastores de La Gomera convirtieron en arte su famoso silbo, los pastores guerreros del anciano País Vasco tenían un potente mecanismo para trasladar a los rincones más profundos de esa misteriosa tierra sus mensajes urgentes en caso de invasión o para sus ancestrales celebraciones culturales .

De ello dan fe sus durísimos encuentros con las legiones romanas. Cuando Roma se acercaba más que peligrosamente a las lindes de la antigua Euskal Herria, intervendría un arma determinante que originalmente no estaba diseñada para tal fin. Esta novedosa arma que con la distancia debida puede ser equiparada con la aparición del radar en la II Guerra Mundial, sería clave para concentrar las escasas fuerzas de los vascones en lugares muy determinados, sorprendiendo ingratamente a los invasores.

Se calcula que un mensaje de treinta segundos de duración/emisión tardaba cerca de veinte minutos en recorrer una distancia de 70/80 km con “repetidores” en las montañas más altas que a su vez transmitían el mensaje de forma veloz. Ello permitía golpear en emboscadas, defenderse o prevenir ataques en un punto muy focalizado con muy pocos recursos.

La txalaparta, es por decirlo de forma sencilla, un instrumento de percusión, aunque esta palabra no hace justicia a este ancestral invento con más matices de los que parece. Sobre dos cestos de esparto en los que se colocan dos pieles de oveja para amortiguar el potente sonido, el txakun hace la base rítmica del compás y el errena la 'melodía'. Con unas grandes baquetas llamadas makilak desarrollan un mágico diálogo que por momentos llega a convertirse en hipnótico. Durante la trágica dictadura del general Franco, como otras tantas manifestaciones culturales vascas, incluida la practica del euskera, sería prohibida.

Los vascos no estaban capacitados para enfrentarse en terrenos donde la orografía no les fuera favorable

Para el caso que nos ocupa, se convirtió en una autentica pesadilla para las legiones romanas. Si pretendían entrar por Aralar, ahí estaban agazapados los de la txapela. Que entraban por la zona de Castro Urdiales, ahí estaban puntualmente. Ora por el sur, ora por el norte, ora por cualquier otro lado, como por arte de magia, una cabreada horda de pastores guerreros estaba siempre esperándolos. Era una cosa de locos y los romanos nunca descubrieron la razón de estas sorpresivas emboscadas, pero lo que si sabían, era del terror que infundían su impactante y atávico sonido. Parecía que todos los arboles del País Vasco eran los altavoces de la txalaparta de madera de roble; era una especie de 'joint venture' muy natural.

Imbatibles

Por otra parte, es de justicia reconocer que las legiones eran imbatibles en terreno llano y aquel escenario del norte era de todo menos eso. Una tupida foresta de cientos de miles de robles, hayas y pinos actuaban como una cortina impenetrable y como un escudo imbatible. Los romanos acabarían arrojando la toalla, pero antes de eso ocurrieron algunas cosas, como que ambos bandos cambiarían sus respectivas estrategias para conseguir sus objetivos.

Un hecho singular y aparentemente intrascendente vino con el tiempo a demostrar que la versión de David y Goliat (Vascones vs Romanos), tenía sus fisuras. En el Museo del Louvre, en una labor detectivesca como pocas, investigadores de un documental de nombre 'Euzkara Jendea' basado en el libro homónimo del historiador Carlos Etxegoien, y apoyados por expertos en arqueología vasca, descubrieron en el año 2013 una lápida funeraria de la cual se conocía su existencia, pero no así su localización.

Los vascos del sur llegarían a integrarse y adquirir la nacionalidad romana

En ella, el pretor Caius Mocconius, elaboró el censo de 24 poblaciones o enclaves de vascones, caristios, várdulos y autrigones, habitantes primigenios de las zonas que configuran la actual Navarra, Álava y Vizcaya. Se determinó que la zona de influencia romana había sido mayor de la prevista tradicionalmente. Asimismo se descubrió que en lugares tan lejanos del actual País Vasco como el Valle de Arán (en euskera “Arán significa valle”) y Andorra (“tierra cubierta de arbustos”) hubo una fuerte influencia vasca 'in illo tempore'. Estos descubrimientos obligarían a reescribir la historia de ese paréntesis a la luz de estos nuevos descubrimientos.

Asilvestrados

Estrabón, el famoso historiador romano que nunca llegaría a pisar el País Vasco pero cuyas fuentes fueron siempre de alta fiabilidad diría textualmente sobre los vascos y su tierra (sic): "Sus habitantes tiene aversión al contacto con otros países y además es un lugar horrible para vivir". Y añade: “Dado que son difíciles de comunicar, han perdido el instinto de la sociabilidad y el de la humanidad. Está claro que el famoso historiador a juzgar por sus definiciones venía a decir que los de la txapela estaban en aquel tiempo un poco asilvestrados. Hoy, afortunadamente, este antiquísimo pueblo ha avanzado bastante, y en vez de hacerles la vida imposible a los romanos se dedican al levantamiento de piedras y a astillar en concursos de aizkolaris, los enormes arboles de sus mágicos bosques, a retar al mar con sus traineras y a ponernos los dientes largos con su soberbia e internacional cocina.

Lo que si esta claro, es que Roma siempre quiso pactar con los pueblos que intentaba conquistar y en las llanuras meridionales de Álava, la Rioja y Navarra había algo que les gustaba y mucho; la trilogía del vino, maíz y el aceite, por lo que estas zonas fueron las más romanizadas. Los vascos no estaban capacitados para enfrentarse en terrenos donde la orografía no les fuera favorable y paulatinamente abandonarían estos territorios o directamente, se romanizaron sin más .

Los vascos del sur, los que no estaban todo el día arreando pedradas a los que pasaban por allí, llegarían a integrarse en el ejército romano y a combatir a los galos y britanos tras la muralla de Adriano. Muchos de ellos, adquirieron la nacionalidad romana y acabaron jugando a las tabas. El caso, es que a estas gentes recias e indómitas no les gustaba el latín y durante mucho tiempo se dedicaron a abollar los cascos de los legionarios con un énfasis digno de encomio. Está claro que los romanos nunca llegaron a enterarse de lo del txakoli y el queso de Idiazábal, que si no, habrían entrado hasta la cocina.

Dedicado a mi madre, hija de Vizcaya.

"Cariño , ¿te pasa algo?

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